En tres tiempos se divide la vida: En presente, pasado y futuro; de éstos el presente es brevísimo, el futuro dudoso y el pasado cierto... (Lucio Anneo Séneca)

domingo, 28 de abril de 2024

La Calleja de la Pimentera








Situada en una de las zonas más emblemáticas de nuestro casco Histórico  y ubicada en la calle Caldereros es una de las tres callejas sin salida que existen desde la Edad Media.  
Dos de ella se pueden visitar, la otra se encuentra integrada entre dos casas que pronto será un hotel al que posiblemente llamen "Los palacetes de Córdoba"
Ambas callejas sin salida o azucaques, vestigios del urbanismo musulmán, eran construidas para que al ojo del transeúnte se viera en apariencia privada y que preservaban la intimidad de aquellos que vivían allí. 
El nombre de esta calleja, ya aparece como tal en el plano de 1851, se supone que en el plano de 1811 o bien pertenecía a alguna casa como calleja barrera sin nombre.
Los historiadores no se han puesto de acuerdo sobre de donde proviene el nombre de la calleja, algunos dicen que deriva por un árbol de la especia que se encontraba allí, aunque no creo que sea veraz ya que no hay arboles pimenteros en la ciudad, otros hace alusión al negocio de las especias que estaba extendido por la zona aunque a mi corto entender, no tan cercana ya que en la calles más cercanas estaban latoneros, caldereros y plateros.
Ubicación de la calleja 
Flecha blanca
Otros teorizan que el nombre proviene por una familia que vivió allí de apellido "Pimentel" o "Pimienta"...
Indagando un poco descubrí que un tal Alonso García Pimienta que junto con otros como D. Gonzalo Yáñez rico-hombre de Portugal recibieron repartimento en Córdoba por la ayuda a la conquista de los moros en Andalucía.
El tal Alonso recibió repartimento de un molino que no he logrado saber cuál y unas casas en la zona donde está ubicada la calleja, ya que algunas de esas casas las puso en regimen de alquiler, una un platero llamado Francisco Fernández y otra a Pedro de Aranda, maestro lapidario, ambas por cinco años y veinte ducados de renta, en el arquillo de los Calceteros, asentamiento de castellanos nuevos.
Además de un cortijo al que se le denominaba "del judío" que los textos lo sitúan en la carretera de Sevilla , es decir, la actual carretera de Palma del Río, en el límite municipal de Córdoba y Almodovar del Río, de éste solo pagaba parte sobre cuatro yugadas al diezmo de la catedral ya que la otra parte, aparece en la bula de Inocencio IV.

"En el cortijo que diçen del Judío, carrera de Seuilla, ouo don Alfonso García Pimienta quatro yugadas. Son agora de Garçi Meléndez, e creçentó otras quatro yugadas por conpra. Lieua la Eglesia la meytad del diesmo e de todas las ocho yugadas e todo lo de la huerta porque fue del donadío"

-Libro de Diezmos de Donadíos, de la Catedral de Córdoba.- 

Lo que si sabemos con seguridad es que en aquella calleja vivió uno de los más relevantes artistas del barroco andaluz, nuestro insigne pintor D. Antonio del Castillo y Saavedra (del que hablaremos más adelante en este blog)  cuando se casó, en segundas nupcias, con Magdalena de Valdés, hija de un reconocido platero Simón Rodríguez de Valdés.

También vivó en la misma calleja Martin Sánchez de la Cruz, platero de enorme renombre en aquellos tiempos ya que hizo obras como los relicarios del Monasterio de la Inmaculada Concepción y la imponente lámpara del crucero de la Catedral cordobesa. 
Tuvo, que se sepa, una casa en propiedad situada en la calle de la Pimentera, en las inmediaciones de la Calcetería y que se hicieron en ellas reformas, como se hace constar en un acuerdo con fecha de
Fotografía de la Mezquita Catedral
Lámpara de la Catedral
 1629 cuando Martín Sánchez contrata con el carpintero Andrés de Gauna la realización  de los arreglos de puertas y ventanas:
"de todas las puertas de tableros o enrasadas... para unas casas que está labrando en esta ciudad en la calleja de la Pimentera"; en el encargo se incluían todas las de la vivienda.
A lo largo de su vida gozo de un buen nivel adquisitivo ya que se dedicaba a composturas del tesoro de la Catedralicio como ajuar domestico.

Sobre la lámpara habló D. Enrique Romero de Torres, hermanos de nuestro insigne pintor, en 1946 , dice que fue encargada y pagada a su costa el Sr. Obispo de la Diócesis D. Cristóbal de Lobera y la donó para que "perpetuamente de día y de noche, arda delante del Santísimo Sacramento" en la capilla mayor de la Santa Iglesia Catedral, según consta en la escritura.
Su tamaño es de 1.82 metros de diámetro y desde el borde, dividido en dieciséis partes iguales, rectas y molduradas en la bandeja, de cuyo centro exterior penden tres cuerpos superpuestos octagonales de formas variadas, octagonales que, en disminución forman, a modo de pirámide invertida, hasta el extremo del bello remate que ostenta en la parte inferior con una argolla para anudar la borla colgante de seda, mide 1'23 m.; y de altura tiene toda ella, con sus ocho cadenas formadas de elegantes alacranes, 4'50 m. 
Fotografía de la Mezquita Catedral
Para haceros una idea de como es el tamaño de la magnifica lámpara
El lamparín no está suspendido por cadenitas como es costumbre en esta clase de lámparas, sino que descansa el vaso de cristal con la mecha y aceite en una esbelta y calada torrecilla del mismo metal, que se eleva sobre un sencillo trípode. De las dieciseisavas partes poligonales que constituyen y rodean los principales sectores circunscritos por molduras, estrías, conchas, grutescos y otros motivos ornamentales de esta espléndida joya artística, ocho de ellas, representan los escudos de armas del Prelado donante.
Los tres cuerpos restantes octogonales moldurados que van en disminución y completan el conjunto de la lámpara, hasta terminar después del nudo grande que precede a su remate, están decorados profusamente con hojas, vástagos, medallones, guirnaldas, cabecitas aladas de querubines y demás elementos decorativos.

Con Martín Sánchez de la Cruz colaboraron varios plateros- prosigue Enrique Romero de Torres- caldereros, latoneros y otros artífices en esta magnífica obra, cuyo peso es de 862 marcos, 3 onzas y 4 ochavas de plata con el oro que tiene en las armas y su costo fue de 10.000 ducados y 526 reales, según fe de Pedro Sánchez de Luque, fiel marcador de esta ciudad de Córdoba. 
La citada lámpara, en la cual no hay cosa ninguna que no sea de plata, excepto los adornos dorados de las armas de su donador, se colocó en el centro de la bóveda del crucero, la víspera de Nuestra Señora de la Fuensanta en 1629, cuando era obrero mayor el Canónigo Licenciado D. Antonio Torralbo de Lara y la que había antigua en el mismo sitio, fue fundida para servir en el adorno que se hizo en el arca del Santísimo Sacramento, con dos pares de candeleros.   


Fuentes consultadas:
La situación de la platería cordobesa en el Siglo XVII de María del Amor Rodríguez Miranda- Obras religiosas del platero Martín Sánchez de la Cruz por M.ª Teresa Dábrio González-La monumental lámpara de plata con incrustaciones de oro, existente en la Capilla Mayor de la Santa Iglesia Catedral por Enrique Romero de Torres en el Boletín de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba -

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