En tres tiempos se divide la vida: En presente, pasado y futuro; de éstos el presente es brevísimo, el futuro dudoso y el pasado cierto... (Lucio Anneo Séneca)

viernes, 21 de agosto de 2020

El convento de las Capuchinas.

Cárcel de una hija repudiada por un Duque.





M
uy  cerca de las Tendillas el tramo de la calle Alfonso XIII se ensancha en un intento de una pequeña plaza que a lo largo de la historia se ha llamado del conde de Cabra, el conde de Sessa y ahora llamada de las Capuchinas por encontrarse allí uno de los conventos que aún subsisten... A pesar de llamarse Monasterio de San Rafael es conocido popularmente por convento de las Capuchinas.
Fundado el 29 de junio de 1655 por D. Antonio Fernández de Córdoba Cardona y Aragón noveno conde de Cabra y duque de Sessa y Cabra y tras el consentimiento del obispo D. Antonio de Valdés Herrera.
Fue instituido en uno de los palacios del conde de Cabra construido en el siglo XIV.
Vista desde el cielo del convento
Al contrario que otros conventos de la ciudad, al ser un palacio contaba con una gran extensión en torno a cinco patios y una huerta con un aljibe- como bien dice M. A Jordano-  
Hecho que facilitó la adaptación de los espacios a los nuevos usos conventuales sin la necesidad de adquirir propiedades colindantes y a su vez, la huerta otorgó una forma de subsistencia a de las monjas. 
En un principio el convento careció de iglesia en su fundación, utilizando el salón del Conde, los dos escudos que figuran en la portada del denominado salón del conde que comunica con el claustro llamado del Magnolio pertenecieron al  primer conde de Cabra, don Diego Fernández de Córdoba, y a su mujer, doña María Carrillo. 
Juan II le otorgó el señorío de Cabra en 1439 y  Enrique IV le concedió el condado como recompensa a su intervenciones militares previas a la conquista de Granada, donándole además algunas villas.
Iglesia del convento

En 1725 el obispo D. Marcelino Siuri se hiciera cargo de patrocinarla con la donación de 20.000 euros... La obra de la iglesia se concluyó a los dos años de una sola nave con planta rectangular y bóveda de cañón con lunetos. 
En el trabajo de Pérez García sobre el patrocinio del Obispo-  La cúpula del crucero descansa sobre pechinas decoradas con los Evangelistas y los arco fajones de la bóveda recaen sobre pilastras que compartimentan los paramentos de la misma. Y tiene dos coros, uno ubicado en el presbítero y el otro es alto, a los pies del templo. 

La configuración del templo por este tipo de planta se pone en relación con el espacio en el que situó, el cuál no se trató de una decisión aleatoria, sino que en ella se evidencia el interés de aprovechar la representación que la plaza otorgaba a la institución.
Plaza que lleva el mismo nombre, plaza de las Capuchinas
El convento está estructurado en torno a cinco patios y un gran huerto donde se encuentran diversos restos arqueológicos de los siglos XIV y XV.
La otra entrada es por la calle Torres Cabrera hasta el compás, un patio rodeado por una galería de arcos apoyados sobre columnas y a través del cual se entra al claustro principal o como denomina doña María de los Ángeles Jordano Barbudo- en su tesis "Arquitectura Medieval Cristiana de Córdoba" " claustro del Magnolio" por existir un bello árbol allí, cuadrado y cuenta con una puerta mudéjar y capiteles romanos e islámicos. 
En torno a éste patio varias dependencias de las cuales continua - M.A. Jordano- el salón del conde de Cabra, el locutorio y la sala capitular.


Uno de sus patios
Pero no siempre esas patronazgos y donaciones son por altruismo, en este caso se podría pensar que fundo una cárcel para una niña que el duque quiso o le quisieron hacer que olvidara...
Os cuento la historia:
Por lo visto D. Francisco María Fernández de Córdoba Folch de Cardona , duque de Sessa, Soma y Baena, siendo tan solo conde de Palamós y que en aquel momento era un remoto heredero de su Casa, ya que tanto su padre el  conde de Cabra como su abuelo el duque de Baena estaban vivitos y coleando... El que sería Décimo conde ya se había casado en primeras nupcias con la bendición familiar, con su prima Isabel Luisa Fernández de Córdoba y Figueroa, hija del marques de Priego y duque de Feria.
Pronto empezaron las desavenencias en el matrimonio y pronto empezó con "amigas entrañables" para no encontrase solo.
Añaden las crónicas que se aficionó con la bella doña Mencía de Ávalos de situación social más baja ya que era vasalla de su Casa hija de D. Pedro Ávalos de Segura y de doña Francisca Merino y Aranda, labradores de cierta distinción en la villa, a la que requirió de amores...

"de quien se aficionó en Cabra apasionadamente, viviendo aún su primera mujer, pero la pureza y honestidad de esta Señora hicieron infructuosas todas las diligencias del Duque, hasta que su viudez le dio la libertad de poderse casar in faz ecclesiae con ella, como lo ejecutó".

Muerta su esposa, el conde casó con doña Mencía de forma clandestina, la ceremonia de la boda se celebró de noche, en casa de los padres de la novia, en la calle de los álamos.  
La había oficiado en secreto el presbítero don Francisco Gómez Gil, con la promesa del conde de obtener licencia del obispo don Antonio de Valdés.
Posteriormente, el conde visitó al Obispo y obtuvo su autorización, mediante engaños, ocultándole que ya se había casado y retribuyendo al clérigo oficiante con cincuenta reales de plata de a ocho. ¡¡Una generosa recompensa!! 

Todo esto provocó la ira de su cuñado el marqués de Priego, que le acusó de haber realizado un matrimonio morganático es decir, una unión entre dos personas de rango social desigual y le desafió a duelo. 
El joven conde le respondió que su esposa "era tan buena como él y que otros habían escogido peores mujeres. Y que, en cuanto al reñir, no era ocasión de hacerlo en tiempo de boda, donde todo es regocijo".

El duque padre emprendió un pleito contra este matrimonio a los pocos días de la boda, no antes de recluir a doña  Mencía de Ávalos, "cautelarmente", en el convento de dominicas descalzas de Jesús María de Scala Caeli, de Castro del Río; Y por su lado el cuñado y hermano de su primera esposa consiguió una orden Real para encarcelar al conde don Francisco en el Alcázar de Segovia, también de manera cautelar.

Una columna
Comenzando el juicio el fiscal denuncia que el conde había hecho vida paralela con doña Mencía:

" que el conde, en vida de su esposa, había venido haciendo vida maridable, con amor recíproco… habrá tiempo de once años poco mas o menos… con la dicha doña Mencía Davalos… a la qual, como ciego en su pasión amorosa dio palabra de casamiento en caso que muriese su Excelencia dicha condesa de Cabra, su mujer”. añade que el conde había gozado a la susodicha, continuándolo por muchos años, cometiendo adulterio en ofensa de su Excelentisima dicha condesa"

Y aquí se como siempre ataca más a la mujer que en verdad era soltera que al picaflor del conde, afirmando el fiscal:
" que doña Mencía de ávalos, recelosa de que el conde no cumpliera su palabra” de matrimonio, hizo uso de -maleficios y hechicerías- para conseguirlo. que había de tocar al interesado en la ropa, por detrás sin que lo supiera. El toque, había de hacerse los días de Navidad, Encarnación o San Juan. Y doña Mencía había tocado al conde en la noche de Navidad de 1656. 
En el expediente oraciones y conjuros "de naipes", "de las candelillas", "de la sal", "del aguijón" , "de la estrella", "del lagarto", "del ánima", "de barrabás", "del muñeco de trapo y los alfileres", etc..."

En una primera declaración, doña Mencía niega haberse casado con el conde, ni haber tenido relaciones carnales con él... Dice tener 28 años de edad, a continuación, declaran los padre y hermanos de doña Mencía, que caen en ciertas contradicciones, por lo que se les somete a careos.
La madre reconoce que “habrá unos seis años, en fuerza de las instancias que hacía, el conde gozó y hubo doncella a la dicha doña Mencía de Ávalos, su hija”. También declara que, en cierta ocasión, su hija le dijo “que pasaba muchas necesidades y que debía el conde, en conciencia remediárselas por la obligación de haberla avido doncella”. En otro momento, dice que lo de su hija con el conde comenzó mucho antes de que muriera su primera esposa.
Patio del Convento

Las mismas contradicciones ocurren con varios testigos que comparecen ante el Oidor, que se ve obligado a la aplicación de tormento de potro a algunos de ellos.
Esta circunstancia hace que las declaraciones de los testigos se repitan una y otra vez,con ligeras modificaciones:
-Una de las testigos es la panadera Francisca, que estuvo presente en la primera cita de los amantes, “habra once años mas o menos”, en una casa vacía del barrio de la Villa Vieja. Dice que el conde había dicho en cierta ocasión que, si doña Mencía se quedaba preñada, usarían “una bebida de açabache” para que abortara"

El procurador Juan de Mesa, en nombre del conde de Palamós, presenta una demanda de nulidad del matrimonio y declara en su nombre, esgrimiendo haber estado “privado de su voluntad” por los “sortilegios y hechizamientos” a que le había sometido doña Mencía de Ávalos. 
¡¡No tenía cara el conde!!
Denuncia- prosigue el procurado por boca del conde- que había sido privado de su “libre consentimiento” y que ahora ya estaba “en su bueno y libre juicio”. Reconoce las relaciones mantenidas con ella durante muchos años, en vida de su esposa, aunque después se retrajo algún tiempo, hasta que murió su esposa". 
¡¡Siempre somos las brujas las mujeres!!

Entre los cargos, se acusa a doña Mencía de haber hecho caer al conde bajo su influencia “por medios maléficos y especial de un toque de carta amatoria”. Se toma declaración, también, a varias mujeres que presuntamente habían intervenido en actividades hechiceras, tanto con doña Mencía como con otras vecinas de Cabra que declaran haber rezado oraciones de corte supersticioso, conjuros y realizado “aliños” para unir amorosamente.

Doña Mencía de Ávalos emite un memorial en el que declara la legalidad de su matrimonio con el conde y niega haber cometido ningún delito y declara estar “preñada del conde” su marido… “que la hubo doncella” y que cuando se inician las relaciones entre ellos, la joven tiene 16 años, es soltera y vive con sus padres en Cabra, en la calle de los álamos.

Pero el poder, los contactos y el dinero hicieron su trabajo ¡¡No ha cambiado mucho!! Consiguiendo finalmente su anulación, por haberlo hecho su hijo sin su conocimiento y consentimiento, dos razones, en aquel tiempo... El pleito se encuentra en el Histórico de la nobleza, en Toledo.
Compás del convento
Tras el escándalo y la anulación del matrimonio, los Ávalos no se sienten a gusto en Cabra marchándose a Lucena, mientras que doña Mencia estuvo recluida en Castro del Río durante un tiempo hasta que nació su única hija.
Retirándose finalmente al convento de nuestra Señora de la Consolación de La Rambla, donde falleció.
La retribución anual que recibió el convento de La Rambla durante el tiempo que residió en él doña Mencía de Ávalos, por cuenta del conde de Cabra, la cantidad establecida era de doce fanegas de trigo en grano y veinticinco ducados en moneda de vellón, a pagar el día primero de abril de cada año.
De este casamiento ya anulado, nació una hija María Regina Fernández de Córdoba y Ávalos a la que se colocó como monja franciscana en el convento de las Capuchinas de Córdoba que era patronato de esta rama de los Fernández de Córdoba... 
El honor de los duques quedó a salvo de esta abrupta intervención, callada la madre y encerrada su hija en un convento se acabó el "problemilla".
Según el cronista oficial de la Villa de Cabra, D. Antonio Moreno Hurtado  que en el siglo XVIII un tal Gregorio Fernández de Córdoba reclama el derecho de los títulos alegando que su padre fue hijo del X conde de Cabra y de doña Mencia de Ávalos cuando ya había sido anulado el matrimonio... Eso quiere decir que el "Pichabrava" del conde seguía visitando a doña Mencía en el convento rambleño donde nació otro pequeño.

Mientras tanto, el conde don Francisco continuaba con sus aventuras amorosas, casándose dos veces más. 
Como anécdota del "pinta" que era el conde, todavía se estaba pleiteando sobre su anulación matrimonial, firma nuevas capitulaciones matrimoniales en Madrid para casarse con su prima hermana doña Ana María Manuela Pimentel de Córdoba Enríquez de Guzmán, hija del V Marqués de Tabara y de doña Francisca de Córdoba y Rojas. Ésta sería la tercera!
Y una cuarta, esta vez con María Andrea de Guzmán y Dávila, dama y copera de la reina María Luisa de Orleans, hija del IV marqués de Villamanrique y de Ayamonte y II de Medina Sidonia, Grande de España.

Una vez más era un enlace gestado en la Corte y pensado para satisfacer las estrategias familiares de su propio linaje. 


Fuentes consultadas:

Monarquía Española, Blasón de su Nobleza, Volumen 1 escrito por Juan Félix Francisco Rivarola y Pineda página 200- La nobleza en la España moderna: Cambio y continuidad por Enrique Soria Mesa pag-aea y pag aeb-Paseos por Córdoba o sea apuntes para su historia por Teodomiro Ramírez de Arellano- De la ciudad conventual a la ciudad burguesa : Las órdenes religiosas en la evolución urbana de Córdoba por Yolanda Victoria Olmedo Sánchez Universidad de Córdoba*- Arquitectura Medieval Cristiana por María de los Ángeles Jordano Barbudo 1992 -El patrocinio artístico del obispo Siuri en Córdoba por Francisco Manuel Pérez García -Las clarisas en Andalucía: Historia, antropología y arte por Salvador Rodríguez Becerra y Salvador Hernández González Universidad de Sevilla*- Una curiosa afición del X conde de Cabra por D. Antonio Moreno Hurtado