En tres tiempos se divide la vida: En presente, pasado y futuro; de éstos el presente es brevísimo, el futuro dudoso y el pasado cierto... (Lucio Anneo Séneca)

martes, 8 de diciembre de 2020

La casa de los Hoces

El ahora Archivo Municipal
Fachada de la casa hoy sede del Archivo Municipal
Situada en unos de los enclaves más bellos de la ciudad en la calle hoy llamada Sánchez de Feria y anteriormente de "Las campanas" se encuentra una de las casas solariegas más relevantes de la época medieval por su destacado artesanado mudéjar y sus bellos patios porticados, y aún ostenta el escudo primitivo de los Hoces, cinco hoces en campo de gules.

Esta preciosa casa perteneció  a 
Escudo fachada
los Hoces, familia perteneciente a los cuarenta linajes que se implantaron en Córdoba y pronto ocuparon puestos importantes adquiriendo riquezas...

Provenientes de Aragón llegaron a Córdoba varios hermanos: Anton de Hoces, Lope de Hozes, Loazo de Hozes, Arthan de Hozes y Romero López de Hoces se establecieron en la villa.
Hijo de Romero fue Diego López de Hoces del que se tiene una escrituras otorgadas en el Castillo de Almodovar en 1266 en referencia al repartimento de la finca de Fuenreal.
Por lo visto la abadesa del monasterio de San Clemente de Sevilla llamada Gontrueda Ruiz de León tuvo que acordar no seguir pleiteando por un gran trozo de tierra con sus fuentes en la Argamasilla y en el Cortijo de Fuenreal que le había sido donado a las monjas del convento de la Encarnación de la ciudad de Córdoba por Alfonso X y que según ella, había pasado a ser propiedad del cenobio sevillano y que Diego López de Hoces reclamaba por considerar ser parte de las tierras que les fueron repartidas en época del Rey Fernando III. ¡ Así que a cambio de veinte doblas de oro que recibió la monja las cosas volvieron a su cauce!

Fue D. Pedro Gonzalez de Hoces el que realizó el mayor esfuerzo para el ascenso social de la familia, caballero veinticuatro de la ciudad cargo que ocupó más de cuarenta años, sirviendo al rey  Don Juan II de Aragón como guarda del cuerpo real lo que hoy en día viene a ser guardia personal cobrando tres mil maravedíes anuales proporcionándole la cantidad de cien mil.

El ser vasallo del rey era estar siempre dispuesto con las armas y condiciones que hubieran sido establecidas a cualquier llamamiento del Rey, contando éste con el número suficiente de "lanzas"... 
Pedro González de Hoces mantuvo dos lanzas durante veinte años y por ello obtuvo más de 40.000 maravedíes ¡Ahí es nada!.
Una de sus actuaciones más destacadas fue su participación en las embajadas a Inglaterra enviadas por Catalina de Lancáster, esposa de Enrique III, entre 1406 y 1418 de las que sacó unos considerables beneficios...
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Sirvió a Diego Fernández de Córdoba I señor de Baena, se casó en 1421 con María García Carrillo, biznieta de Gonzalo Fernández de Córdoba, I señor de Aguilar.

Del matrimonio de Pedro González y María Carrillo nacieron ocho hijos; cinco hombres que utilizaron el apellido del padre y tres mujeres que escogieron el de la madre.
Todo parece indicar que Pedro González de Hoces se hizo con una fortuna en las dos o tres primeras décadas del siglo XV no malgastando y comprando bienes que incremento a lo que fue heredando.
La historiadora Pilar Ostos contabiliza las ganancias de Pedro González de Hoces en cerca de un millón de maravedís y la adquisición de doscientas ocho propiedades a lo largo de su vida.
¡Casi ná...!
  
Pedro González de Hoces en 1454 fundó el mayorazgo de la Albaida,  que se había vinculado a la familia gracias al casamiento con doña Leonor Sánchez de Funes IV señora de la Albaida; estableciendo una serie de cláusulas para sus sucesores en el señorío: 
Tendrían derecho los varones por orden de edad sobre las mujeres a la vez que se crearían la obligación de emplear el apellido Hoces a la vez de agregar nuevas adquisiciones al mayorazgo; comenzando a ser una de las familias más influyentes de la ciudad.
Muchos fueron los Hoces los que culminaron sus aspiraciones en la corte o en las órdenes militares como lo fue D. Lope de Hoces, almirante de la Armada que compró la villa de Hornachuelos cuando Felipe IV para pillar pasta las vendía a precio de oro para que tres años más tarde concederle el título de conde de Hornachuelos por los servicios prestados y recogido por su heredero  Alonso Antonio de Hoces y Córdoba, tras morir su padre unos meses antes 
Patio porticado 
La construcción corresponde al esquema de la casona andaluza organizando la casa en torno a uno o más patios, tiene una altura de dos plantas constando de una portada de piedra enmarcada en un dintel donde se encuentra el escudo de la familia.
Desde el zaguán se accede mediante una galería al primer patio con arcada de medio punto de ladrillo sobre columnas; el segundo patio con tres vanos con ventanas de estilo mudéjar.

Patio
Es a finales del siglo XVII cuando el inmueble cambia de dueños después de tres siglos ¡Que se dice pronto! en la familia de los Hoces con la venta a D. Juan José de Saavedra y Mendoza que se casó en la Trinidad.
Es más tarde cuando es vendida a uno de los Guzmanes- como muy bien cuenta G. J. Herreros en su artículo de prensa- más concretamente a D. Domingo de Guzmán y Cea que decide alquilarla, viviendo durante algunos años nuestro ilustre cordobés que compatibilizó la medicina con las Letras y la Historia, D. Bartolomé Sánchez de Feria y tras la muerte de éste la casa pasa por innumerables manos hasta por un prebendado de la catedral.
Los dueños de la casa deciden venderla a D. Francisco Santillana y luego de nuevo es adquirida por un Guzmán y de ahí posiblemente sea la confusión de muchos al creerla la originaria cuando la verdadera de los Guzmanes se encuentra en San Andrés.  
Más tarde fue comprada por el director del Museo Arqueológico D. Narciso Sentenach
El Ayuntamiento adquirió esta propiedad con idea de instalar en ella el Instituto Municipal de Cultura cordobesa, aunque finalmente fueron el Archivo, la Biblioteca y la Hemeroteca Municipales quienes se instalaron en la casa en el año 1969. 


Fuentes consultadas:
Paseos por Córdoba o sean apuntes para su historia volumen III por Teodomiro Ramírez de Arellano-La Nobleza cordobesa y el patronazgo religioso por Antonio Jesús González Torrico*Universidad de Córdoba- Notariado, documentos notariales y Pedro González de Hoces, veinticuatro de Córdoba por Pilar Ostos Salcedo- Casa de las comedias de Córdoba, 1602-1694: reconstrucción documental por Angel María García Gómez- La casa donde no vivieron los Guzmanes por Gonzalo J. Herreros Moya El Córdoba 28/09/2020

lunes, 16 de noviembre de 2020

El Trastámara que murió en el Castillo de Almodovar del Río



Año 1373, las tropas de Enrique II "El Trastámara" cercaba la ciudad de Coimbra... Mientras, la amante del rey de Portugal paría una niña a la que llamaron Beatriz nadie podía predecir que años después sería peón de disputas entre dos hermanos, terminando en un fratricidio.
Esa niña portuguesa fue moneda de cambio entre su padre el rey de Portugal y el Trastámara para que éste olvidara el apoyo que tuvo Pedro el Cruel por parte del Portugués.

Pero empecemos por el principio:

Enrique II, tuvo con sus esposa tres hijos, entre ellos el heredero al trono: Juan I de Castilla ¡Hasta ahí todo bien!, pero además tuvo trece hijos reconocidos extramaritales con varias mujeres... ¡Ahí es nada! De hecho ya hablamos aquí del romance que tuvo con la cordobesa Juana de Sousa y con la que tuvo un hijo al que su padre le otorgó un condado, el de Medina Sidonia; un ducado, el de Cabra y dos señoríos, el de Alcafán y Morón... que ya hablamos en este blog (PARA LEER LA HISTORIA PINCHE AQUÍ)

Pero no es de este hijo del que vamos a hablar, el que va con esta historia es D. Fadrique de Castilla y Ponce de León, fruto de una historia de amor con Beatriz Ponce de León y Jérica, prima hermana de D. Enrique por parte de madre.
El Rey tuvo con Beatriz dos retoños: Una hija que la llamaron como ella, Beatriz a la que se le buscó un buen casamiento con el conde de Niebla que por cierto a la muerte de éste, profesó en el convento de San Clemente de Sevilla y un hijo, el tal D. Fadrique, al que nombró duque de Benavente.

"(...) El rey entrega a D. Fadrique mi hijo la villa de Mansilla e sus aldeas que es en el reino de León e Alcalá de los Gazules y Medina Sidonia en la frontera y ordena a la reina y al infante, su otro hijo que respeten este mandato (... (...) Mandamos que este Fadrique le tenga su madre doña Beatriz y crie fasta los catorce años y que recudan a ella en el dicho tiempo con las dichas rentas e pechos e derechos (...) (...) e rogamos si acaeciese el finamiento de ella que esta renta la tenga D. Fadrique mi hijo(...) "

En aquel tiempo ser " la amante", "amiga entrañable" o como le quieran llamar, era un chollo pues el rey le daba señoríos, títulos y pasta dejándolas muy bien colocaditas... 
¡Pensando un poco no ha cambiado esto mucho, ahora los regalos salen de los fondos reservados y tal y tal!
Bueno, a lo que íbamos, Fabrique a pesar de nacer con un ducado bajo el brazo ¡No tuvo mucha suerte!...  

D. Enrique II, lo sacó del entorno de su madre para pactar con el rey de Portugal en Coimbra; donde se estipuló lazos matrimoniales por parte de las dos casas reales: Tres casamientos entre hermanos bastardos de uno y otro sin contar con la promesa de casar a la pequeña Beatriz con Fadrique que apenas contaba con trece años...
¡Aunque este enlace le podría trae la corona de Portugal de manos de su esposa!
Pero como se dice "El hombre propone y Dios dispone", muerto D. Enrique y estando ya en el trono su heredero D. Juan I, muere la primera esposa de éste que se queda viudo joven y con dos pequeños. 
En nuevo rey pone sus ojos en la prometida de su hermanastro Fadrique, dejándole la esperanza truncada de poder ser rey de Portugal por casamiento.  

La muerte de D. Juan I de Castilla a consecuencia de la caída de un caballo, dejó a dos hijos menores para reinar y un testamento en el cual solicitaba de Fadrique, su hermano bastardo, formara parte del Consejo de Regencia. 
¿El por qué? pues no lo sabemos lo que si sabemos es que a Fadrique lo que fue nada bien pues desde primera hora se vio enfrentado con el Arzobispo de Santiago de Compostela terminando por abandonar el consejo de regencia varias veces por "dimes y diretes" incluyéndolo tantas veces como fue expulsado...
Una de las veces que fue expulsado fue por verse involucrado en la muerte de un caballero castellano... Por lo visto cuentan que el duque se encapricha en una prima hermana; doña Leonor Sánchez de Castilla, hija ilegítima de Sancho de Castilla, que en aquel momento estaba casada con Sancho de Rojas señor de Monzón de Campos; no sabemos si consintió al requerimiento de amores por parte del duque antes de que su marido fuera... como se dice "ayudado a morir", dicen que por los criados del duque Fadrique. 
De estos amores nació una pequeña  llamada como su madre Leonor de Castilla y Alburquerque y a la que apenas conoció D. Fadrique ya que apenas tenía un año cuando éste murió pero no adelantemos acontecimientos y sigamos con la historia

Las luchas de la nobleza cortesana y baja nobleza en la corte que heredó Enrique III hace que casi existiera una guerra civil en Castilla por lo que con apenas 14 años se ven forzados a que ese niño asuma la corona y de nuevo unifique el reino.
El duque de Benavente D. Fadrique, con o sin razón, quedara como un corrupto en confabulación con varios de sus hermanos Leonor de Navarra, Alfonso Enriquez conde de Noreña y Gijón y Pedro Enriquez de Castilla, ante su sobrino el Rey. 

¡Enrique III cortó por lo sano! Lo desposeyó de todos sus bienes y lo encarceló de por vida...  En un primer momento en el castillo de Burgos y más tarde en el castillo de Monreal del Campo; Es en este segundo encarcelamiento cuando se fugó de éste dando muerte al alcaide del Castillo, Juan de Aponte. 
Enterado su sobrino el rey, dio orden para que de nuevo lo prendiesen aunque el duque ya había llegado a Navarra que fue acogido por su hermana la reina; D. Enrique le pidió a su tía que le entregase al duque.
El rey de Navarra y cuñado de D. Fadrique vio conveniente para la paz de su reino entregar al duque de Benavente que fue apresado en el castillo de Mallen para más tarde ser entregado por Enrique de Lacarra a un jurado castellano -aragonés que lo trasladó al castillo de Almodovar del Río en Córdoba, cuando era alcaide de la fortaleza Alfonso Diaz de Vargas. Donde murió a finales de 1394. ¿Muerte natural o con ayuda? Pues no lo sabemos. 
El caso es que D. Fadrique de Castilla y Ponce de León el que fue hijo, hermano y tío de rey murió aquí en el castillo de Almodovar cuando apenas tenía 34 años.

¿ Que qué pasó con su amante porque nunca llegaron a casarse? Pues doña Leonor profesó como religiosa en el convento del Espíritu Santo de Benavente.




Fuentes consultadas:

Colección de crónicas de Castilla, Volumen 2 pag-aa0-Beatriz de Portugal: la pugna dinástica Avís-Trastámara por César Olivera Serrano- Testamento de Enrique II de Castilla. Archivo histórico nacional*- Lectura arqueológica y proceso de restauración de una fortaleza medieval. El castillo de Almodovar del Río Córdoba por J.Javier Arzanza - Wikipedia-Almodovar del Río se hace independiente de la jurisdición de Córdoba . Año 1629 Federico Naz Moreno. Cronista Oficial de Almodóvar del Río-Colección de las crónicas y memorias de los reyes de Castilla: Crónicas de ... - 


domingo, 20 de septiembre de 2020

Gibraltar cordobés!!!!!



¡Que no, que no me he vuelto loca!

Antes de ser inglés y mucho antes del tratado de Utrecht... El peñón de Gibraltar fue cordobés, un espacio muy corto en el tiempo, pero lo fue.
Y todo gracias a D. Pedro de Herrera, un judío converso nacido en nuestra ciudad que negoció ante el duque de Medina Sidonia para que cientos de personas se asentasen allí.

Pero pongámonos en situación:

Sabemos que las crisis son cíclicas, verdad? Pues hubo una en 1391 donde la sequía y la peste hizo de las suyas haciendo que muchas personas murieran y que muchos nobles que en aquellos momentos tenían tierras y bienes inmuebles pero que no disponían de dinero "contante y sonante" se endeudasen al pedir ayuda a los mercaderes judíos.

¿Qué pasó? Pues que ellos prestaban pasta pero con un tiempo para devolverla y con ciertos intereses...
Cuando los nobles se dieron cuentan de que no podían devolver en aquel momento lo que con anterioridad los mercaderes les habían prestado, comenzó a gestarse el caldo de cultivo necesario para echarle la culpa de todo mal conocido y por conocer a los judíos...
Año 1391, desde los púlpitos de las iglesias haciéndose eco de las voces que muchos nobles que les interesaba que el pueblo se levantaran contra "los usureros" que les habían prestado dinero cuando lo necesitaba pero que ahora ellos no querían devolver, se escuchara junto con el fanatismo religioso del arcediano de Écija para echar la culpa a los judíos entre otras muchas cosas, de envenenar las aguas de la ciudad.

Esto hizo levantar una muchedumbre que asaltara la judería matando a toda persona que se encontraban por el camino, robando y quitándoles sus casas.
Esto hizo que muchos judíos que quedaron en Córdoba se convirtieran al cristianismo con el único afán de poder proteger sus bienes y sus familias; aunque la historia no tardó muchos en repetirse; tan solo quince años después en 1406, de nuevo se asaltó la judería, los cristianos viejos cordobeses, nobles, sus criados y hasta clérigos la asaltaron matando a todo judío que encontraron, robando sus casas y hasta violando a sus mujeres; durante cuatro largos días se prolongó el robo y los asesinatos.
Tan espantosos y horrendos fueron los hechos que hasta el rey Enrique III de Castilla multó a la ciudad con 40.000 doblas de oro como indemnización pero no para dársela a los agraviados, judíos que sobrevivieron que hubiera sido lo correcto... sino hacía él 
¡Ni listo que era el colega!
Córdoba le pagó solo la tercera parte, muchos fueron los caballeros que quisieron mediar para que el Rey perdonara la multa pero no lo consiguieron...  Sólo el poder divino lo hizo ya que el rey la espichó sin haber saldado las cuentas con la ciudad.

En Córdoba, como en otras ciudades andaluzas, se seguía 
acrecentando el odio con el agravante del enfrentamiento de dos ramas de una las principales casas Los Fernández de Córdoba, el señor de Aguilar y su primo el conde de Cabra y de la que ya hablamos en este blog (PARA LEER LA HISTORIA PINCHE AQUÍ)
1473la ciudad estaba dividida en dos bandos a causa de las rencillas de ambo señores:
Los que estaban con el señor de Aguilar que apoyaba a Enrique IV y los que estaban de parte de su primo el conde de Cabra, D. Pedro Fernández de Córdoba que abogaba por la princesa Isabel como reina de Castilla...
Aquello fue el detonante por parte del conde de Cabra para dirigir su propaganda contra los conversos cordobeses que se veían apoyados por el señor D. Alonso de Aguilar, hermano del célebre Gran Capitán.
D. Alonso había favorecido el acceso de cristianos nuevos a cargos públicos, cosa que sus rivales no estaban dispuestos a consentir, aumentando el odio hacía éstos...  
Los hechos ocurrieron cuando una procesión de la Virgen salió del convento de los Franciscanos, cuando bajaba la imagen llevada por los cofrades por la calle de la Feria. Por lo visto una chiquilla echó agua por el balcón sin darse cuenta que iba pasando la imagen en aquel momento y cayendo sobre ella...  
En aquella casa vivía una familia de "cristianos nuevos" e inmediatamente fueron acusados de herejía siendo la reacción fue inmediata:
Un herrero de la collación de San Lorenzo llamado Alonso Rodríguez se hizo jefe de los indignados cristianos viejos que empezaron enseguida un asalto de las casas de los conversos incendiándolas.
Desgraciadamente la ciudad se dividió en dos bandos: Los "Aguilaristas" a favor de la defensa de los conversos y los "Cabristas" los que estaban a favor de echarlos de la ciudad.
El "Aguilarista" Pedro de Torreblanca con algunos hombres intentó por todos los medios detenerlos pero fue herido por el herrero que se refugió en la mismo Compás de San Francisco, de donde el señor de Aguilar lo sacó y lo mató en la misma puerta.

Durante tres días, los "grupos" que se encargó de alborotar Pedro de Aguayo, un noblecillo de tres al cuarto familiar de D. Pedro de Córdoba y Solier, obispo de Córdoba, que bajo aquel pretexto se desquitaba del señor de Aguilar por haber expulsado  a su primo de la ciudad en tan bochornosa situación como montado en una mula... Alentando a las gentes a robar y quemar casas de "sus protegidos".
Ante la mala situación que sufrieron, muchos judíos conversos huyeron hacía la provincia sin saber muy bien donde establecerse...
Es D. Pedro de Herrera, hombre de confianza del señor de Aguilar y judío converso el que se encarga de entablar contacto con el duque de Medina Sidonia negociando una especie de compra de Gibraltar.
El monte de Calpe, que es como se le conocía al peñón de Gibraltar pertenecía al duque desde 1462 por conquista a los nazaríes y le pertenecía además de ser una de sus posesiones más preciadas por tener el control del estrecho...
Las condiciones que puso el duque no fueron fáciles de asumir ya que además de comprarles las casas a los habitantes que allí se encontraban y que en su mayoría era netamente militar y que vendieron a precios desorbitados deberían de edificar nuevas,  además tendrían que encargarse de la custodia de la ciudad sufragando cuatro quintas partes de su defensa un total de cuatro mil doblas al año.... 
Más de 4.000 personas llegaron a Gibraltar, un lugar en el que pretendían vivir en libertad sin enfrentamientos políticos o religiosos, como cuenta Alonso de Palencia:

"Vendieron sus alhajas y compraron barcos de pasaje. Algunos enviaron delante sus ajuares y parte de las familias; pero padecieron grave daño y ultraje en la navegación, porque los piratas les robaron sus haciendas y se llevaron algunas mujeres. Los que eligieron la marcha por tierra, en número de 350 jinetes y 2.000 peones, marcharon con rapidez y se dirigieron a aquella ciudad (…) muy necesitada así de soldados aguerridos como de zapateros y otros artesanos."


Aunque la suerte no estuvo de su parte, la muerte del rey Enrique IV cambiaba el panorama de todo el reino de Castilla, su hermana Isabel se apresuró a coronarse reina dejando a su sobrina sin el trono de Castilla lo que presagiaba un enfrentamiento con el tío de la "Beltraneja" el rey de Portugal; y uno de los lugares con mayor posibilidades de iniciar una contienda era Gibraltar con un ataque desde Ceuta que se encontraba en poder del portugués....
Posibilidad que no se le escapó a Isabel la Católica" poniendo sus ojos en el peñón  y poniendo a su vez muy nervioso al duque.
El de Medina Sidonia, en un principio escuchó al cordobés D. Pedro de Herrera que le propuso atacar Ceuta para ganarle la partida al rey portugués que estaría desprevenido; Sin embargo de nuevo los enemigos de los conversos tuvieron mucho que ver ya que sembraron la duda en el duque contándole que posiblemente era una estrategia de D. Pedro para entregar la plaza, dejando la lealtad de converso cuestionada.
Así que el Duque organizó un ejército que atacó Ceuta, pero sólo era una maniobra para ocultar sus verdaderas intenciones, tal y como nos cuenta Alonso de Palencia: 

"…el Duque (llegó) á Gibraltar, como de paso, con escogida caballería. El Alcaide de la fortaleza (Pedro de Herrera) le abrió sus puertas y obedeció rendidamente sus órdenes, y el Duque no tuvo escrúpulo en deponerle ignominiosamente de su cargo y aun intentar prenderle como á traidor."

Justo dos años después, en agosto de 1476 de la llegada de D. Pedro de Herrera y los suyos a Gibraltar, el Duque de Medina Sidonia los obligó a abandonar sus casas y la que ya era su tierra. Aunque y según Rafael Girón- es llamativa la cantidad de apellidos cordobeses que aparecen entre los procesos del santo Oficio en Gibraltar como "Córdobas", "Baena", "Membreque", "Herrera", "de la Corredera"...ect
 Algunos se cree que volvieron a Córdoba, otros volviendo a su anterior religión y fueron acogidos en el  reino de Granada y en el norte de África. 
A partir de ahí ya no les quedaba nada y la pista se diluye en el tiempo... 

Como karma para el duque de Medina Sidonia, la plaza es decir Gibraltar, fue reclamada por la corona de Castilla, aunque para que no se "enfadara mucho"  fue gratificado por los Reyes Católicos con el marquesado de Gibraltar ¡A los enemigos hay que tenerlos contentos! 

Pasados muchos, muchos años cuando entre líos de un muerto, un testamento, un nieto del rey de Francia, los Habsburgo, tíos, sobrinos y una guerra de 14 años... Cambiamos Gibraltar por el primer Borbón. 




Fuentes consultadas:
Matanza de judíos en Córdoba por Rafael Ramírez de Arellano *Boletín de la Real Academia de Córdoba- Los judios-conversos y su protección en el Reino de Granada tesis de Francisco Quevedo Sánchez- Apuntes sobre los conversos asentados en Gibraltar Rica Amran Cohen- Crónicas de Enrique IV Tomos I – IV, Traducción de D. A. Paz y Mella (1904-1908) en la edición digital de la Biblioteca Digital de Castilla y León; Diego Lamelas Oladán - La compra de Gibraltar por los Conversos andaluces (1976)-Estudios sobre la inquisición por José Antonio Escudero- Los mercaderes judeoconversos en la Córdoba del siglo XVI por Rafael M. Girón Pascual *Universidad de Córdoba


viernes, 21 de agosto de 2020

El convento de las Capuchinas.

Cárcel de una hija repudiada por un Duque.





M
uy  cerca de las Tendillas el tramo de la calle Alfonso XIII se ensancha en un intento de una pequeña plaza que a lo largo de la historia se ha llamado del conde de Cabra, el conde de Sessa y ahora llamada de las Capuchinas por encontrarse allí uno de los conventos que aún subsisten... A pesar de llamarse Monasterio de San Rafael es conocido popularmente por convento de las Capuchinas.
Fundado el 29 de junio de 1655 por D. Antonio Fernández de Córdoba Cardona y Aragón noveno conde de Cabra y duque de Sessa y Cabra y tras el consentimiento del obispo D. Antonio de Valdés Herrera.
Fue instituido en uno de los palacios del conde de Cabra construido en el siglo XIV.
Vista desde el cielo del convento
Al contrario que otros conventos de la ciudad, al ser un palacio contaba con una gran extensión en torno a cinco patios y una huerta con un aljibe- como bien dice M. A Jordano-  
Hecho que facilitó la adaptación de los espacios a los nuevos usos conventuales sin la necesidad de adquirir propiedades colindantes y a su vez, la huerta otorgó una forma de subsistencia a de las monjas. 
En un principio el convento careció de iglesia en su fundación, utilizando el salón del Conde, los dos escudos que figuran en la portada del denominado salón del conde que comunica con el claustro llamado del Magnolio pertenecieron al  primer conde de Cabra, don Diego Fernández de Córdoba, y a su mujer, doña María Carrillo. 
Juan II le otorgó el señorío de Cabra en 1439 y  Enrique IV le concedió el condado como recompensa a su intervenciones militares previas a la conquista de Granada, donándole además algunas villas.
Iglesia del convento

En 1725 el obispo D. Marcelino Siuri se hiciera cargo de patrocinarla con la donación de 20.000 euros... La obra de la iglesia se concluyó a los dos años de una sola nave con planta rectangular y bóveda de cañón con lunetos. 
En el trabajo de Pérez García sobre el patrocinio del Obispo-  La cúpula del crucero descansa sobre pechinas decoradas con los Evangelistas y los arco fajones de la bóveda recaen sobre pilastras que compartimentan los paramentos de la misma. Y tiene dos coros, uno ubicado en el presbítero y el otro es alto, a los pies del templo. 

La configuración del templo por este tipo de planta se pone en relación con el espacio en el que situó, el cuál no se trató de una decisión aleatoria, sino que en ella se evidencia el interés de aprovechar la representación que la plaza otorgaba a la institución.
Plaza que lleva el mismo nombre, plaza de las Capuchinas
El convento está estructurado en torno a cinco patios y un gran huerto donde se encuentran diversos restos arqueológicos de los siglos XIV y XV.
La otra entrada es por la calle Torres Cabrera hasta el compás, un patio rodeado por una galería de arcos apoyados sobre columnas y a través del cual se entra al claustro principal o como denomina doña María de los Ángeles Jordano Barbudo- en su tesis "Arquitectura Medieval Cristiana de Córdoba" " claustro del Magnolio" por existir un bello árbol allí, cuadrado y cuenta con una puerta mudéjar y capiteles romanos e islámicos. 
En torno a éste patio varias dependencias de las cuales continua - M.A. Jordano- el salón del conde de Cabra, el locutorio y la sala capitular.


Uno de sus patios
Pero no siempre esas patronazgos y donaciones son por altruismo, en este caso se podría pensar que fundo una cárcel para una niña que el duque quiso o le quisieron hacer que olvidara...
Os cuento la historia:
Por lo visto D. Francisco María Fernández de Córdoba Folch de Cardona , duque de Sessa, Soma y Baena, siendo tan solo conde de Palamós y que en aquel momento era un remoto heredero de su Casa, ya que tanto su padre el  conde de Cabra como su abuelo el duque de Baena estaban vivitos y coleando... El que sería Décimo conde ya se había casado en primeras nupcias con la bendición familiar, con su prima Isabel Luisa Fernández de Córdoba y Figueroa, hija del marques de Priego y duque de Feria.
Pronto empezaron las desavenencias en el matrimonio y pronto empezó con "amigas entrañables" para no encontrase solo.
Añaden las crónicas que se aficionó con la bella doña Mencía de Ávalos de situación social más baja ya que era vasalla de su Casa hija de D. Pedro Ávalos de Segura y de doña Francisca Merino y Aranda, labradores de cierta distinción en la villa, a la que requirió de amores...

"de quien se aficionó en Cabra apasionadamente, viviendo aún su primera mujer, pero la pureza y honestidad de esta Señora hicieron infructuosas todas las diligencias del Duque, hasta que su viudez le dio la libertad de poderse casar in faz ecclesiae con ella, como lo ejecutó".

Muerta su esposa, el conde casó con doña Mencía de forma clandestina, la ceremonia de la boda se celebró de noche, en casa de los padres de la novia, en la calle de los álamos.  
La había oficiado en secreto el presbítero don Francisco Gómez Gil, con la promesa del conde de obtener licencia del obispo don Antonio de Valdés.
Posteriormente, el conde visitó al Obispo y obtuvo su autorización, mediante engaños, ocultándole que ya se había casado y retribuyendo al clérigo oficiante con cincuenta reales de plata de a ocho. ¡¡Una generosa recompensa!! 

Todo esto provocó la ira de su cuñado el marqués de Priego, que le acusó de haber realizado un matrimonio morganático es decir, una unión entre dos personas de rango social desigual y le desafió a duelo. 
El joven conde le respondió que su esposa "era tan buena como él y que otros habían escogido peores mujeres. Y que, en cuanto al reñir, no era ocasión de hacerlo en tiempo de boda, donde todo es regocijo".

El duque padre emprendió un pleito contra este matrimonio a los pocos días de la boda, no antes de recluir a doña  Mencía de Ávalos, "cautelarmente", en el convento de dominicas descalzas de Jesús María de Scala Caeli, de Castro del Río; Y por su lado el cuñado y hermano de su primera esposa consiguió una orden Real para encarcelar al conde don Francisco en el Alcázar de Segovia, también de manera cautelar.

Una columna
Comenzando el juicio el fiscal denuncia que el conde había hecho vida paralela con doña Mencía:

" que el conde, en vida de su esposa, había venido haciendo vida maridable, con amor recíproco… habrá tiempo de once años poco mas o menos… con la dicha doña Mencía Davalos… a la qual, como ciego en su pasión amorosa dio palabra de casamiento en caso que muriese su Excelencia dicha condesa de Cabra, su mujer”. añade que el conde había gozado a la susodicha, continuándolo por muchos años, cometiendo adulterio en ofensa de su Excelentisima dicha condesa"

Y aquí se como siempre ataca más a la mujer que en verdad era soltera que al picaflor del conde, afirmando el fiscal:
" que doña Mencía de ávalos, recelosa de que el conde no cumpliera su palabra” de matrimonio, hizo uso de -maleficios y hechicerías- para conseguirlo. que había de tocar al interesado en la ropa, por detrás sin que lo supiera. El toque, había de hacerse los días de Navidad, Encarnación o San Juan. Y doña Mencía había tocado al conde en la noche de Navidad de 1656. 
En el expediente oraciones y conjuros "de naipes", "de las candelillas", "de la sal", "del aguijón" , "de la estrella", "del lagarto", "del ánima", "de barrabás", "del muñeco de trapo y los alfileres", etc..."

En una primera declaración, doña Mencía niega haberse casado con el conde, ni haber tenido relaciones carnales con él... Dice tener 28 años de edad, a continuación, declaran los padre y hermanos de doña Mencía, que caen en ciertas contradicciones, por lo que se les somete a careos.
La madre reconoce que “habrá unos seis años, en fuerza de las instancias que hacía, el conde gozó y hubo doncella a la dicha doña Mencía de Ávalos, su hija”. También declara que, en cierta ocasión, su hija le dijo “que pasaba muchas necesidades y que debía el conde, en conciencia remediárselas por la obligación de haberla avido doncella”. En otro momento, dice que lo de su hija con el conde comenzó mucho antes de que muriera su primera esposa.
Patio del Convento

Las mismas contradicciones ocurren con varios testigos que comparecen ante el Oidor, que se ve obligado a la aplicación de tormento de potro a algunos de ellos.
Esta circunstancia hace que las declaraciones de los testigos se repitan una y otra vez,con ligeras modificaciones:
-Una de las testigos es la panadera Francisca, que estuvo presente en la primera cita de los amantes, “habra once años mas o menos”, en una casa vacía del barrio de la Villa Vieja. Dice que el conde había dicho en cierta ocasión que, si doña Mencía se quedaba preñada, usarían “una bebida de açabache” para que abortara"

El procurador Juan de Mesa, en nombre del conde de Palamós, presenta una demanda de nulidad del matrimonio y declara en su nombre, esgrimiendo haber estado “privado de su voluntad” por los “sortilegios y hechizamientos” a que le había sometido doña Mencía de Ávalos. 
¡¡No tenía cara el conde!!
Denuncia- prosigue el procurado por boca del conde- que había sido privado de su “libre consentimiento” y que ahora ya estaba “en su bueno y libre juicio”. Reconoce las relaciones mantenidas con ella durante muchos años, en vida de su esposa, aunque después se retrajo algún tiempo, hasta que murió su esposa". 
¡¡Siempre somos las brujas las mujeres!!

Entre los cargos, se acusa a doña Mencía de haber hecho caer al conde bajo su influencia “por medios maléficos y especial de un toque de carta amatoria”. Se toma declaración, también, a varias mujeres que presuntamente habían intervenido en actividades hechiceras, tanto con doña Mencía como con otras vecinas de Cabra que declaran haber rezado oraciones de corte supersticioso, conjuros y realizado “aliños” para unir amorosamente.

Doña Mencía de Ávalos emite un memorial en el que declara la legalidad de su matrimonio con el conde y niega haber cometido ningún delito y declara estar “preñada del conde” su marido… “que la hubo doncella” y que cuando se inician las relaciones entre ellos, la joven tiene 16 años, es soltera y vive con sus padres en Cabra, en la calle de los álamos.

Pero el poder, los contactos y el dinero hicieron su trabajo ¡¡No ha cambiado mucho!! Consiguiendo finalmente su anulación, por haberlo hecho su hijo sin su conocimiento y consentimiento, dos razones, en aquel tiempo... El pleito se encuentra en el Histórico de la nobleza, en Toledo.
Compás del convento
Tras el escándalo y la anulación del matrimonio, los Ávalos no se sienten a gusto en Cabra marchándose a Lucena, mientras que doña Mencia estuvo recluida en Castro del Río durante un tiempo hasta que nació su única hija.
Retirándose finalmente al convento de nuestra Señora de la Consolación de La Rambla, donde falleció.
La retribución anual que recibió el convento de La Rambla durante el tiempo que residió en él doña Mencía de Ávalos, por cuenta del conde de Cabra, la cantidad establecida era de doce fanegas de trigo en grano y veinticinco ducados en moneda de vellón, a pagar el día primero de abril de cada año.
De este casamiento ya anulado, nació una hija María Regina Fernández de Córdoba y Ávalos a la que se colocó como monja franciscana en el convento de las Capuchinas de Córdoba que era patronato de esta rama de los Fernández de Córdoba... 
El honor de los duques quedó a salvo de esta abrupta intervención, callada la madre y encerrada su hija en un convento se acabó el "problemilla".
Según el cronista oficial de la Villa de Cabra, D. Antonio Moreno Hurtado  que en el siglo XVIII un tal Gregorio Fernández de Córdoba reclama el derecho de los títulos alegando que su padre fue hijo del X conde de Cabra y de doña Mencia de Ávalos cuando ya había sido anulado el matrimonio... Eso quiere decir que el "Pichabrava" del conde seguía visitando a doña Mencía en el convento rambleño donde nació otro pequeño.

Mientras tanto, el conde don Francisco continuaba con sus aventuras amorosas, casándose dos veces más. 
Como anécdota del "pinta" que era el conde, todavía se estaba pleiteando sobre su anulación matrimonial, firma nuevas capitulaciones matrimoniales en Madrid para casarse con su prima hermana doña Ana María Manuela Pimentel de Córdoba Enríquez de Guzmán, hija del V Marqués de Tabara y de doña Francisca de Córdoba y Rojas. Ésta sería la tercera!
Y una cuarta, esta vez con María Andrea de Guzmán y Dávila, dama y copera de la reina María Luisa de Orleans, hija del IV marqués de Villamanrique y de Ayamonte y II de Medina Sidonia, Grande de España.

Una vez más era un enlace gestado en la Corte y pensado para satisfacer las estrategias familiares de su propio linaje. 


Fuentes consultadas:

Monarquía Española, Blasón de su Nobleza, Volumen 1 escrito por Juan Félix Francisco Rivarola y Pineda página 200- La nobleza en la España moderna: Cambio y continuidad por Enrique Soria Mesa pag-aea y pag aeb-Paseos por Córdoba o sea apuntes para su historia por Teodomiro Ramírez de Arellano- De la ciudad conventual a la ciudad burguesa : Las órdenes religiosas en la evolución urbana de Córdoba por Yolanda Victoria Olmedo Sánchez Universidad de Córdoba*- Arquitectura Medieval Cristiana por María de los Ángeles Jordano Barbudo 1992 -El patrocinio artístico del obispo Siuri en Córdoba por Francisco Manuel Pérez García -Las clarisas en Andalucía: Historia, antropología y arte por Salvador Rodríguez Becerra y Salvador Hernández González Universidad de Sevilla*- Una curiosa afición del X conde de Cabra por D. Antonio Moreno Hurtado

domingo, 26 de julio de 2020

Doña Onecca, la abuela vasca de Abderramán III








Os preguntareis que estoy haciendo hablando de una princesa navarra cuando en este blog se habla de Córdoba, pues simplemente porque esta señora, a pesar de ser "norteña" y cristiana, fue la abuela del primer Califa cordobés: Abderramán III.
De Onecca sabemos que era hija de Fortún de Pamplona apellidado Garcés, fue heredero del trono de Navarra y el último de la dinastía Arista-Iñiga.  
Era hijo de García Iñiguez de Pamplona, aquel que capturaron los vikingos y que liberaron tras un cuantioso rescate... 
¡Las mala lenguas cuentan que fueron 7.000 monedas de oro! 

De su madre Oria Lopo Musa, sabemos que era nieta de Musa ben Musa de los Banu Qasi, aquel visigodo que se convirtió al islam para no perder sus tierras ni posesiones y de la que ya hablamos en este blog. (PARA LEER LA HISTORIA PINCHE AQUÍ). 
El matrimonio tuvo cinco retoños, cuatro varones llamados Fortun, Aznar, Velasco, Lope  y la pequeña princesa llamada Onecca.

Fueron tiempos difíciles para los navarros que no ganaban para sustos entre los vikingos, los Banus Qasin y el Emir cordobés... 
Fortún Garcés fue apresado por Muhammad I cuando las fuerzas musulmanas conquistaron la fortaleza de Milagro en el 860, llevándoselo a Córdoba donde estuvo rehén ¡Nada más y nada menos que 20 años! Era el único medio que tenía el Emir para asegurarse el sometimiento de Pamplona... 
Fortún llegó acompañado a Córdoba por su hija la princesa Onecca que apenas si era una niña....  
En realidad jamás vivieron en la ciudad como prisioneros, se podría decir que su jaula era de oro pues disfrutaban de todas las comodidades que existían en Al Ándalus.
Y como si del cuento de las mil y una noches, solo tuvo que pasar cuatro años para culminar una historia de amor entre la cristiana y Abdalá, que no era otro que el hijo del Emir.
¿ Que por qué se casaron? Pues realmente no sabemos si aquel casamiento fue un pacto entre reinos o esa historia de amor que venden los cronistas árabes, el caso es que Onecca a la que su esposo llamaba Durr que significa "perla" se casó con Abdalá y tuvieron un varón al que llamaron Muhammad y dos hijas Al- baha y Fátima, estos tres confirmados, y un hijo al que llamaron Zayb ibn Abdalah y que solo aparece en los libros de linaje portugueses ¡Así que éste con pinzas!

Pero Abdalá cambió, su padre el emir Muhammad I murió y subió al trono Al Mundhir... Cosa que para nada le gustó a Abdalá ¡Que se quitó del medio a su medio hermano a la primera de cambio! 
Cuentan que estaba el nuevo Emir Al Mundhir con su ejercito persiguiendo al rebelde ben Hafsun, asediando Bosbatro en la serranía de Ronda, cuando cayó herido, lo que aprovechó Abdalá y con la ayuda de un eunuco envenenó las lancetas y vendajes con el que curaron a su hermano... Al Mundhir murió en el campo de combate y Abdalá es nombrado nuevo Emir allí mismo.
Más tarde, ya proclamado Emir le dio la libertad a Fortún que cogió camino hacia Navarra junto con su hija. 
¿Fue repudiada por el Emir? Probablemente, aunque no he podido encontrar documentación de crónicas que cuenten qué sucedió... El caso es que Onecca se marchó dejando a su hijos con su padre; no sabemos si esa madre volvió a ver a sus hijos, posiblemente no...
Y una vez instalada en Navarra, no pasó mucho tiempo cuando contrajo matrimonio de nuevo, y esta vez con su primo- hermano Aznar Sánchez de Larraún señor del Valle de Laraún de Navarra cercano a Guipuzcoa e hijo del cuarto rey  Don Sancho Garcés, con el que tuvo tres hijos: Sancho Aznarez que falleció siendo niño, Toda Aznar y Sancha Aznar que ambas se convirtieron en reinas consorte... Pero esa es otra historia.

Mientras, el hijo que dejó Onneca en Córdoba no le fue nada bien... La Corte cordobesa era muy insegura para cualquier Omeya que se encontrara en el poder y cuando Abdalá eligió a éste como su sucesor  las cosas no fueron a mejor...
El complot se hizo desde el harem, Guizlam, esposa también de Emir y de sangre real aspiraba que fuera su hijo Mutarrif el elegido para ser el nuevo Emir.
¡Había que hacer desaparecer al hijo de la vascona que para colmo ni tan siquiera estaba en el harem para defenderlo! Instigado por su madre y sus partidarios, Mutarrif mató a su medio hermano Muhammad a golpes hasta causarle la muerte... 
La victima dejó un pequeño llamado Abderramán que ni tan siquiera había cumplido la cuarentena. 
Posiblemente, la mala conciencia del Emir que se sentía culpable por las desavenencias y celos de los medios hermanos y que había acabado en el asesinato de Muhammad; lo acogió bajo su protección para llegar a ser el primer Califa de Al Ándalus, Abderramán III.

Pero eso déjame que te lo cuente otro día



Fuentes consultadas: 
Doña Onecca, una princesa vascona en la corte de los emires cordobeses de Alberto Cañada Juste- Historia mínima del país vasco de Jon Juaristi Linacero-La Sorprendente Genealogía De Mis Tatarabuelos por Ramón Rionda- Wikipedia- Congressiones apologeticas sobre la verdad de las investigaciones históricas ...escrito por José de Moret

viernes, 17 de abril de 2020

Capilla de San Acacio de la Mezquita Catedral












Situada en el muro sureste de la Mezquita está la capilla de la que hoy estamos hablando, de planta rectangular y cubierta semiesférica con adornos de yesería.
En su interior podemos ver una maravillosa cúpula y el retablo de madera dorada fechado en el año 1714, ambos ejecutados por el por el granadino Teodosio Sánchez de Rueda. 
En el centro, hay una escultura del titular de la capilla bajo la cual vemos una hornacina que alberga un Ecce Homo; ambos proyectos se contratan en 27 de julio de 1714.
Parte de los lienzos que completan el retablo son atribuidos al pintor y músico Juan Pompeyo, violinista y pintor que sirvió en ambos oficios a la Catedral de Córdoba en el siglo XVIII
A la izquierda, está representada la Anunciación; a la derecha, la Visitación; y arriba, San Pedro y San Pablo. En la parte superior, vemos en el centro a la Inmaculada, a cuyos lados están las imágenes de San Juan de Dios y de Santa Catalina. 

La capilla de San Acacio también conocida como la capilla de la sangre porque según cuenta la leyenda: 
"que cuando se celebraba una procesión en jueves Santo en 1483 para poner al santísimo en el monumento, mucha gente observó que de un zapato del tesorero de la catedral salía sangre...
Por lo que lo avisaron de lo que le ocurría, al ver que se quedó sin poder articular palabra lo entraron a la capilla para descalzarlo hallando la sagrada forma que había consagrado en el zapato"
Esta leyenda se basó en la anécdota de carácter fantástico sucedida al tesorero Pedro Fernández de Alcaudete, quien en realidad fue juzgado y condenado por la Inquisición el 28 de febrero de 1484.

Como cuenta M. Jordano- También fue conocida  bajo la Advocación de S. Acacio y Compañeros y Santa Úrsula y las Once mil Vírgenes y que se encuentra citada por primera vez en 1396


Preciosa Cúpula adjudicada a Teodosio Sánchez
La  Capilla fue fundada por el obispo de Córdoba D. Fernando González Deza colaborador y unos de los fundadores del Real Monasterio de San Jerónimo de Valparaíso, con el producto de las prestameras de S. Pedro de Espiel y Baena.
La capilla pasó a cargo de su sobrino nieto el chantre Fernán Ruiz de Aguayo, hijo de D. Fernán Ruiz de Aguayo, vasallo del rey, Sr. de los Galapagares, y de Dña. Elvira Fernández de Gahete, su primera mujer... El seis de Enero de 1460 dotó de doces memorias por el alma de su tío
Entre 1463 y 1464 el chantre rehabilitó la capilla de su tío y decoró:
"se labra en Sta. M. de Guadalupe un retablo de pintura llana» para la capilla, que costaría, puesto en Córdoba, 120.000 mrs. Así mismo, «ornó de barras de fierro e de techunbre dorada e de suelo de azulios"

En su testamento otorgado en 1467, D. Fernán dispuso que le enterraran junto a su tío, el obispo González Deza, la madre de éste, la madre y hermanos del otorgante y una tía de su padre.
Murió dos años más tarde destinando 3000 maravedíes anuales para obras en la puerta de la Catedral que sale a la capilla de S. Miguel para la cual debió estar junto a la puerta del mismo nombre, para "el/adarve que está aderredor de la dicha capilla», para la techumbre o para la obra de la Catedral".
Sin embargo, la puerta de S. Miguel no fue concluida hasta el episcopado de D. Juan Daza, cuyo escudo figura en ella.


San Acacio en el altar
Según Ramos que reproduce las disposiciones testamentarias del chantre: 
" fue tanta su piedad, que apenas tendrá semejante en las magníficas y copiosas fundaciones que hizo en diversas iglesias de Córdoba. En 6 de enero de 1460 dotó doce memorias por las almas de su tío D. Fernando, su padre y hermanos, el arcediano de Castro, Gutierre, Juan y Gómez, que había de cumplirse en la capilla de S. Acacio, donde instituyó después en 22 de septiembre de 1466, con bula del Papa Pío II, seis capellanías de a setecientos ducados cada una, y dos sacristanías de más de ciento y cincuenta ducados de renta. 
En la capilla de S. Pedro dotó doce memorias en 10 de enero de 1467 por Dña. María Carrillo y Dña. Leonor de Bocanegra, su prima.  
En el Sagrario de la Catedral, un cirio de cera, para que ardiese perpetuamente de noche y día. También dejó renta competente para que en la procesión del día de las once mil vírgenes se llevase con solemnidad y decencia la cabeza de Santa Ursula. "

No satisfecha con esto su piedad, fundó otra considerable memoria para redención de cautivos, casamiento de huérfanas, y socorro de mujeres arrepentidas, con otra no menos rica para dote de sus parientas, que quisieran tomar estado, y un legado que se distribuyese en las beatas de la Magdalena, en las de Cárdenas, en las Emparedadas de la ciudad y de Sta. María de las Huertas, con la obligación de que rogaran a Dios por su alma, encargando al obispo, deán y cabildo de Córdoba el cumplimiento de estas memorias; y que de lo contrario, era su voluntad que pasasen al monasterio de San Jerónimo de Valparaíso, extramuros de dicha ciudad, a quien también había dado diferentes posesiones, que rinden hoy más de tres mil ducados anuales. 
Para todas estas memorias dejó a la Catedral las dehesas de Zuheros, con sus pertenencias, las de Dos Hermanas, el Encinarejo, la que llaman de Doña Elvira, la Cabeza de las Cornudas y las Boedillas (qüeg"ozaban privilegio de cerramiento por merced del rey Juan 11 de 4 de octubre de 1439 que confirmó después el rey Enrique IV en 1455). Casas, lagares y censos y otros bienes, que en estos tiempos producen más de 12.000 ducados de renta.



Fuentes consultadas:
Cordobapedía- Linajes de Córdoba en las capillas funerarias Medievales de la Mezquita Catedral por María de los Ángeles Jordano Barbudo Universidad de Córdoba- Con ellos solos no, pero sin ellos tampoco: Los poderosos en el origén y formación de las instituciones cenobíticas según el Monasterio Jerónimo cordobés de Valparaiso por Soledad Gómez Navarro Universidad de Córdoba- Descripción genealógicas de la Casa de Aguayo por A. Ramos-