En tres tiempos se divide la vida: En presente, pasado y futuro; de éstos el presente es brevísimo, el futuro dudoso y el pasado cierto... (Lucio Anneo Séneca)

martes, 1 de mayo de 2012

El primer Conde Mozárabe y Abderramán I





Cuando muere Witiza, sus hijos de poca edad, no logran ceñirse la corona y empiezan a surgir las luchas entre los partidarios de los hijos de Witiza y los partidarios de Rodrigo.
Y es éste último, duque de la Bética, que tiene su palacio en Córdoba, quien se apodera de la corona quedando como rey visigodo.
Rodrigo no se durmió en los laureles, procediendo contra los tres infantes, llamados Alamundo, Aquila y Ardabasto, los despojó de sus bienes y los desterró de la Península. Por lo cual los malaventurados príncipes, faltos de apoyo, huyeron a África.
Donde hallaron cobijo en D. Julián gobernador de Septem (Ceuta), tal vez no para recobrar el Trono perdido, pero si para intentar aplastar el poder de Rodrigo...
D. Julián, como explicamos hace tiempo en este blog, tenía motivos suficientes para ir contra el nuevo Rey Visigodo y ejecutó un plan junto con los hijos de Witiza y los musulmanes para vencer a Rodrigo.
Los musulmanes con las embarcaciones facilitadas por Don Julián, cruzaron el estrecho dirigidos por Tariq, entraron en España y ganaron la batalla de Guadalete matando a al que sería el último Rey godo.
Tariq y Muza, el gobernador musulmán, en lugar de nombrar rey al hijo de Witiza que le había ayudado a cruzar el estrecho, proclamo al Califa de Damasco y así acabo el dominio Godo en España.

Según se cuenta en Memorias de la Real Academia de la Historia- Cuando ya estaba el primer Emir Abderramán, Ardabasto fue a Córdoba, solicitó permiso para una audiencia ante el Emir, el Príncipe visigodo se presentó ante su alteza, que, maravillado Abderraman, le preguntó:
- A qué debía su visita.
- Es tu proceder conmigo- respondió Ardabasto con entereza-  Tú me has despojado de mis heredades y has violado los tratados concluidos por mí con tus abuelos, sin que yo haya hecho nada que justifique tal despojo y por ello me despido de ti.
Escuchó el Emir esta acusación sin alterarse, y eludiendo la cuestión, preguntó irónicamente al Príncipe:
- ¿Y para qué te despides de mí? ¿Por ventura quieres dirigirte a Roma?
- No es tal mi intención, respondió Ardabasto; pero nada tendría de extraño, pues tengo entendido que tú quieres volver a Siria
- ¿Y cómo, exclamó Abderramán, puedo yo volver a Siria, de donde fui expulsado con la espada?
Pues bien, - repuso Ardabasto- Me atrevo a preguntarte si aspiras a consolidar y transmitir a tu hijo el imperio que has fundado, o solamente poseerlo de presente.
Por Alá - respondió Abderraman-  lo que yo ambiciono es un reino para mi persona y para mi descendencia.
Pues entonces -insistió Ardabasto- el pueblo que encontraste aquí, en esta bella tierra, están quejoso contra la tiranía que le demuestras.

La sagacidad y franqueza del Príncipe godo agradaron al Emir, que, mostrándose reconocido, le concedió en donación irrevocable la propiedad de veinte de sus antiguos predios, una vestidura de honor y el nombramiento de Comes de Al Andalus, conde de los mozárabes, habiendo sido el primero que obtuvo este importante cargo y título, que luego hubo de pasar a su descendencia.


Fuentes consultadas: 
Memorias de la Real Academia de la Historia  eclesiástica y política por el maestro Fray Enrique Florez - Historias de los Mozárabes de Francisco Javier Simonet- Panteón Universal- Clave historial con que se abre la puerta a la historia-Foto recogida de Internet no corresponde con el personaje-

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