En tres tiempos se divide la vida: En presente, pasado y futuro; de éstos el presente es brevísimo, el futuro dudoso y el pasado cierto... (Lucio Anneo Séneca)

viernes, 19 de junio de 2009

La Calleja del Pañuelo y la plaza de los rincones de oro...






El comienzo de la calle






Escondida, a pocos metros de la Mezquita-Catedral se encuentra uno de los rincones más peculiares de la ciudad, la calle más estrecha de Córdoba.

Se trata de la Calleja Pedro Ximénez, cuentan que allí es donde vivió el soldado, el tal Pedro, que trajo de la guerra de Flandes las primeras cepas de uva de donde sale nuestro maravilloso vino.
Termina en una minúscula plaza sin más entrada ni salida que la también diminuta calle de estilo morisco, llamada " El Pañuelo" 
Toma su nombre por ser un pañuelo extendido en diagonal la medida del ancho de la calleja... 

Tras estrangularse al paso de una sola persona, se expande terminando en una placita de apenas quince metros cuadrados y con un encanto muy especial...

Nos adentramos a la plaza



La plaza de los rincones de Oro

La llaman así porque, los rayos del sol bañan con su luz las aristas de sus viejos rincones.
Aunque la leyenda cuenta que allí vivía en tiempos de los árabes un comerciante de sedas muy reconocido por tener las mejores telas de todo el Califato...
Eran tan bellas y finas sus telas, que fueron comparadas con el material más preciado... el oro.
Una vez dentro de la placita, tienes la sensación de haber violado un lugar íntimo, el patio privado de una familia.


La placita con su fuente

Sintiéndote en soledad...
donde solo reconoces tu propia respiración.
Dos naranjos cierran con sus copas la techumbre de la plaza; de una fuente mural de origen árabe cae un hilo de agua.
Las paredes están encaladas y, a la caída de la noche, la plaza se convierte en un lugar mágico, poseído por las bondades que le otorga la luz del farol, el olor de la arboleda y el sonido del agua cayendo sobre el pequeño estanque.
En su humildad, la plaza de los Rincones de Oro tiene la virtud de resumir las sensaciones que hacen de Córdoba una ciudad muy distinta a cualquier otra.
Aquí reina el silencio que tanto alabó Séneca, la desnuda claridad que iluminó a Averroes y las trémulas sombras que inspiraron a Julio Romero de Torres en sus cuadros.


Fuentes Consultadas: 
Paseos por Córdoba de Ramírez de Arellano- Conoce tus fuentes- Wikipedia - Fotos recogidas de Internet donde cada una tiene el nombre de su autor-

5 comentarios:

Wigmore-Conesa dijo...

Me la apunto en el itinerario! Gracias, Chiquita. Ojalá la vea contigo!

MariÁngeles Ortiz dijo...

Está muy cerca de la Mezquita-Catedral . Y de verdad parece que entras a un patio de alguien. Un abrazo

Wigmore-Conesa dijo...

"La soñé sin ti
la viví contigo.
Mojadas de historia
que no de vino,
tan pequeña la plaza
el pañuelo al través
me llevaste de calles
como quien bebe Jerez".

Wigmore-Conesa dijo...

Ya van dos veces que la leo, antes y después.

MariÁngeles Ortiz dijo...

Estás hecha toda una poeta. Lástima que aquel día llovió y se nos quedó muy corto el día.
Un abrazo amiga