En tres tiempos se divide la vida: En presente, pasado y futuro; de éstos el presente es brevísimo, el futuro dudoso y el pasado cierto... (Lucio Anneo Séneca)

sábado, 15 de febrero de 2014

El poeta Ibn Zaydun


Monumento a los Amantes  en memoria
al Ibn Zaydun  y la princesa Wallada
Realizado por Pablo Yuste Victor Escribano
Ubicado en jardincito de los Santos Mártires

Ahmad Ibn Abd Allah Ibn Zaydun nació en una Córdoba incierta, cuando apenas había pasado un año de los funerales de Almanzor.
El primogénito de éste había heredado, como si de un Omeya se tratara, el título de hachib, a pesar de tener encerrado al tonto útil del Hixem II el verdadero Califa... Nadie en aquel momento presagiaba el trágico final del Califato.
Para aquella desintegración que estaría por venir ayudó la arrogancia de los dos hijos del caudillo amirí junto con la mala gestión y desacierto de los Omeyas que fueron desfilando uno tras otro por el trono. Unido, por qué no decirlo, al deseo de algunos "jefecillos" de emular el poder del gran Califa Abderraman III, fue suficiente para desintegrar el imperio más grande de sus tiempos en pequeñas Taifas. 
Y mientras que esto sucedía en Córdoba, una república burguesa se instauró a manos de los Banus Yawar que evitaba, a toda costa, tener reminiscencias con el pasado. 

Zaydum, según Francisco Crespín en uno de sus artículos de los años 70 cuenta, que era hijo de Abu Bakr y que fue su padre quien le inculcó sus aficiones literarias y que cuando a los once años quedó huérfano, ya era un portento como poeta y que su abuelo con el que quedó a su cargo lo terminó de moldear en un hombre elocuente y bastante inteligente.
Cuentan que a la subida al poder de Los Yawar intervino en algunos sucesos lo que hizo que Abu l Hazm primer canciller de Córdoba lo nombrara primer ministro confiándole diversas embajadas de buena voluntad en Taifas vecinas, y que a pesar de su diplomático trabajo no dejó de ser un magnífico poeta.

De temperamento apasionado su corazón, manantial de incontables amores, su corazón idolatraba a una de las hijas del último Califa Omeya al Mustakfi, la princesa Walada que unía a su gran talento en la también poesía, dicen que una hermosura arrolladora. 
Cuentan que la princesa no estaba dentro de las conveniencias de una sociedad que postergaba a la mujer a un harem, por lo que gracias a su situación social y económica abrió los salones de su palacio a literatos y poetas, buscando la apertura de una sociedad donde viera a la mujer de igual a igual. ¡Cosa que sin duda no consiguió y que todavía no hemos conseguido nosotras en muchos campos! 
Ibn Zaydun al igual que muchos, se quedó prendado de Wallada con el incentivo de que ella en parte también le correspondía aunque en la situación que él se encontraba y siendo primer ministro, su relación con la princesa Omeya no era bien vista por los Yawar, que veían en aquella mujer el recuerdo de un Califato que ellos querían mantener lejos.
Así que después de los muchos avisos que le dieron y viendo que Zaydun seguía empecinado en aquella relación, lo destituyeron de su cargo nombrando a un nuevo visir llamado Ben Abdús.

A consecuencia de todo aquello la situación amorosa de Ibn Zaydun y Wallada no iba nada bien, el paso del tiempo y la causa de su destitución de su cargo había enfriado a la princesa que cada vez citaba menos al poeta a sus salones, cosa que Zaydun no llegaba a comprender.

El caso es que unos dicen que una esclava enamorada del poeta levantó injurias de ambos para separarlos, otros cuentan que esa esclava estaba enamorada de Walada, el caso - según Carmen Panadero en el collar de Aljofar- es que esparcieron por toda la ciudad los amores furtivos entre Walada y el nuevo visir, escribiendo desvergonzadas sátiras que destilaban podredumbre. 
Ibn Zaydun, comido por los celos, cometió la torpeza de escribir una carta a Ben Abdús como si saliera de la mano y pluma de Wallada, y esta fue su perdición- prosigue F. Crespín- el amor de la bella Wallada se convirtió en odio y su rival compró suficientes testimonios para acusarlo falsamente de malversación dando con sus huesos en la cárcel. 
Cuenta Crespín que 500 fueron los días que estuvo encarcelado en una torre y que cuando salió, buscó sin poder encontrar a Walada que presionada por los familiares que le quedaba fue recluida en un harem.
Zaydun rebozando amargura su corazón se trasladó a Sevilla donde atormentado vivió hasta sus últimos días.

Su historias en verso "Libro de la aclaración de los Califas Omeyas en al Andalus" y los innumerables poemas amorosos dirigidos a su princesa Walada están considerados como obras maestras de la literatura árabe universal.

"(....) Alejados el uno del otro, mis costados están secos de pasión por ti, y en cambio no cesan mis lágrimas. Al perderte mis días se han cambiado y se han tornado negros, cuando contigo hasta mis noches eran blanca (...) Éramos dos secretos en el corazón de las tinieblas hasta que la lengua del alba estaba a punto de denunciarnos"
                                                                                                                  (Inb Zaydun)




Fuentes consultadas: 

El collar de Aljórfar de Carmen Panadero- Antología de la poesia andalusí de Juan Pablo Fusi editado 2007- Midievala- Biblioteca de al-Andalus: De al-Qabrirí a Zumurrud- Que pasa con Ben Zaydun de Francisco Crespin Cuesta Diario Córdoba 07/04/1970- Temas cordobeses de Rafael Castejón Diario de Córdoba 18/04/1970- Ben Zaydun en la real Academia de Córdoba de Rafael Crespin Cuesta Diario de Córdoba 29/04/1970- Al poeta Ben Zaydun Diario de Córdoba 20/05/1970- Espacios de poder y formas sociales en la Edad Media por Ángel Barrios García,Gregorio Quijano, Iñaqui Martín Viso-Las lenguas de España Escrito por Sabin, Ángel,Diez, Miguel,Morales, Francisco- M. Cabello Cordobeses de la Historia El día de Córdoba marzo de 2008  - La biografia de Wallada toda problemas de Teresa Garulo Muñoz (2009)- Wikipedia- CordobapediaFoto recogida de Internet

4 comentarios:

Wigmore-Conesa dijo...

Siempre que puedo leo tus Miradas a personajes, lugares, callejas... Una vez más, acabando de leerte siento esa tristeza transmitida en el tiempo, que tu condensas a dosis diarias. La de hoy, por ser de amores, ha sido mayor. Aunque no tanto como la de aquella madre que murió junto a la tumba de su hijo en la Mezquita.

MariÁngeles Ortiz dijo...

Que palabras más bonitas me dices, yo soy la que te tengo que dar las gracias por leerme. Un abrazo

Anónimo dijo...

Estou lendo há muito tempo, parabenizo os autores.

MariÁngeles Ortiz dijo...

Muchas gracias.
Un saludo