En tres tiempos se divide la vida: En presente, pasado y futuro; de éstos el presente es brevísimo, el futuro dudoso y el pasado cierto... (Lucio Anneo Séneca)

jueves, 11 de marzo de 2010

La campana de San Antonio y la guerra de Cuba






Según el estudio realizado por A . Muñoz, la campana de San Antonio que se encuentra situada en la sala primera de campana es una de las menos buenas de la Catedral de Córdoba.
A pesar de ello creo que es digna de mención, no ya por la campana en sí, sino por hablar del obispo que mandó fundirla.
¡Pero empecemos por la campana!
Pesa 545 kilos y tiene un diámetro de 101 cm.
Consta en ella el Santo de su dedicación así como el nombre del Obispo, D. Sebastián Herrero y Espinosa de los Monteros, pero no recoge ni el nombre ni otra marca que permita identificar, a su fabricante.
 Solo consta la inscripción:


                                  "SAN ANTONI".


Hay un escudo episcopal con su nombre en relieve en torno al mismo y un anagrama de María, mientras que la divisa está incisa, es decir grabada a posterioridad:

"DR. D. SEBASTIANUS HERRERO ET ESPINOSA DE LOS MONTEROS DEI ET A. S. GRATIA EPISCOPUS CORDUBENSIS + AM CHARITAS CHRISTI URGET NOS. AÑO 1885"



Como bien dice la inscripción fue mandada fundir en el año 1885 en tiempos del Obispo jerezano Sebastián Herrero y Espinosa de los Monteros, conocido como el prelado poeta.
Este Obispo tuvo una amplia y brillante trayectoria episcopal. 
En 1883 se hizo cargo de la Diócesis de Córdoba aunque ya venía de obispados como Cuenca y  Vitoria.

Aquí se encontraba D. Sebastián cuando el 25 de abril de 1898, Estados Unidos le declaraba oficialmente la guerra a España con la excusa de la explosión y hundimiento del Maine.
Los comentarios triunfalistas de la prensa antes de Mayo de 1898 en nada ayudaron a la sociedad cordobesa a la autentica realidad del conflicto que se avecinaba, reinando un levantado espíritu de patriotismo incluido en el Obispo.
Muchos fueron los cordobeses que fueron a aquella guerra; ya que en aquellos tiempos recordemos que el servicio Militar era obligatorio salvo para aquellos que tenían las cerca de 2.000 pesetas para pagar la "redención" para no ir... 
Desgraciadamente, a las filas del ejercito solo iban gente humilde ya que sus familias no disponían de esa cantidad para librar al mozo.
Córdoba se volcó en las ayudas destinadas a la guerra y hasta en la Feria de la Salud se había recaudado nada menos que 3.000 pesetas para ayudar a los gastos de la misma.
El discurso optimista del Obispo en la Mezquita Catedral con motivo de la partida del escuadrón de Regimiento cordobés del Cuartel Alfonso XII denominado después de Lepanto en el Marrubial:

"¡A la mar! ¡A cuba! Solados españoles. A aquellas apartadas regiones llevareis la bendición del cielo y la protección de la Virgen María, vuestra patrona, con la medalla santa que os pende del cuello. 
Yo espero que volveréis triunfantes, contando con la protección divina porque pertenecéis a un gran ejercito cristiano que salió victorioso en Covadonga, en las Navas, en Córdoba y en cien batallas... 
Amados hijos: Yo os prometo que mientras exponéis la vida elevaremos al cielo nuestras plegarias..." 

No hubo protección divina y como en Trafalgar, menos de un siglo antes, los navíos españoles fueron echados de nuevo a pique, esta vez en Santiago de Cuba.
El poderío militar de los EEUU, la obsoleta flota española, el imparable proceso independentista cubano decantaron la balanza rápidamente… El Tratado de París de 1898, firmado el 10 de diciembre, terminó con el desastre de 1898.
Mediante dicho tratado España abandonó sus demandas sobre Cuba y declaró su independencia. ¡Llegando la cruda realidad!... La derrota y el momento de traer a los repatriados.

Los cordobeses contribuyeron de nuevo a sufragar los gastos de esa guerra para traer a sus vecinos de nuevo a casa.
Hasta el propio Obispo contribuyó a la repatriación con 2.000 pesetas de su propio bolsillo, el casino Militar con 10.000, el Ayuntamiento de Obejo  con 1.000 y el Ayuntamiento de Córdoba con 5.000 entre otras...
Aunque la que verdaderamente ayudó a que volvieran nuestros paisanos fue la recién creada Cruz Roja que repartió alimentos y organizando un albergue en la misma estación para los enfermos...
El Obispo siguió ayudando a su manera y para animar la caridad de sus feligreses concedió 40 días de "indulgencias" a todos aquellos que con sus limosnas y auxilios personales colaboraran a la obra de consolar y endulzar la triste suerte de los soldados enfermos y heridos que estaban muriendo de paludismo, tuberculosis y disentería...

Este obispo más tarde fue destinado a Valencia como Arzobispo terminando de Cardenal.


Fuentes Consultadas: 

Autores de fotos e información de la campana ÁLVARO MUÑOZ, Mari Carmen; LLOP i BAYO, Francesc y libro de Andalucia y los repatriados de la guerra de 1889-Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España Volumen 6 por Pascual Madoz,P. y Sagasti Madoz-- El Catalogo de los Obispos de Córdoba

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