En tres tiempos se divide la vida: En presente, pasado y futuro; de éstos el presente es brevísimo, el futuro dudoso y el pasado cierto... (Lucio Anneo Séneca)

miércoles, 5 de agosto de 2009

La leyenda de los siete infantes de Lara en la casa de las Cabezas





Córdoba es capaz de mantener el misterio y embrujo que todos aquellos que aquí dejaron su paso convirtiéndola en una auténtica metrópoli de leyenda, una ciudad con mil historias por contar.
La Judería, como uno de los símbolos de Córdoba, se ha convertido con el paso de los años en testigo de esta realidad. Y es que ese mar de confusas calles de blanco encalado se halla en el poder de un sinfín de rincones casi inimaginables y llenos de un terrible encanto. Cada recóndito lugar ampara un enigma distinto y sin resolver.
Callejón de los Arquillos
Existe entre las calles Caldereros y Portillo uno de esos rincones cautivadores y llenos de misterio...
Uno de esos lugares, en los que la leyenda toma tal fuerza que fascina y llega a sentirse como real.
Se trata de la calle Cabezas, en la que se halla la Casa- Museo Luis de Góngora y Argote y la calleja de los Arquillos, antes llamada de los Siete Infantes gracias a la historia que allí se forjó.

              La Leyenda
Cuentan que cuando en Córdoba todavía se vivía del esplendor que supo darle el abuelo del inepto Califa Hixem II, la ciudad estaba en manos de su lugarteniente Almanzor, un dictador que supo arrebatarle el trono a un niño al que secuestró en Madinat al Zahra.
Mientras, en la ciudad de Burgos, Garci Fernández conde de Castilla preparaba las boda a su prima carnal, doña Lambra de Bureba, la casaba con el Alcayde Mayor de todas sus tierras, Rodrigo Velázquez.

(...) ya se trataban sus bodas
con la linda doña Lambra
Las bodas se hacen en Burgos,
las tornabodas en Salas,
las bodas y tornabodas
duraron siete semanas; 

A la boda acudió doña Sancha hermana del novio, casada con Gonzalo Custioz señor de Lara, acompañada de sus nada más y nada menos que siete hijos al enlace.


Helos, helo por do viene
por aquella vega llana
sálelos a recibir 
la su madre doña Sancha
Bien vengades los mis hijos
buena sea vuestra llegada
Norabuena estéis señora
nuestra madre doña Sancha

Las fiestas fueron fastuosas, hubo banquetes y juegos durante cinco semanas y hasta torneo donde Garci Fernández hizo pregonar que daría un premio cuantioso para el caballero que ganara.


(...) después de que hubieran comido
pidieron juegos de tablas
si no fuera por Gonzalvivo
que su caballo demanda,
y muy bien puesto en la silla
se sale por la plaza

Comienza el torneo y entre todos los caballeros hay uno que destaca sobremanera, se trata del caballero de la Bureba, don Alvar Sánchez, primo de la desposada y también del conde don García, quien sin el menor recato presume de superioridad, con gran alegría por parte de su prima doña Lambra que dice:
doña Lambra que esta vido
de esta manera le hablaba:
Amad, señoras, 
cada cual en su lugar
que más vale un caballero 
de Bureba la preciada 
que no setenta y siete 
de los de la flor de Lara".

Al oír semejante provocación, doña Sancha, hermana del novio y madre de los infantes, le recrimina sus ofensivas palabras:
Calléis, Lambra, calléis, 
no digáis tales palabras, 
porque aun hoy os desposaron 
con mi hermano de alma.

Pero doña Lambra no calla y sigue hostigando verbalmente a su nueva cuñada en presencia de numerosos invitados:
Cállese vos doña Sancha
que tenéis por qué callar
pues paristeis siete hijos
como puerca en muladar

Tanto, que Gonzalo el más joven de los siete hermanos, al enterarse de las palabras de su tía política contesta:
Golzalvico que esto oyera
esta repuesta le da
yo te cortaré las faldas
por vergonzoso lugar
por cima de la rodilla
un palmo y mucho más

Doña Lambra fuera de sí marcha en busca de D. Rodrigo para decirle:


donde don Rodrigo estaba
en entrado por la puertas
a voces se querellaba:
"Quejome a vos señor
viuda me he de llamar,
mal me quieren en Castilla
los que me han de guardar, 
los hijos de doña Sancha
mal abaldonado me han
que me cortarían las faldas
por vergonzoso lugar
y cebarían sus halcones 
dentro de mi palomar
 y me forzarían mis damas, 
casadas y por casar. 
Si d’esto no me vengáis 
yo mora me he de tornar
y a ese buen rey Almanzor
tengo que irme a querellar


Con estas palabras se desencadena la tragedia... Rodrigo, el hermano de doña Sancha ya no piensa en sus sobrinos; ni tan siquiera en su hermana. Sólo piensa en vengar a su esposa doña Lambra
Calledes, la mi señora
vos no digades atal
De los infantes de Lara
bien os pienso vengar
telas le tengo ya urdidas
presto se la he de tramar
nacidos y por nacer de ello
por siempre hablaran

Pasados ya unos meses don Rodrigo Velázquez vio la oportunidad de vengarse, enviando al padre de los siete infantes y cuñado suyo,  pidiéndole a Gustioz que parta para Córdoba para hacerle entrega de un mensaje al famoso Almanzor, con una nota escrita en árabe, en la que pide que se mate al portador e indica dónde puede encontrar a los hijos del Señor Gonzalo, ofreciéndole la vida de éstos en señal de amistad.
Gonzalo Gustioz llegó a Córdoba, se dio a conocer como emisario a los guardias de las murallas y fue conducido a palacio de Al Zahira, residencia del caudillo.
Allí, Almanzor lo recibió con muchos honores, y habiéndole preguntado cuál era su embajada, Gonzalo Gustioz le entregó una carta...
El semblante del caudillo se ensombreció:

-¡Ah Gonzalo Gustioz!-dijo Almanzor-Mala hora que trajisteis esta carta. En ella me pide Ruy Velázquez que os de muerte.
-¡ Muerte! señor, -dijo Gonzalo estremecido- y comprendiendo que había sido traicionado, y así se lo hizo ver a Almanzor que no quiso prestarse a tan infame treta, y le dijo al cristiano:


" No haré lo que se me pide;
y no te quitaré la vida, 
pero he de retenerte aquí. 
Estarás en la cárcel 
hasta tus últimos días".

Don Rodrigo Velázquez aprovechó esta circunstancia para engañar a sus sobrinos con ellos quiere atacar al moro de Alicante y llevarlos a una trampa mortal, ya que al dejarlos solos son capturados y asesinados allí mismo... 

En las sierras de Altamira, 
que dicen del Arabiana, 
aguardaba don Rodrigo 
a los hijos de su hermana: 
no se tardan los infantes 
y el traidor mal se quejaba; 
grande jura estaba haciendo 
sobre la cruz de su espada, 
quien detiene a los infantes 
él le sacaría el alma.   
(...)Alá traen por apellido, 
a Mahoma a voces llaman;
tan altos daban los gritos, 
que los campos retemblaban: 
¡Mueran, mueran, van diciendo
los siete infantes de Lara! 
¡Venguemos a don Rodrigo, 
pues que tiene de ellos saña.


El moro Alicante se presenta en la corte de Córdoba llevando como trofeo las cabezas de los siete infantes, más la de su ayo Nuño Salido. 
Almanzor ordena colocar las cabezas en la prisión donde se encuentra Gonzalo Custioz colgadas en los siete arcos para que desde la celda donde se encontraba pudiera verlas, el padre se lamenta:
"Llorando de los sus ojos 
dixo entonces a Almançor
Bien conozco estas cabezas 
por mis pecados, señor;
conozco las siete, 
que de los mios fijos son,
la otra es de Muño Salido, 
su amo que los crió"

El pobre hombre al ver como habían terminado sus hijos sufre un inmenso dolor que cae enfermos y Almanzor, conmovido, por la perdida de todos sus hijos; envía a su hermana Axa para que lo cuide.


La casa de las Cabezas
que sirvió de prisión al desdichado Gustioz
Durante su cautiverio, D. Gonzalo se enamora de la mora y tiene un hijo con ella…
Enterado Almanzor de la historia de amor y viendo que su querida hermana lo amaba, lo libera y le pide que se marche ya que un cristiano no debe casarse con una árabe...

Cuando se marcha Gustioz y sabiendo que Axa estaba embarazada de él, le entrega a la princesa una sortija que será para su hijo que va a nacer en señal de reconocimiento y garantía de su identidad.

Pasaron los años, y el hijo de Gonzalo Gustioz y la mora, al que llamaron Mudarra González creció en el harem de Almanzor entre los hijos de éste.
Hasta que un día, enferma su madre, Axa, le contó toda la historia de su padre y la alevosía con la que había actuado contra sus hermanastros, Rodrigo Velazquez, le entregó el anillo y le dijo que había llegado el tiempo en que había de marchar a la cristiandad para conocer a su padre y vengarle.
Museo-Mobiliario que se encuentra en la casa
Cuentan las crónicas que Mudarra marchó a Burgos el día que enterró a su amorosa madre, buscó a su padre, se dio a conocer con el anillo y se ganó el corazón de doña Sancha, la madre de sus medios hermanos, quien con triste llanto le contó al cordobés por donde estaba pasando:
"Triste yo que vivo en Burgos
ciega de llorar desdichas
sin saber cuándo el Sol sale, 
ni si la noche es venida, 
si no es que con gran rigor 
doña Lambra mi enemiga 
cada día que amanece
hace que mi mal reviva: 
pues porque mis hijos llore 
y los cuente cada día, 
sus hombres a mis ventanas
las siete piedras me tiran"

Tanto compadeció a aquella mujer, esposa de padre y madre de sus medio hermanos que le juró vengar las muertes de aquellos sietes hermanos que había parido tan excepcional mujer, que lo quería como si fuera hijo propio. Cuentan, que doña Sancha lo adoptó, lo llevaron a bautizar a la iglesia de Santa María, en donde, vestida con camisa de once varas, lo metió por una manga y lo saco por la otra, convirtiéndolo así en su hijo; si bien se negó él a que le cambiaran el nombre.
Al fin, una tarde encontró Mudarra a un caballero reposando debajo de un árbol... Le saludó preguntándole su nombre, a lo que el caballero contestó:


"A mí dicen don Rodrigo, 
cuñado de Gonzalo Gustios
y hermano de doña Sancha;
 por sobrinos me los hube 
los siete infantes de Lara"


A lo que le dice Mudarra:
" Si a ti te dicen don Rodrigo 
tío de los de Lara, 
a mí Mudarra González,
hijo de una renegada, 
de Gonzalo Gustios hijo 
y amado de doña Sancha; 
por hermano mes lo hube 
los siete infantes de Lara". 

A lo que le contestó Rodrigo Velázquez:
" Todos los moros sois, 
hombres de poca valía... 
Que viendo que vais a ello 
a huir luego echarían"

Don Rodrigo- contestó Mudarra: 
¡¡Traidor, el mayor que se podría !! 
A tus sobrinos infantes a la muerte 
los traías y mientras que el mundo dure, 
durará tu alevosía... 
Pero un "moro expósito" 
te matará por tu bellaquería. 

Dándole muerte allí mismo, sin que el traidor pudiera defenderse.
Su cuerpo quedó allí sin sepultura, cubierto de piedras que los castellanos echaron sobre él; y desde entonces todos los que pasaban por aquella pedrera, en vez de rezar un padrenuestro, echaban otra piedra maldiciendo el alma del traidor.
Y así se cumplió la venganza del sobrino de Almanzor por la traición de que fueron objeto sus hermanastros, los siete Infantes de Lara.
Se cuenta que cumpliendo los deseos de doña Sancha, Mudarra se convirtió en el heredero de sus bienes, que casó con una señora de alto linaje y prolongó la dinastía de los Lara con un hijo al que llamó Nuño González de Abalos.


Patio de recibo de la casa
Y aquí termina la leyenda y ahora empieza la historia:
Lo cierto es que no sabemos cuanta parte de verdad según la tradición fue una de las casas de Almanzor, y la prisión del padre de los infantes de Lara en cuyo callejón le colgaron las cabezas de sus siete hijos...
Interior de la Casa
Lo cierto es que esta casa, como nos cuenta su actual propietario D. Manuel Ramos Gil, fue propiedad de Juan de Córdoba, un rico mercader de la familia de los Membreque que en tiempos de la inquisición y del miserable y depravado inquisidor Diego Rodriguez de Lucero, estuvo acusado de judaizante.
Aljibe o restos del Mikvé de lo que sería la Sinagoga
Un estudio realizado por el actual propietario ha descubierto que la casa fue una antigua sinagoga ya que en el sótano de la casa se han encontrado restos de un antiguo "Mikvé" lugar donde se purificaban los judíos antes de la oración. ¿Y sabéis una cosa? Yo he tenido la gran suerte de tocar ese agua mucho antes de que esa casa fuera rehabilitada.

Otro dato muy curioso es que los equinoccios  un rayo de sol rompe la penumbra del sótano a través de una saetera original de la casa 


¿Cuándo se díó origen a la falsa leyenda de que las cabezas estuvieron colgadas en la Calleja de los Arquíllos? A nuestro juicio hacía el año 1566, cuando uno de los vecinos de la calle referida, nombrado Rodrigo Jurado, deseando perpetuar de forma plástica aquel hecho histórico de la presentación de las cabezas de los Infantes de Lara a su padre Gonzalo Gustíos, pide autorización al Cabildo Municipal de esta ciudad, para que le autorízase a hacer una portada en su casa y pintar siete cabezas que digan que son las cabezas de los Infantes de Lara, y se le dió licencia para que lo pudiera hacer sin pena alguna (



*Editado: 
Febrero de 2012
Marzo de 2018

Fuentes consultadas: 
Leyenda de los siete Infantes de Lara -Leyendas Épicas españolas de Rosa Castillo- Cantares de Gesta- Fotos recogidas de Internet- Romance anónimo recogido de la Biblioteca virtual universal- El misterioso rayo de sol de la casa cabezas de Córdoba por P. Gárcia Barquero ABC Córdoba 24/03/2017- 

2 comentarios:

Galeno dijo...

Me encantó la leyenda que desconocía.
Muy agradecido

MariÁngeles Ortiz dijo...

Gracias Galeno y bienvenido a este humilde ricón