En tres tiempos se divide la vida: En presente, pasado y futuro; de éstos el presente es brevísimo, el futuro dudoso y el pasado cierto... (Lucio Anneo Séneca)

sábado, 24 de septiembre de 2011

El motín del pan y las cordobesas




Felipe IV no cumplió como rey; fue uno de "los Austrias" que dejó su reino en manos de un valido, mientras él saltaba de cama en cama... 
El colega era lo que hoy llamaríamos un sexo- adicto que le gustaban solteras, casadas, monjas, de alta alcurnia o de los bajos fondos, y por supuesto bastantes actrices.
Primero lo casaron con Isabel de Borbón hija del rey de Francia con la que ya, según las malas lenguas, había tenido sus "más y sus menos" en la infancia ¡Fueron muy precoz los muchacho!  y con la que tuvo siete retoños de los que le vivió una hija que fue casada con Luis XIV de Francia.
Muerta su primera esposa lo casaron con su sobrina, una niña de apenas doce años a la que le hizo cinco hijos de los que vivieron solo una hija que murió a los veintiún años y un hijo tontaina que llegaría a ser Carlos II "El Hechizado".

Cuentan que extramaritales hubo 46 churumbeles, así que os podéis imaginar el tiempo que tuvo "el notas" de gobernar su reino.
El caso es que entre tanto revolcón y ese desenfreno sexual que tuvo perdió Portugal, la guerra contra Flandes, la de Francia y por poco los condados catalanes, esto hizo que las arcas  del estado estuvieran pronto vacías con la presión a sus súbditos de la subida de impuestos.

¡Ya teníamos un caldo de cultivo importante en España!

Con este panorama político en este país, Córdoba no era diferente, la nobleza amasaba grandes fortunas mientras que lo pobres eran cada vez más pobres ¡La realidad es que no hemos cambiado mucho!
Además, sufrió una epidemia de peste que se llevó por delante, dicen algunos historiadores que 13.000 personas de una población de unos 40.000 habitantes que durante meses nadie podía salir ni entrar de a la ciudad.
En tan solo dos años, 1648 a 1650, fue suficiente para acabar con un tercio de la población  que habían dejado muy maltrechos a los cordobeses; a esto se unió el incremento del precio tras malas cosechas y por lo tanto daba vez menos alimentos. ¡Quien no murió de peste ahora moría de hambre! 
En 1651 la cosecha de trigo fue escasa, y para colmo fueron los poderosos, nobles y clero, los que  acapararon suficiente grano para especular con el precio del mercado... 

Antes los primeros alborotos el alcalde de turno se empleó con dureza contra los más humildes que veían como sus hijos morían de hambre sin poder hacer nada; ni tan siquiera el Corregidor de la ciudad Pedro Alonso Florez y Montenegro, Vizconde de Peña Parda no tomó ni una decisión que pudiera dar alivio a las miles de personas con la desastrosa situación.

Todo comenzó un 6 de Mayo cuando una mujer con su hijo muerto en su brazos, comenzó a dar gritos por la calles del barrio de San Lorenzo, a ella se iban uniendo otras mujeres que alzaron su voz para indicarle a sus hombres que había llegado la hora de levantarse contra el poder que no fueran unos cobardes.
- ¡Cuantos hijos tenéis que ver morir para no ser tan cobardes!- Gritaban las mujeres de calle en calle.
- ¡Si no lo hacéis vosotros, seremos nosotras las que nos levantaremos! ¡No vamos a permitir que se nos mueran más hijos de hambre!- Seguían gritando-
Poco a poco los ánimos se fueron calentando y un grupo de hombres armados con hoces, palos y guadañas, se dirigieron a la casa del Corregidor que cuál cobarde, viendo lo que le venía encima, se había fugado y escondido en el convento de los Trinitarios tomando asilo de sagrado ¡Mucho caballero de la orden de Santiago, pero cobarde como él solo, el vizconde!

Los amotinados sacaron de la casa del cobarde todo los alimentos que tenía y el trigo almacenado y lo llevan al pósito para que la población hambrienta pueda alimentarse.
De allí, los sublevados que se empezaron a contar por cientos se apoderan de la torre de la Calahorra que daba entrada a la ciudad haciendo que la gran mayoría de caballeros se marchen de la ciudad atemorizados y cuyas casas fueron desvalijadas y cogido todo el trigo que tenían almacenado.

El día 7 la turba es ya de miles, y continuaron asaltando casas de familias acomodadas donde descubrieron grandes cantidades de trigo acaparado en sus almacenes acaparado por los especuladores, entre ellos clérigos del cabildo de la Catedral, situación que no hizo sino encender más la mecha de la indignación....

La anarquía llegó a ser total el 8 de Mayo. Que se van haciendo con los puntos estratégicos de la ciudad, como la puerta de Gallegos y de las murallas como medida de protección sobre un posible ataque; concentrando a grandes grupos en torno a río, pues empezó a circular el rumor de que el marqués de Priego y el conde de Cabra estaban preparándose para atacar Córdoba.... 
La ira popular se desbordó en acciones de gran violencia  apoderándose de grandes cantidades de dineros de los palacios devastados y de gran cantidad de armas.
El caos fue tremendo y la muerte por un bando hambriento y otro defendiendo sus casas y lacenas, se hizo presente en regueros de sangre...

Pero allí se encaminó Don Diego Fernández de Córdoba como Veinticuatro de la ciudad intervinieron en la confianza de los sublevados y trajeron un poco de cordura, dirigiéndose a los ciudadanos prometiendo que si deponían las armas y su actitud él daba su palabra del abaratamiento del precio del trigo.
¡La gente solo quería comer y darle pan a sus hijos! Así que lo nombran nuevo corregidor a Fernández de Córdoba, siendo el obispo fray Pedro el - según Calvo Poyato- quien le entregó las insignias propias de su cargo en medio de los vítores del pueblo y de fuertes descargas de arcabuces.

A partir de esos días la ciudad  vivió una decreciente agitación y como mediadores el poder eclesiástico como bien tenían acostumbrados a los españoles los Austrias, Felipe IV libró la suma de 100.000 ducados para la compra del trigo y por consiguiente el abaratamiento del precio del pan, con esta medidas los ánimos se fueron templando aunque no dejaron de haber alguna que otra represalia del bando de los caballeros contra la gente del pueblo y viceversa... Apuntando el rumor de que una vez que los ánimos se fueran calmado habría represalias contra los cabecillas del motín .
Para tratar de poner fin a todo esto el obispo fray Pedro junto con el Corregidor obtuvieron del Rey un perdón general que fue pregonado por todos los rincones de la ciudad.



Fuentes consultadas:
La revuelta de córdoba de 1652 por José Calvo Poyato. La Revista de la Historia, nº 65. Madrid. 2004.El Catalogo de los Obispos de Córdoba - Repercusiones de la crisis de subsistencia, Crónicas de Córdoba y sus pueblos de Luis Segado Gómez- Historia de la ciudad de Córdoba de Antonio Jaen- Consultado libro de Actividad Teatral de Córdoba- Paseos por Córdoba de D. Teodomiro Ramirez de Arellano-Cordobapedia- Fotos recogida de Internet

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