En tres tiempos se divide la vida: En presente, pasado y futuro; de éstos el presente es brevísimo, el futuro dudoso y el pasado cierto... (Lucio Anneo Séneca)

martes, 27 de enero de 2015

Marco Anneo Mela...

Padre de Lucano






Cuando apenas Mela tenia dos años, sus padres y hermanos se marcharon a Roma y aunque este niño tuvo los mismos maestros que sus hermanos
, Lucio Anneo Seneca y Galión que alcanzaron cargos importantes públicos... 
Él siempre aspiró a una vida mucho más domestica y moderada, volviendo a Córdoba con la orden de su padre para poner al día una grandiosa hacienda que tenían en la ciudad y es donde conoce y donde se casa con Caya Acilia hija de Cayo Acilio Lucano, de los Acilios cordobeses y familia muy relevante e influyente de aquellos tiempos. y que según Josep Rodriguez de Castro- hace mención Cornelio Tacito en el capitulo 56 del libro XV de sus Anales, y de Acilio dice:

"Fue Acilio  insigne orador romano y bien reconocido por el Senado y que le acreditan las cartas de recomendación que le escribió Ciceron a favor y que en el año de Roma de 542 fue a Alejandria por Enviado del Senado Romano, con los preciosos presentes que por menor refiere para renovar la alianza con Philopator Rey de Egipto, que comenzó a reinar poco antes del comienzo de la segunda guerra Púnica"

Bueno, pues ya podemos imaginar que el pequeño Lucano, que así se llamó el pequeño nacido del matrimonio, tuviera tan grandes conocimiento cuando toda su familia tanto la materna como la paterna fueran excelentes oradores y estudiosos....
Cuando su hijo Lucano apenas tenía ocho meses tanto él como su esposa decidieron marcharse de nuevo a Roma, donde ejerció con brillantez la abogacía y se dedicó al cultivo de la amistad, viendo colmadas sus ambiciones sociales con la obtención del rango de ecuestre, que no era el principal dentro de la graduación jerárquica de las capas sociales de Roma, manteniéndose siempre bastante alejado de la vida pública y las intrigas palaciegas.
Cuando su hijo y hermanos fueron acusados por Nerón por la conjura de Pisón, no tuvieron motivos de acusar a Mela ya que jamás había estado envuelto en la vida pública de Roma ni había ostentado cargo público alguno.
Fue un duro golpe tener que ver como su propio hijo se había quitado la vida al igual que sus hermanos... 
Aunque mucho más duro fue que sin saber que Nerón anhelaba las riquezas de su propio hijo, reclamó la herencia de Lucano y fue acusado directamente con Nerón como que él también había sido uno de los participantes de la conjura y condenándole a la pena de muerte .



Fuentes Consultadas: 
Biblioteca Española que contiene las noticias de los escritores gentiles españoles  de Josep Rodriguez de Castro- Historia literaria de España desde nuestra primera población hasta nuestros días por  R. Mohedano- Wikipedia- Cordobapedia -Foto recogida de internet- 

lunes, 19 de enero de 2015

El Ciprés y el carillón de San Pablo





Frente al Ayuntamiento de Córdoba, encima de lo que fue un palacio almohade y mucho antes, un anfiteatro romano, se levanta una portada con un barroco severo. En ella, una verja que da paso invitando a seguir el camino al pequeño compás que enmarca a la iglesia de San Pablo.
Cuentan, que justamente a la espalda de la iglesia hubo un Ciprés alto, regio, majestuoso, haciendo de relieve como si de un lienzo se tratara, de copa tan fina que se asemejaba a un pincel.
Eran muchos los años que tenía el Ciprés, sembrado por los dominicos del convento, conoció la huerta que los hermanos trabajaban y a la que todo el mundo llamaba "La Almesa", viendo con mucho penar el día que se marcharon, y presenciando el derribo del convento mientras lloraba cerca de lo único que quedó en pie, la iglesia a la que superaba en palmos...

Un día colocaron, muy próximo a él, un carillón enrejado, donde se ocultaba las treinta y seis campanas hechas de bronce que acompañan al rosetón macizo de la bella iglesia.
Alguien me contó que en las noches claras, cuando las piedras del minúsculo compás eran invadidas por rayos de la luna llena, se veía al Ciprés gigante, arrogante, agitarse airoso moviendo su fina copa, llenando el ambiente de sonidos que no eran otras, que palabras de un árbol que orgulloso sentía los años vividos, esos que dan la sensatez de saber esperar...
El carillón, marcando el contraluz de los rayos brillantes de la luna, dejaba salir por las ranuras de su entablillado la alegría suave de una campanita, la más pequeña y con reflejos de plata.
Cuando cantaba el Ciprés con murmullos de sus hojas flotantes, respondía el carillón con sonrisas de campanas de bronce alegres...
En el aire se oía palabras del árbol que tenía el privilegio de conocer mucha historia, y en la noche, rica en sombras angulosas, el Ciprés decía pavoneando su penacho:
-He crecido con lozanía perenne y ya alcanzo a las nubes blancas, soy más hermoso y alto que el carillón...
Seguidamente soplaba la brisa de la noche hacía las rejas del campanario saliendo hermosos sones que después, se hacían palabras de orgullo y soberbia:
-Nosotras estamos más altas, pues nuestra voz llega al azul del cielo. - seguían cantando las campanas- hemos nacido de la manos de un artífice con el don del divino, que nos hizo con bronce y plata para que cuando nos tañeran inundar con música toda la ciudad.
A lo que seguía diciendo el Ciprés moviendo de nuevo su copa:
En mí anidan gorriones que trinan muy cerca del cielo y se cobijan golondrinas  para ahuyentar el calor, yo me siento dichoso de ser también obra de Dios.

Y así pasaban las noches, con ese diálogo de orgullo que ambos sentían, quedando roto cuando sonaba el toque de laudes.
Entonces el Ciprés, se quedaba en silencio meciéndose en el aire cálido y el viejo carillón guardaba callado sus campanas soberbias, excepto la campanita, la más pequeña, que se quedaba embelesada observando al Ciprés presumido como mecía su copa a la espera de ver pasar a los feligreses para misa.

Cuentan que una mañana clara, cuando el aire todavía regalaba el frescor de la aurora, la ciudad amaneció más silenciosa que de costumbre y que al mirar allí arriba, cerca del cielo, donde siempre se veía el penacho del Ciprés altanero, solo se encontraron revoloteando pájaros tristes, gorriones que buscaban el cobijo del frescor de árbol que ya no estaba...
Y rompiendo el silencio una campanita, la más pequeña, sonaba monótona y triste "Tin.... tan" como se despide a los muertos.
Murió el Ciprés majestuoso y todas la campanas de las torres de la ciudad lamentaban la desdicha.
Lloraron los suyos, los demás cipreses que jamás llegarían a ser tan altos como él, lo lloró la noche oscura y hasta la luna llena, que dejó de brillar con la misma intensidad de cuando alumbraba al bello árbol...
Cuentan, que la campanita, la más pequeña, lloraba con su "Tin... tan" a todas horas, a pesar de que el carillón tocara para otros menesteres la campanita perdía el compás de sus hermanas para solo tocar su "Tin...tan", echaba de menos al majestuoso, al enorme Ciprés que la hacía recordar que te tienes que sentir orgulloso de lo que eres.

Por aquel tiempo un Cristo venía de la iglesia de San Francisco para cobijarse ya para siempre, en la Real iglesia de San Pablo.
Tan contentos se pusieron la congregación con su nuevo e ilustre huésped, que quisieron obsequiarlo con un nuevo paso para poder procesionar en Semana Santa por la ciudad... Se reunieron y decidieron llamar a Julio Pajares Vilches, renombrado tallista que confeccionó un paso de estilo barroco para el que utilizó la madera del corpulento Ciprés.

Cuentan que la campanita, la más pequeña, cada viernes Santo que sale el Cristo de la Expiración para pasear las calles cordobesas, empieza a tocar tan alegre, que parece salirse del carillón porque sabe que el Ciprés alto y majestuoso, acompaña al Cristo en su camino.


Fuentes consultadas:
Historia recogida de El ciprés y el carillón  por Francisco Bravo García Diario de Córdoba 03/09/1943 Ampliada la historia - Hermandad de penitencia del Santísimo Cristo de la Expiración- Campaner

domingo, 4 de enero de 2015

Dos reinas en Córdoba: Isabel la Católica y Abenchara


Placa que se encuentra en el
Alcázar de los Reyes Cristianos





Aunque parezca mentira en el Alcázar de Córdoba llegó a convivir la reina de Castilla Isabel la Católica y la reina de Canarias cuando fue apresada en 1482.
Abenchara Chambeneguer estaba embarazada, al igual que la reina Isabel.
Os imagináis: Dos mujeres en estado de buena esperanza: Una, luchando por su vida en tierra extraña sin saber que le depararía el futuro, la otra intentando ganar tierra a los moros y terminar de conquistar Canarias ... La verdad que una historia importante por contar. 
Para ponernos en situación:
La conquista del archipiélago comenzó en 1402 y terminó en 1496, casi un siglo que se dividió en dos etapas bien diferenciadas:
La primera se le ha llamado "Conquista Señorial" que consistió en hombres con posibles que se aventuraban a busca tierras para beneficio propio realizada a cambio de un pacto de vasallaje a la corona. Es decir, yo corro con todos los gastos pero si la aventura sale bien la Corona "pilla cacho".
Luego estaba la "Conquista Realenga" la conquista que fue realizada directamente por la corona castellana.
Algunas islas Canarias no siempre estuvieron en manos de Castilla ya que también estuvieron a manos de un normando, en concreto por Jean Bethencourt, que el tío era barón y contaba con apoyos importantes en la corona de Enrique III de Castilla, el abuelo de Isabel.
¿Qué buscaba allí el colega? Pues un liquen llamado "orchilla" que se utiliza para el color purpura.
Alcázar de los Reyes Cristianos 
Así que el francés llegó a Lanzarote e invadió la isla sin oposición de los 300 autóctonos que ya vivían allí y que se les denominaba "majos"... ¡ Y como siempre en solo dos años levantaron la capilla porque la religión había que meterla a sangre y fuego!
Viéndolo con ojos del siglo XXI no lo hicieron nada bien con los aborígenes ya que fueron asesinados y esclavizados en nombre de una Corona que por su lejanía desconocía y le importaba un pairo lo que ocurría allí, pero la historia hay que leerla en el contexto de aquellos años y es el siglo XV.
La conquista de las demás islas no fue tan sencilla como la de Hierro y Lanzarote, ya que hubo resistencia por parte de los indígenas, sino rencillas entre los propios conquistadores.
Bajo el mando de Pedro de Vera, Abenchara fue hecha prisionera por el sanluqueño Alonso Fernández de Lugo y el sevillano Hernán Peraza, que no desaprovecharon la ocasión para hacer méritos ante los Reyes Católicos, al descubrir que Abenchara no era una esclava más, sino que era la Guayarmina. 

(...) La sobresaliente fémina fue hecha prisionera por el ejército conquistador, mandado por el capitán Pedro de Vera, en el verano de 1482, siendo trasladada inmediatamente a la corte para ser presentada a los Reyes Católicos don Fernando y doña Isabel, residentes a la sazón en la ciudad de Córdoba, por causa de las operaciones promovidas contra el reino moro de Granada... (...) en el Alcázar Nuevo, los reyes católicos recibieron y agasajaron en la jornada del 31 de agosto de 1482 a la reina de Gran Canarias, vestida con traje castellano y sumida en un más de confusiones, sobresaltos y angustias... (...)
                                                                                                                Antonio Rumeu de Armas

No podían defraudar de nuevo a la corona sobre todo Hernán Peraza que a causa de unas rencillas de conquistadores mandó matar a Juan Rejón. Esto no cayó nada bien a la corona y más cuando la viuda de éste utilizando sus conocidos pidió justicia a los Reyes Católicos.
Peraza fue sometido a un juicio y a pesar de tener grandes conocidos influyentes en la Corte, no las tenía todas consigo, así que traer a la reina Canaria sería en propio beneficio...  Una larga historia que para saber más (Pincha Aquí)
¡¡Bueno, a lo que íbamos!!
Una vez que ambos se enteran de que es la reina de Canarias y a pesar de su grave estado de salud fue embarcada a la Península, viajando hasta Córdoba para entregársela a los Reyes.
Abenchara al estar embarazada y muy enferma, la instalan en el mismo edificio donde vivía la reina.
(...) Es de advertir que la reina de Canaria se encontraba por aquellas fechas gravemente enferma, acaso por los padecimientos del largo e incómodo viaje, y que a esta dolorosa circunstancia se venían a unir las zozobras y angustias de un avanzado embarazo. / Después de superar cuatro semanas de extrema gravedad, en que estuvo a punto de muerte, la soberana aborigen dio a luz una niña el 30 de septiembre de 1482, recuperando lentamente la salud y las fuerzas físicas... (...)
                                                                                                                                        Antonio Rumeu de Armas
Alcázar de los Reyes Cristianos de Córdoba
Los Reyes sabían que el retener a Abenchara seria la mejor baza que podrían tener, para presionar a su esposo, Tenesor Semidán que más tarde sería Fernando de Guanarteme y así evitar las revueltas de los indígenas y negociar un tratado con Canarias.

Con una diferencia de tres meses ambas reinas tuvieron a sus hijas. Primero y por parte de la reina Isabel, la infanta María a fines de junio, quien llegaría a ser Reina de Portugal.
Abenchara da a luz una niña que por nombre pusieron Catalina y que nació el 30 de septiembre de 1482, como se demuestra en los informes del pago que realizó Juan de Frías, de seis reales a la partera.
En esos mismos informes dice el Alcaide del Alcázar Juan de Frías:

"(...) Primeramente gasté con la dicha reina de Canaria,  en el mes de septiembre de dicho año que anduvo mal todo el mes,  que me la entregaron doliente a la muerte se gastaron en medicinas, purgas y jaropes e otras cosas que fueron menester para su dolencia, e en un maestro que la curó, seyscientos e qinquenta maravedíes. 
Según las cuentas de la conquista de Gran Canaria aparece: 
(...) Que pariú la dicha repa de Canaria en fin del mes de septienbe de ochenta e dos. Di a la partera seys reales, que son ciento e ochenta e dos maravedies. Que conpré en treynta de septienbre del dicho año para la niña que parió, seys varas de frisa blanca e pardilla para mantillas a sesenta maravedíes la vara, que son trescientos e sesenta maravedíes. Que conpré de lienco para savanillas e camisitas, seys varas a veynte e cinco maravedíes, que montó ciento e cinqueata maravedies. Que conpré un manto para la dicha niña, dos varas de frisa verde a setenta e cinco maravedíes la vara, que montan ciento e cinquenta maravedíes. En quince de octubre del dicho año conpré un par de zapatas que eostaron treynta e un maravedíes. En diez e seys de octublre de ochenta e dos conpré para el esclavito del príncipe seys varas de frisa Manca e azul para mantillas, que costó a sesenta e cinco maravedíes la vara, que montan trecientos e noventa maravedíes.En veynte e cinco días de octubre del dicho año conpré para el esclavito dos varas de frisa verde a setenta e cinco maravedíes lavara, que montan ciento e qinquenta maravedíes. Que conpr6 este día seys varas de lienco para camisitas e sabardias, e un manto para el esclavito, a veynte e cinco maravedíes,que montan ciento e cinquenta maravedíes. De su mantenimiento de once meses y medio que la tuve en mi poder, hasta quince días de agosto que la entregué a su marido por mandato del Rey nuestro señor, para llevarla a su tierra……. 4.000 maravedíes (...)".

La reina Canaria fue bautizada durante su estancia en Córdoba con el nombre de Juana Fernández, dicen que el nombre se le impone en honor de la pequeña infanta real que más tarde será Reina de Castilla y el apellido Fernández o Hernández, como indistintamente se escribía en aquellos tiempos, en honor al rey.
Una vez firmado el pacto con los Reyes de no agresión, Tenesor recoge a su esposa en Córdoba y vuelven a Gran Canarias para tratar de apaciguar las rebeliones que existían en la isla. 
¿Y que les asegura a los Reyes católicos para que cumplieran el pacto? 
Nada mejor que quedarse a la pequeña Catalina que la pasan al servicio, como dama de compañía, de la propia infanta María. 
Sobre Abenchara cuentan que una vez terminada la conquista fue de nuevo capturada por Pedro de Vera y vendida como esclava en Jerez de la Frontera, donde pudo estar alrededor de ocho años esclavizada hasta que su sobrino Juan de Guzmán logró su liberación. De vuelta a Canarias se casó con Juan de las Casas, uno de los conquistadores, donde recibió repartimento de Orotava y Tejina. De este matrimonio tuvo un hijo que se llamó como su padre y tras enviudar se casó de nuevo con otro conquistador canario llamado Juan Pascual. 
La pequeña Catalina durante los próximos años permaneciendo en la Corte española donde recibe la educación religiosa y cortesana de su época, lo que apoya este argumento es el contenido de un documento que existe de Simancas en el que se consigna los gastos de la cama de Catalina:

" (...) Trece varas y media de lienzo de presilla para una cama a Catalina la Canaria, e una arroba de lana para los colchones, que son 783 maravedís. nos almohadas de ras, que costaron 365 mrs., y media arroba de lana para henchirlas, a 135 mrs., que son 865 (...)
Patio de la Mujeres -Alcázar de los Reyes Cristianos
Años más tarde, cuando la infanta María se casa con su cuñado Manuel I de Portugal, Catalina volverá a Gran Canaria casándose en Gáldar con tres maridos diferentes:
El castellano Pedro de Vega, con el que tuvo dos hijos, Adán de Azedo, conquistador, con el que tuvo dos hijos y dos hijas y Blas Rodríguez con la que tuvo una hija; sin haber enviudado de ninguno de ellos.

Parece ser que como princesa Canaria podía repudiar a su esposo y casarse con uno nuevo...
Antes de morir Catalina, encomienda a su tercer marido sus voluntades en un testamento otorgado ante un escribano poco antes de su muerte, donde deja claro que es "La hija de Hernando de Guanarteme, rey que fue de esta isla".
Catalina, la llamada Canaria, fallece en Agüimes a los 44 años de edad a causa de la peste.

En el Alcázar de los Reyes Cristianos existe esta placa de relieve cuyo autor es el escultor palmense Facundo Fierro, en memoria a la reina de Canarias Abenchara Chambeneguer en la que se puede leer:
"La reina Isabel de Castilla acogió en este alcázar bajo su protección y cuidado a la cautiva reina de Canarias. Aquí vivió y alumbró una hija. Terminada la conquista regresó a su isla con su esposo Fernando Guanarteme. 1482-1483"


*Editado para cambiar fotografía 18/04/2016
*Editado y ampliado 21/02/2023

Fuentes consultadas: 
Documentada y basada en el trabajo La Reina de Canarias de Faneque Javier Hernández Bautista- A través de las islas canarias de Cipriano de Arribas Sánchez- Wikipedia -Fotografía recogida de Cordobapedía- Revista del Museo Canario XLIII 98- Las cuentas de la conquista de Gran Canaria” pag ei Anuario de Estudios Atlánticos nº 12. 1966 por M:A: Laredo Quesada- Nuevos datos sobre la descendencia de don Fernando Guanarteme por Manuel Lobo Cabrera- Don Fernando Guanarteme y las princesas Guayarmina y Masequera en la corte de los Reyes Católicos por Antonio Rumeo de Armas-