Os imagináis: Dos mujeres en estado de buena esperanza: Una, luchando por su vida en tierra extraña sin saber que le depararía el futuro, la otra intentando ganar tierra a los moros y terminar de conquistar Canarias ... La verdad que una historia importante por contar.
Para ponernos en situación:
La conquista del archipiélago comenzó en 1402 y terminó en 1496, casi un siglo que se dividió en dos etapas bien diferenciadas:
La primera se le ha llamado "Conquista Señorial" que consistió en hombres con posibles que se aventuraban a busca tierras para beneficio propio realizada a cambio de un pacto de vasallaje a la corona. Es decir, yo corro con todos los gastos pero si la aventura sale bien la Corona "pilla cacho".
Luego estaba la "Conquista Realenga" la conquista que fue realizada directamente por la corona castellana.
Algunas islas Canarias no siempre estuvieron en manos de Castilla ya que también estuvieron a manos de un normando, en concreto por Jean Bethencourt, que el tío era barón y contaba con apoyos importantes en la corona de Enrique III de Castilla, el abuelo de Isabel.
¿Qué buscaba allí el colega? Pues un liquen llamado "orchilla" que se utiliza para el color purpura.
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Alcázar de los Reyes Cristianos |
Así que el francés llegó a Lanzarote e invadió la isla sin oposición de los 300 autóctonos que ya vivían allí y que se les denominaba "majos"... ¡ Y como siempre en solo dos años levantaron la capilla porque la religión había que meterla a sangre y fuego!
Viéndolo con ojos del siglo XXI no lo hicieron nada bien con los aborígenes ya que fueron asesinados y esclavizados en nombre de una Corona que por su lejanía desconocía y le importaba un pairo lo que ocurría allí, pero la historia hay que leerla en el contexto de aquellos años y es el siglo XV.
La conquista de las demás islas no fue tan sencilla como la de Hierro y Lanzarote, ya que hubo resistencia por parte de los indígenas, sino rencillas entre los propios conquistadores.
Bajo el mando de Pedro de Vera, Abenchara fue hecha prisionera por el sanluqueño Alonso Fernández de Lugo y el sevillano Hernán Peraza, que no desaprovecharon la ocasión para hacer méritos ante los Reyes Católicos, al descubrir que Abenchara no era una esclava más, sino que era la Guayarmina.
(...) La sobresaliente fémina fue hecha prisionera por el ejército conquistador, mandado por el capitán Pedro de Vera, en el verano de 1482, siendo trasladada inmediatamente a la corte para ser presentada a los Reyes Católicos don Fernando y doña Isabel, residentes a la sazón en la ciudad de Córdoba, por causa de las operaciones promovidas contra el reino moro de Granada... (...) en el Alcázar Nuevo, los reyes católicos recibieron y agasajaron en la jornada del 31 de agosto de 1482 a la reina de Gran Canarias, vestida con traje castellano y sumida en un más de confusiones, sobresaltos y angustias... (...)
Antonio Rumeu de Armas
No podían defraudar de nuevo a la corona sobre todo Hernán Peraza que a causa de unas rencillas de conquistadores mandó matar a Juan Rejón. Esto no cayó nada bien a la corona y más cuando la viuda de éste utilizando sus conocidos pidió justicia a los Reyes Católicos.
Peraza fue sometido a un juicio y a pesar de tener grandes conocidos influyentes en la Corte, no las tenía todas consigo, así que traer a la reina Canaria sería en propio beneficio... Una larga historia que para saber más (Pincha Aquí)
¡¡Bueno, a lo que íbamos!!
Una vez que ambos se enteran de que es la reina de Canarias y a pesar de su grave estado de salud fue embarcada a la Península, viajando hasta Córdoba para entregársela a los Reyes.
Abenchara al estar embarazada y muy enferma, la instalan en el mismo edificio donde vivía la reina.
(...) Es de advertir que la reina de Canaria se encontraba por aquellas fechas gravemente enferma, acaso por los padecimientos del largo e incómodo viaje, y que a esta dolorosa circunstancia se venían a unir las zozobras y angustias de un avanzado embarazo. / Después de superar cuatro semanas de extrema gravedad, en que estuvo a punto de muerte, la soberana aborigen dio a luz una niña el 30 de septiembre de 1482, recuperando lentamente la salud y las fuerzas físicas... (...)
Antonio Rumeu de Armas
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Alcázar de los Reyes Cristianos de Córdoba |
Los Reyes sabían que el retener a Abenchara seria la mejor baza que podrían tener, para presionar a su esposo, Tenesor Semidán que más tarde sería Fernando de Guanarteme y así evitar las revueltas de los indígenas y negociar un tratado con Canarias.
Con una diferencia de tres meses ambas reinas tuvieron a sus hijas. Primero y por parte de la reina Isabel, la infanta María a fines de junio, quien llegaría a ser Reina de Portugal.
Abenchara da a luz una niña que por nombre pusieron Catalina y que nació el 30 de septiembre de 1482, como se demuestra en los informes del pago que realizó Juan de Frías, de seis reales a la partera.
En esos mismos informes dice el Alcaide del Alcázar Juan de Frías:
"(...) Primeramente gasté con la dicha reina de Canaria, en el mes de septiembre de dicho año que anduvo mal todo el mes, que me la entregaron doliente a la muerte se gastaron en medicinas, purgas y jaropes e otras cosas que fueron menester para su dolencia, e en un maestro que la curó, seyscientos e qinquenta
maravedíes.
Según las cuentas de la conquista de Gran Canaria aparece:
(...) Que pariú la dicha repa de Canaria en fin del mes de septienbe de ochenta e dos. Di a la partera seys reales, que son ciento e ochenta e dos maravedies. Que conpré en treynta de septienbre del dicho año para la niña que parió, seys varas de frisa blanca e pardilla para mantillas a sesenta maravedíes la vara, que son trescientos e sesenta maravedíes. Que conpré de lienco para savanillas e camisitas, seys varas a veynte e cinco maravedíes, que montó ciento e cinqueata maravedies. Que conpré un manto para la dicha niña, dos varas de frisa verde a setenta e cinco maravedíes la vara, que montan ciento e cinquenta maravedíes. En quince de octubre del dicho año conpré un par de zapatas que eostaron treynta e un maravedíes. En diez e seys de octublre de ochenta e dos conpré para el esclavito del príncipe seys varas de frisa Manca e azul para mantillas, que costó a sesenta e cinco maravedíes la vara, que montan trecientos e noventa maravedíes.En veynte e cinco días de octubre del dicho año conpré para el esclavito dos varas de frisa verde a setenta e cinco maravedíes lavara, que montan ciento e qinquenta maravedíes. Que conpr6 este día seys varas de lienco para camisitas e sabardias, e un manto para el esclavito, a veynte e cinco maravedíes,que montan ciento e cinquenta maravedíes. De su mantenimiento de once meses y medio que la tuve en mi poder, hasta quince días de agosto que la entregué a su marido por mandato del Rey nuestro señor, para llevarla a su tierra……. 4.000 maravedíes (...)".
La reina Canaria fue bautizada durante su estancia en Córdoba con el nombre de Juana Fernández, dicen que el nombre se le impone en honor de la pequeña infanta real que más tarde será Reina de Castilla y el apellido Fernández o Hernández, como indistintamente se escribía en aquellos tiempos, en honor al rey.
Una vez firmado el pacto con los Reyes de no agresión, Tenesor recoge a su esposa en Córdoba y vuelven a Gran Canarias para tratar de apaciguar las rebeliones que existían en la isla.
¿Y que les asegura a los Reyes católicos para que cumplieran el pacto?
Nada mejor que quedarse a la pequeña Catalina que la pasan al servicio, como dama de compañía, de la propia infanta María.
Sobre Abenchara cuentan que una vez terminada la conquista fue de nuevo capturada por Pedro de Vera y vendida como esclava en Jerez de la Frontera, donde pudo estar alrededor de ocho años esclavizada hasta que su sobrino Juan de Guzmán logró su liberación. De vuelta a Canarias se casó con Juan de las Casas, uno de los conquistadores, donde recibió repartimento de Orotava y Tejina. De este matrimonio tuvo un hijo que se llamó como su padre y tras enviudar se casó de nuevo con otro conquistador canario llamado Juan Pascual.