En tres tiempos se divide la vida: En presente, pasado y futuro; de éstos el presente es brevísimo, el futuro dudoso y el pasado cierto... (Lucio Anneo Séneca)

miércoles, 18 de mayo de 2011

La torre de la Calahorra


Torre de la Calahorra






Emplazada a la cabecera del puente se encuentra la Calahorra, torre altiva que mira al río guardando la ciudad. 

Su posición del acceso a la ciudad desde el otro lado del río a través del puente la hace haber sido un lugar estratégico incuestionable a los largo de los siglos como dice Ortiz Belmonte: "de torre estrictamente defensiva a cárcel de nobles  acondicionándose posteriormente a escuela de niñas durante el siglo XIX a cuartel de Guardia Civil"  y ahora Museo de las tres culturas del que hablaremos más tarde.
Es un castillo de origen musulmán que actualmente presenta una planta de cruz con torreones rectangulares.
Parece ser que fue mandada construir en el siglo X por orden de Almanzor sobre una torre de vigilancia que ya existía, aunque fue en tiempos de los valíes cuando Córdoba no había sido pisada todavía por el primer Omeya cuando y -siempre según las crónicas de Levi Provenzal en su "España musulmana del siglo X- el califa de Damasco mandó una reconstrucción del puente junto con partes de la ciudad que estaban destruidas.
Aunque la noticia más antigua que se tiene de la torre data del momento de la conquista cristiana en 1236 en la que se cuenta que como existía una fortaleza en el mismo puente "castrum quod erat in ipso ponte" obstaculizaba la entrada de las tropas cristianas, Fernando III ordenó hacer unas balsas para cruzar el río.

Una vez conquistada la ciudad Fernando III,  hizo un repartimiento entre sus hombres... Entre ellos le acompañaban caballeros templarios que recibieron en agradecimiento por su ayuda a la conquista esta torre fortaleza, unas tierras junto al Guadalquivir en Almodovar del Rio y una mezquita llamada del Amir Hisham que derribaron para construir su iglesia, nos estamos refiriendo a la iglesia de Santiago y de la que hablamos en éste blog.

La Torre de la Calahorra hasta mediados del siglo XIV constaba de dos torres cuadradas unidas por un arco que daba paso al camino real y fue reformada por Enrique II de ahí que se puede apreciar en su fachada el escudo de armas de los Trastámaras, y fue objetivo a conseguir por parte de Pedro I en la guerra fratricida entre los hijos del "Onceno".
En aquella guerra Córdoba tomó parte de Enrique a pesar de ser el hijo bastardo  del Rey, levantándose la ciudad contra D. Pedro y expulsando a sus partidarios de la ciudad; aunque "El Cruel" no se quedó quieto convocando al Rey granadino a luchar junto a él ¡A cambio! le ofrece que le entregaría Córdoba.
¡El colega prefería entregar la ciudad al moro, antes de que ésta fuera de su medio hermano! ¡Y aún hoy dicen muchos que por qué se le apodaba "El Cruel"!

Vista del puente desde la torre
El vencedor D. Enrique II la manda reparar y ampliar en 1369 añadiendo una torre más, un foso y un puente levadizo
Este castillo ha servido muchas veces para prisión de los nobles que cometían algunos crímenes y en en ella estuvieron presos algunos de los moriscos procedentes del reino de Granada.
Cuando en 1781 se declaró en la cárcel de Córdoba la horrible epidemia de tifus, la Calahorra sirvió para acoger a todos los presos enfermos y así no propagar la enfermedad a los vecinos de la ciudad.

Según un artículo en el diario de Córdoba fechado en junio de 1953 se dice que en 1837 de nuevo se manda  remozar y al intentar abrir un pozo se descubrió una galería muy profunda que puede que cruzarse el río por debajo e incluso se supone que por su situación al estar en el extremo del puente romano pudo ser parte de unas de las salidas o entradas ¡Según se mire! de la ciudad.
En la actualidad tiene planta en cruz con torreones rematados por almenas


La Torre fue declarada monumento histórico artístico en 1931 y forma parte del centro Histórico de Córdoba declarado Patrimonio de la Humanidad en 1994.





Interior de la torre
Más tarde fue cedida al Instituto para el Diálogo de las Culturas (Fundación Roger Garaudy) quien ha instalado un museo audiovisual.


Interior de la torre
El polémico Roger Garaudy nacido en Marsella de ideas Marxista y convertido al islam más tarde,  fue demasiado polémico a la hora de decir en su libro titulado "Los mitos fundacionales de la política israelí" que el Holocausto se había exagerado con fines políticos, curioso la vara de medir que tienen estos políticos.

Esto suele pasar en nuestra Córdoba de "farándula y pandereta" le hacen pagar una simple multa pero a cambio le ceden la Calahorra para su fundación, cuando eso pertenece a la ciudad.

El Museo es un espacio de tres plantas y presenta una panorámica cultural del apogeo medieval de Córdoba, del siglo IX al siglo XII, basado en la convivencia de las culturas: La cristiana, judía y musulmana.






Fuentes Consultadas:

(Editado en 2015 para cambio de fotografías)

La Calahorra o el puente fortificado de la éspoca Califal de D. Alberto León Muñoz.Gran Guía de la España Templaria escrito por Templespaña- Murallas de Córdoba La calahorra por Fray Joaquin Delgado Diario de Córdoba 10/07/1956- Murallas de Córdoba Que significa el nombre de la Calahorra de Fray  Joaquin Delgado Diario de Córdoba 27/07/1956- Wikipedia- Torredelacalahorra.es -Foto recogida de internet autor Graham Stanley

jueves, 12 de mayo de 2011

El precio del Deán por su pecado




No hay pecado sin pena ni bien sin galardón, es lo pensaría don Juan Fernández de Córdoba y Zúñiga después de todo lo sucedido...
Los Jesuitas, en compañía con el Padre Ávila y la marquesa de Priego, hicieron cuanto les fué posible por apartarlo de aquella vida disoluta. Aunque me atrevería a decir que no sin nada a cambio...
Y cuando al fin, la reflexión, el arrepentimiento y los digno de los miembros de la Compañía de Jesús, cesaron con sus avatares amorosos... "Casualmente" la marquesa de Priego (La misma que había recogido a Beatriz en su huida), junto con el padre Juan de Ávila (El que descubrió lo ocurrido con la cautiva), convencieron al Deán de la Catedral para albergar en parte del solar de aquel suntuoso palacio del Canónigo a la primera fundación de Jesuitas en Córdoba, merced a su carta de donación otorgada en 1554.

"Por ella, don Juan entregaba el edificio y aledaños, rentas y otros bienes (libros, ajuar litúrgico, etc.) con que llevarla a cabo."

Los primeros jesuitas ocuparían en un principio tan sólo una parte del palacio, debidamente acotada y acondicionada. La huerta y jardín de la casa, quedaría igualmente partido, pudiendo hacer uso de la noria disponible para extraer el agua subterránea que corría y aún corre desde la zona de las Tendillas.

A la muerte del donante, se estipulaba que la propiedad en su conjunto pasara al Colegio, para lo que fueron necesarios, llegado el momento, una serie de acuerdos entre la Compañía y el primogénito de los hijos sacrílegos del Deán, renunciando a esta herencia para la que había sido habilitado por el Rey y el Papa.

Pagada su "penitencia" con parte de sus bienes y buenas monedas de oro, el Deán se centró en otros "menesteres" mucho más interesantes para la ciudad.
La multitud de niños ilegítimos que morían por arrojarlos a cualquier lugar inmundo, impulsó a Don Juan a crear una casa en la que se atendiese a las criaturas abandonadas, que eran depositadas en una cunas situadas en las galerías del Patio de los Naranjos de la Catedral y a las que acudían mujeres que querían amamantarlas, lo que hizo que el lugar recibiera el nombre de "Postigo de la leche".
En aquellos tiempos Córdoba carecía de toda clase de leyes urbanas, y cada cual hacía cuanto a su capricho le convenía... Entre otras inconveniencias era una de las peores el abandono de los cerdos que se encontraban campando a sus anchas por la ciudad.
Un día varios de estos animales se entraron en el patio de la Mezquita Catedral, y devoraron tres infelices bebés que estaban en la cuna de recepción, suceso que produjo gran sentimiento en toda la ciudad.

Desde aquel momento, el Deán se dedicó a buscar otro emplazamiento más acondicionado para tal fin... Proporcionando su primera ubicación en la Ermita de nuestra señora de la Consolación ubicada en la calle Armas esquina a la calle del Tornillo, conocida así por el Torno, que se colocó en la casa para poder dejar a los niños con el total anonimato de las madres. (Aún hoy en día se le llama así a esa calle).
Allí recogieron a los pequeños donde a las expensas económicas del Deán, los criaban y mantenían enseñándoles a leer y escribir.
El ingreso de cada niño era anotado en un libro de registro en el que se expresaba el nombre asignado al expósito y fecha de entrada en el torno, el día de su bautismo y la parroquia donde era bautizado. También se indicaba el nombre del ama de cría que se le asignaba al acogido, así como indicaciones posteriores en caso de que fuera adoptado y, en caso de fallecimiento, se indicaban las causas del mismo.
A los ocho años los entregaba a oficio, y, cuando ya eran mayores, los casaba, dotando a casi todos con casa y bienes en la villa de Rute, cuyo señorío ejercía, llegando a un número fabuloso las familias que creó de esta manera.
Después, ya muerto el Deán, fueron trasladados los pequeños al llamado Hospital de San Jacinto. Este establecimiento también habría de dejar su huella en la apreciación popular de los cordobeses quienes, solían utilizar el término "Niño de San Jacinto" como sinónimo de expósito
En este lugar permanecieron los acogidos durante 40 años, fecha ésta última en la que retornan de nuevo a la Ermita de la Consolación, donde permanecieron hasta que en 1816 fueron trasladados los expósitos al Hospital de San Sebastián en la calle Torrijos.



Fuente: 
Catalogo De Los Obispos De Córdoba, Y Breve Noticia Histórica de Juan Gómez Bravo- Paseos por Córdoba- Foto recogida de Internet de plus.googleapis- realmente no pertenece al personaje 

viernes, 6 de mayo de 2011

Doña Beatriz de Mejías, la cautiva del Deán









Cuentan que en Córdoba hubo un Deán del Cabildo de la Catedral cordobesa que más parecer un sacerdote era un libertino amante de las mujeres, el lujo y el poder.
Se trataba de don Juan Fernández de Córdoba y Zúñiga, hijo de los condes de Cabra y sobrino de don Francisco de Mendoza y de Córdoba.
Vivía con una ostentación no muy acorde con su puesto en la ciudad de Córdoba.
Su palacio abarcaba un enorme solar comprendido entre la actual Plaza de la Compañía y las calles "Duque de Hornachuelos" , lindando con la calle "Juan de Mena", en aquel tiempo calle del "Marqués de la Guardia".
Para hacerse una idea de la extensión, basta decir que hoy día en el mismo solar se ubican la iglesia de El Salvador y Santo Domingo de Silos (Llamada hoy en día la Iglesia de la Compañía), las Reales Escuelas Pías de la Inmaculada Concepción y varios edificios de viviendas.

El Deán,  había logrado cautivar la atención de una hermosa joven llamada Beatriz de Mejías perteneciente también a una noble y honrada familia.
Don Juan siempre encontraba el momento a la salida de la iglesia de halagar y enamorar a esta doncella que tal vez por su ingenuidad escuchaba los requiebros amorosos que le hacía éste.
Un día y en el despiste de su criada, la doncella desapareció... No volvió a casa. ¡Nada más se supo durante días de la bella Beatriz!
Pasado varías semanas en que la búsqueda de la familia no cesaba... El prebendado empezó a rumorear por la ciudad que doña Beatriz había sido acogida en su palacio y que no quería saber nada de su familia.
La familia de Beatriz intentó mil veces ir y hablar con ella pero el Deán nunca dejaba que la vieran alegando que cumplía ordenes de la propia Beatriz.
A la gente le extrañaba que nunca fuera vista en ninguna parte y pasado el tiempo las cosas se fueron calmando, incluso se podría decir, olvidando.
Casi diez años estuvo cautiva... Durante los cuales dió a luz a cinco hijos.
Su vida no era tan apacible como contaba su "carcelero" por toda la ciudad ya que pasaba el tiempo encerrada en su habitación; ni era dueña de pasear por la casa a solas, porque su seductor la esclavizó hasta el punto de recoger la llave de su estancia.
Plaza de la Compañía donde se encontraba la casa del Dean
En este tiempo predicaba con frecuencia el Maestro Ávila en la Catedral, y un día en que todos los de la casa, excepto ella, habían ido a oírle y doña Beatriz, aprovechando que el deán no estaba en casa, llamó desde la ventana de sus aposentos a uno de los criados, rogándole hiciera por facilitarle el ir a la iglesia, prometiéndole volverse antes que su amo.
El criado en un principio se negó pero a la vista de un lindo anillo que le entregó Beatriz a cambio de su ayuda, trajo un manto y puso una escalera, por la cual bajó la joven, hasta sin zapatos, y se marchó a la Catedral.
La pobre Beatriz cubierta con el manto que le había entregado el criado se colocó frente al púlpito donde subió a él aquel santo, que en tan alto grado poseía el don de la palabra  y como si la providencia le hiciese adivinar la vida del prebendado y su cautiva, cuando al terminar, entró en la sacristía arrojándose a sus pies la desgraciada mujer, no se sorprendió tanto como para no creerla.
Anegada en lágrimas de dolor le contó que era cautiva de Don Juan y se puso bajo su amparo, jurándole que nunca se había marchado de casa como el deán decía, relatándole que fue secuestrada por los hombres de éste un día que salía de la Catedral...

El Maestro Ávila, viendo a lo que se enfrentaba por el poder que tenía D. Juan y toda su familia, no le dijo nada a éste y acompañó a la joven hasta la casa de doña Teresa Narváez, donde fue recibida, previniendo el padre Ávila a doña Teresa que bajo ningún concepto el Deán la viera.

Cuando el canónigo volvió a su casa y abrió la habitación, se encontró burlado; salió como una furia; registró hasta el último rincón de su palacio, pudiendo apenas preguntar, lleno de coraje, por el paradero de la fugitiva, de que nadie le daba conocimiento.
Sin resultado favorable, salió a la calle, interrogando a cuantos veía, hasta que al fin supo el respetable lugar depósito de su adorada.
Reunió a sus criados y otros hombres y se dirigió a casa de doña Teresa Narváez, resuelto a sacar aunque fuera por la fuerza a la mujer que buscaba.

Doña Teresa al ver rodeada su casa por los hombres del Deán en seguida avisó al Padre Ávila, quien puso en conocimiento del Corregidor cuanto ocurría en el asunto... El corregidor se presentó allí, reprendió su conducta al canónigo, amenazó a los que le acompañaban, y todos se retiraron, no sin jurar antes de marcharse Don Juan vengarse de lo ocurrido.
Y aquella misma noche salieron de Córdoba el venerable Padre y la joven, a quienes el Corregidor acompañó hasta dos leguas de la ciudad...
Llegados a Montilla, la marquesa de Priego, cuyas virtudes eran tan conocidas, se hizo cargo de la joven, teniéndola mucho tiempo en su casa, desoyendo las súplicas del prebendado, quien, como su pariente, le rogó se la entregase... Desde allí pasó a Granada, para que curada por completo.
Mientras en Córdoba la palabra "venganza" corría de boca en boca y una noche salió ardiendo el palacio que acabó con él y apunto estuvo de hacerlo también con la vida de su propietario.
Nadie quiso saber en realidad quién o quienes prendieron fuego al palacio... Las ansias de castigo eran muchas y como solo fueron daños materiales y realmente no se sabía quien había sido, la cosa no llegó a más. El deán marchó a otra casa un poco menos ostentosa y más conforme a su posición.

Con el paso del tiempo Beatriz, volvió a Córdoba, recogió sus hijos, y vivió honradamente con el producto de cuatro mil ducados que le dieron el arzobispo de Granada, el marqués y marquesa de Priego... ¡Jamás de supo más de ella, fue borrada de la historia para tapar la vergüenza de Deán!

El prebendado, aunque jamás pudo ver a su fugitiva, les dio las dotes para sus hijos...
El primogénito, don Juan de Córdoba, llegó a ser nombrado caballero de Santiago y heredaría el sustancioso mayorazgo fundado por su padre, quien lo casó con doña Antonia de Bernuy Barba, hija segunda del señor de Benamejí y otro de sus hijos fue fray Gabriel de Mendoza, dominico en San Pablo el Real.
Antes de su muerte, para la primogénita de sus hijas, doña Leonor Fernández de Córdoba, logró el Deán un buen matrimonio con un primo, heredero del mayorazgo de la rama segunda de los señores de Luque, don Martín Fernández Venegas.
Otras dos hijas, Bárbara y Juana de Córdoba, profesaron en el convento cordobés de Santa Inés.

Cuentan que avergonzado y arrepentido hizo muchas cosas buenas por los niños huérfanos cordobeses...

Pero eso, déjame que te lo cuente otro día.



Fuentes Consultadas : 
De vasallos a señores de Antonio J. Diaz Rodríguez- Nobleza española por Juan Miguel Soler Salcedo- La casa del Dean Juan de Córdoba : Lujo y clientela en torno a un capitular  del renacimiento de Antonio José Diaz Rodriguez- Boletín de la Sociedad Española de Excursiones volúmenes 5 y 6 Año 1898- Fotos recogidas de Internet no corresponde al personaje