Juana de Sousa, amante de D. Enrique II de Trastámara
Cuenta una leyenda, que...
" Era tal el amor maternal de la dama le profesaba a su único vástago, que muerta ambula como fantasma entre el laberinto de columnas de la Mezquita-Catedral en constante llanto por la muerte de su hijo, el duque."
Detrás de toda leyenda se dice que hay algo de realidad, y aunque parezca una aventura novelesca y que no deja de ser una historia de fantasmas, es cierto que una noble dama cordobesa se refugió en la Mezquita a la muerte de su hijo...
La dama se llamaba Doña Juana Alfonso de Sousa.
Pero situémonos en la historia:
Doña Juana de Sousa fue hija de Don Vasco o Basco Alfonso de Sousa que provenía de la rama bastarda de la Casa Real portuguesa.
Vino a Castilla en busca de fortuna y fue vasallo de Alfonso X más tarde como cuenta- M. A. Jordano Barbudo- fue nombrado señor del Castil de Anzur y de Almenara por Alonso XI, llegando a ser Alcalde Mayor y Justicia Mayor, es decir, una especie de corregidor.
Este señor se asentó en Córdoba casándose con Doña María Gómez Carrillo hija del señor de Santofimia y de una Fernández de Córdoba, más concretamente una tal Juana, hija de los II señores de Cañete. Celebrando esponsales en 1351 donde él promete entregar en arras 40.000 maravedíes, mientras sus suegros ofrecen 100.000 maravedíes como dote en los bienes siguientes:
El cortijo de la Aldea de Gil Crespo en la campiña, las llamadas "Casas Altas en la collación de Santa María, 300 vacas, 16.000 maravedíes en dinero, 10.000 en Ajuar y 20 aranzadas de viña en el pago del Arroyo de D. Tello"
¡Pues sí que tenían ganas de casar a la niña!
El matrimonio era de muy elevada posición social en la ciudad cordobesa, muestra de ello es que piden al Cabildo poseer una capilla en la Mezquita- Catedral para el enterramiento de su familia.
Puerta principal del que fuera el palacete de los Medina Sidonia |
"En 1365 D. Andrés Obispo de Córdoba, el Dean y el Cabildo dieron a Vasco Alfonso una capilla situada en la Capilla de San Clemeynte la primera nave de la puerta que agora es de esta dicha capilla al través de la dicha puerta"
Es decir que estaba situada- continua M.A Jordano- entre la de San Clemente y Santa Lucia y era conocida, según consta en 1381 por la advocación de Santa María de Marzo.
¡Lo que me resulta muy curioso es que refieren que "le dieron" cuando en realidad eso costaba una pasta increíble!
En la carta de dotación de la misma, don Vasco Alfonso de Sousa y María Gómez Carrillo ofrecen al Cabildo el cortijo de la aldea Gil Crespo de treinta yugadas de extensión y otras cuatro yugadas de Castro del Río y piden que el título de la misma sea Capilla de la Encarnación.
Cuando María Gómez se casó con el portugués llevaba entre su dote un palacete de estilo mudéjar que le donó su padre, el señor de Santofimia conocido en aquellos tiempos como "Casas Altas" y que hoy todavía se encuentra situado en la calle que ahora se llama Rey Heredia número 13, dando la "puerta falsa" a la plaza de Jerónimo Páez llamada antes plaza del Paraíso.
Es en esta casa donde nacen todos los cuatro retoños de la pareja:
Diego Alfonso, Juana, Juan Alfonso y Leonor.
Pero es de Juana de la que vamos a hablar.
Puerta que da a la plaza de Jerónimo Páez donde está situado el museo Arqueológico |
En la batalla fratricida que hubo entre D. Enrique de Castilla y D. Pedro, don Vasco Alfonso, al igual que lo hiciera la mayoría de la nobleza cordobesa, resolvió ponerse de parte del Trastámara.
Aunque, en un principio, a la nobleza cordobesa esto le costó el hostigamiento por parte de Pedro "El Cruel" cuando Enrique II subió al trono se vieron recompensados.
En agradecimiento el Rey, le otorgó a don Vasco el título de Alcalde Mayor de la Ciudad, regalándole a la vez que a doña María Gómez Carrillo, esposa de éste y madre de Juana, una de las dos tiendas que existían en aquellos momentos en Córdoba para hacer y vender jabón cuya renta anual alcanzaba los 12 mil maravedíes; dos días después hace un regalo a doña Juana de tres aceñas en el río Guadagenil en Sevilla.
Doña Juana de 21 años conoció al Rey cuando el de Trastámara todavía no había ocupado la corona castellana y de ahí nació un largo romance...
Cuentan que D. Enrique quedó prendado de ella, aunque a razón de la cantidad de amantes que tuvo y su fama de mujeriego era de esperar...
El Rey le mandaba al cancionero Alfonso Alvarez de Villasandino hacerle poesías a doña Juana y pasaba largas noches de pasión en el Alcázar de Córdoba.
"Bivo ledo con razón,
amigos, toda sazón"
"Piensa que si continúa sirviéndola,
un día conseguirá su premio,
su amor, ese “galardón”.
Desde luego consiguió el galardón porque Doña Juana, perdidamente enamorada, paría un hijo del Rey al que llamaron Enrique de Castilla y Sousa.
Enrique II, que aunque tuvo muchos hijos extra maritales a todos los dejó bien situados, dotó a su hijo bastardo con el titulo de duque de Medina Sidonia y Conde de Cabra y los señoríos de Alcafán y Morón.
Las visitas del Rey a Doña Juana duraron unos diez años que vivieron apasionadamente sus encuentros en el Alcázar de Córdoba, pasados estos el Rey perdió el interés por ella, dando el romance por concluido ¡Tal vez porque ya tenía otra manceba llamada Constanza de Ángulo cordobesa también!
Después del desplante del Rey que doña Juana lo calificó y tomó como traición, se consagró exclusivamente a su hijo... Jamás se casó a pesar de que el propio Rey le buscó hombres ilustres para ello pero no lo pudo conseguir ya que vivía por y para su adorado hijo D. Enrique.
El infortunio se posó en la vida de doña Juana ya que su hijo murió a los veintisiete años de edad. ¿De qué? Pues no lo sabemos con seguridad, lo que si sabemos es que fue en 1404.
Esto la hizo enloquecer de dolor, ordenando a sus criados que no entraran en los aposentos de su hijo para estar a solas con él todo el tiempo posible... Luego, cuando por fin lograron convencerla de que tenía que ser enterrado, fue llevado en un ataúd de madera laboriosamente labrada a la Mezquita Catedral, dejándolo depositado a la vista en la Capilla Mayor.
Su madre, enloquecida de dolor encargó doce aniversarios por su alma y llevada por el gran amor que le tenía se quiso retirar del mundo.
Y para ello, que mejor que dentro de la misma Catedral donde estaba enterrado su hijo, pidiendo al Cabildo los cuartos que le llamaban "Cabezas de la rentas" y que más tarde fueron llamado "cuarto de chocolate" que es una de las piezas que recae frente a la fuente Mayor.
Allí vivió hasta el fin de sus días, trayendo sus criados desde su casa los alimentos.
Solamente y a deshoras, cuando se ocultaba el sol, salía de sus aposentos pasando la noche arrodillada frente al ataúd donde yacía su hijo, implorando morir y poder estar junto a él...
Lápida que se encuentra en la Mezquita Catedral |
De esta historia solo queda una recompuesta lápida grabada por las manos del escultor Inurria cuando ejercía de restaurador en la Mezquita que existe en la pared bajo la vidriera en el Altar Mayor, ósea al costado de la cabeza del Crucero que dice:
"Aquí yace Don Enrique de Castilla. Duque de Medinasidonea. Conde de Cabra. Señor de Alcafán y Moron, Hijo del muy Alto Rey Enrique II, el magnifico"
"Aquí yace Don Enrique de Castilla. Duque de Medinasidonea. Conde de Cabra. Señor de Alcafán y Moron, Hijo del muy Alto Rey Enrique II, el magnifico"
Cuentan, y son muchos los que la han oído, que cuando la Mezquita se queda silenciosa, sin el bullicio de turistas.... Se escucha a doña Juana, la enamorada del Rey Castellano D. Enrique, convertida en fantasma, sollozando entre el laberinto de las columnas de la Mezquita por la muerte de su hijo
*Editado 20/09/2018 Fotografía de lápida del duque.
Fuentes consultadas:
Historia basada en hecho reales recogidos en el libro del Catalogo de los Obispos de Córdoba - Linajes de Córdoba en las capillas funerarias medievales de la Mezquita- Catedral por María Ángeles Jordano Barbudo- Aportación histórica al cancionero de Juan Alfonso de Baena por Nieto Cumplido- Cancionero de Baena (siglo xv) por Juan Alfonso de Baena- Recuerdos y bellezas de España: Castilla la Nueva,(pag 243/244) Escrito por Josep Maria Quadrado, Pedro de Madrazo- Infante bastardo de D. Enrique de Castilla por J Mª R Diario Córdoba 05/11/1949- - Foto recogida de Internet
Precioso relato. Gracias
ResponderEliminarMuchas gracias
ResponderEliminarMe ha dejado triste esta historia. Una mujer sufriendo tanto! Primero, seguro que la vergüenza, el deshonor, la soledad y la frustración de su apasionado amor por un mujeriego. Y luego el fin del mundo. Pobrecita, cuánto dolor.
ResponderEliminarLo cierto de todo esto es que realmente esta pobre mujer existió, y es cierto que estuvo viviendo en la catedral. Un abrazo
EliminarGracias, Chiquita!
ResponderEliminarA tí siempre por leerme
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