jueves, 24 de diciembre de 2009

Las Campanas de Santiago robadas por Almanzor


Fuente: Atlas de Historia de España de García Cortazas






Diez años habían pasado desde que Almanzor había destruido la ciudad de Coimbra, cuando de nuevo tuvo que preparar a sus hombres y esta vez con el objetivo de destruir Santiago de Compostela.

En el año 997,  el Rey Vermudo II, apodado el Gotoso, aprovechando los apuros de Almanzor ocupado en hacer frente a una insumisión en África, rompe el acuerdo pactado el año anterior y suspende el pago del tributo a Córdoba.
Pronto olvidó la ayuda y protección de Almanzor para llegar al trono y el pacto que hizo con el hachib para que le devolviera Zamora,  también olvidó como una de sus hijas, Teresa, fue la que entregó como esposa del Todopoderoso cordobés.
El Rey se sentía fuerte, había apagado la rebelión de algunos condes de Galicia Meridional que al no verse suficientemente recompensados por Vermudo se sublevaron contra él.
Éste, enfurecido les destruyó sus castillos y confiscó sus tierras... Sin darse cuenta que al crearse enemigos en sus propias filas abría una brecha para la entrada de los sarracenos.

El 3 de julio de 997 sale Almanzor de Córdoba al frente de su terrible caballería, toma la dirección oeste rumbo a Coria, llega con todos los jinetes selectos y el ejercito que se fue robusteciendo en el camino, por todas las gentes de armas de la provincia de Merida y Toledo.
Llegan a Viseu donde le esperan varios condes de la región Lusitana, poniéndose a su servicio y así vemos al lado de Almanzor a los Vela alaveses, al gallego Galindo o al portugués Froila González, a quien recordaremos como el hijo del envenenador del rey Sancho I el Craso, Gonzalo Núñez.
Suben hasta Oporto donde les esperan las embarcaciones con marinería y tropa, yendo además abastecidos y pertrechados toman rumbo hacía la desembocadura del Duero.
Pasan el Duero, del Duero al Miño y de éste al Ulla, van costeando por las playas perpetrando Galicia por la villa portuguesa de Valladares tomando dirección oeste arrasando castillos como el de San Pelayo y destruyendo monasterios como el de San Cosme y San Damián.
En su camino, Almanzor sembró de ruinas los alrededores de Vigo, persiguió hasta la península de Morrazo a algunos grupos de cristianos y por fin alcanzó la ciudad de Iria, donde fiel a su costumbre la dejó desolada.
Era miércoles 10 de agosto de 997 cuando llega a Santiago entrando a la ciudad y destruyendo edificios murallas e iglesias sin dejar el menor rastro.
La ciudad fue sometida a un riguroso saqueo durante una semana y, posteriormente, incendiada... Sólo se salvó de su ira el sepulcro del Apóstol.

Según cuenta la leyenda en el momento en que Almanzor entró en el Santuario encontró a un anciano que custodiaba la tumba. Viendo éste, que el viejo no hacía ademán de irse le preguntó:
- ¿Acaso no le temes a Almanzor?- gritó al hachib
- Solo temo no poder honrar al Apóstol, me encomendaron guardar su tumba y aquí seguiré aunque tenga que pagar con mi vida - Le respondió sin sombra de pánico el celoso guardián.
Dicen que sus palabras, la santidad de su misión o tal vez, las supersticiones de Almanzor, le salvaron la vida al anciano y la no profanación de la tumba...
Lo que es más cierto es que en la religión musulmana a Jesucristo lo tienen como profeta y Santiago como hijo de José, el carpintero, y por lo tanto hermano de uno de los profetas más importantes, Jesús de Nazaret... De ahí que la tumba no fuera saqueada y se guardara el respeto pertinente.
Almanzor dispone la retirada hacía el país ocupado por Vermudo, hijo de Ordón dándolo a saco hasta llegar a las provincias de los condes aliados que estaban en sus huestes y cuyo territorio mandó respetar, llegando al castillo de (Kras) de Balika  a poca distancia de Ciudad Rodrigo (Salamanca), es allí donde presenta a todos los Conde según su jerarquía para empezar a repartir los premios en agradecimiento, entre esas recompensas: 2285 piezas de tela de seda común, veinte vestidos de lana, dos ropajes de ámbar, dos vestidos de seda griega y una piel de fenek (Comadreja), allí se despide de ellos  que los envía de nuevo a sus casas y empieza su camino de vuelta.

Entró en Córdoba con gran pompa, celebrando tan exitosa victoria y acompañado con un generoso botín y unos 4.000 prisioneros, entre los tesoros conseguidos por el cordobés figuraban sedas brocada en oro, paños finos, piedras preciosas, además el hachib había traído una gran cantidad de arena blanca de las playas de Galicia, las que podían trasportar dos bestias de carga, como regalo a  Hisham II, el Califa de Córdoba.
Esclavos cristianos acarrearon las campanas del santuario y las puertas de la Catedral de Santiago a la ciudad de Córdoba.
Las campanas con que los cristianos convocaban a las ceremonias de su religión fueron descolgadas y llevadas por esclavos cristianos a Córdoba,- según el libro de "Tesoro de la lengua Castellana" dice así:

Hizieron los moros llevar a los christianos desde allí a Córdoba con cuya ocasión murieron  millares de hombres pero cuando le fue recobrada España las hizieron bolver al mesmo lugar trayendolas los moros con igual trabajo y peligro

Éstas fueron destinadas a alumbrar la gran Mezquita, se les dio la vuelta sobre unos trípodes y se llenaron de aceite, el recinto sagrado de la fe contraria, y la madera de las puertas tras las que los compostelanos creían parapetarse se utilizarían en el artesonado de las nuevas naves de ese mismo edificio, cuya ampliación había empezado diez años antes.
Dos siglos y medio después, fueron prisioneros musulmanes los que cargaron a hombros con las campanas de vuelta a la basílica de Apóstol Santiago. Tras la reconquista de la ciudad por parte de Fernando III, se quiso recompensar a los compostelanos con nuevas campanas, para lo cual se refundieron las campanas que habían servido como lamparas y el bronce de las puertas de la Mezquita.
Según se cuenta en el libro de Autos Sacramentales de Pedro Calderon de la Barca:

"Y entonces el venerable Obispo Juan de Osma, canciller del Palacio Real, acompañado por los Obispos Gonzalo de Cuenca y Domingo de Baeza, Adán de Plasencia y Sancho de Coria, entraron en la Mezquita de Córdoba que aventaja en lujo y tamaño a todas las mezquitas de los árabes (...) El venerable Juan esparció el agua de la purificación, la convirtió en iglesia, levantó un altar en honor a la Santa Virgen y celebró una misa solemne (...) Y como las campanas de Santiago habían sido trasladadas por Almanzor y estaban allí colgadas sirviendo de lámpara para vergüenza del pueblo cristiano... El rey Fernando hizo que esas campanas fueran devueltas a la iglesia de Santiago y a la iglesia de Santiago fueron llevadas"


Fuentes consultadas: 
Atlas Ilustrado de la guerra de Nicholas Hooper y Matthew Bennett- Diccionario geográfico de hagiotoponimia española de Juan Pablo García Borrón - Grandeza e decadencia do reino de Galicia por Emilio González López- Autos Sacramentales de Pedro Calderón de la Barca- Campañas de Almanzor contra el reino de León de Instituto de Historia Medieval de España, 1968- Almanzor y los terrores del Milenio- Tesoro de la Lengua castellana de Sebastian de Cobarrubias Horozco- Historia compostelana de Emma Falque- fotografia recogidas de Internet

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