martes, 13 de septiembre de 2016

La Ermita de la plaza Abades.










Muchos son los nombres que ha tenido esta pequeña plaza.
Durante el siglo XIV se la conoció como plaza del Malcocinado...
¿Qué por qué este nombre y de donde viene? 
Fotografía propiedad de página Ermita Suite
Muchos historiadores cuentan que era topónimo que podía hacer referencia al sitio donde se vendían las reses o se quemaban los despojos de ellas... 
Yo me inclino a que posiblemente proviene del nombre de uno de los que habitaban en aquella plaza en aquellos tiempos, Marco Cinado, Sinado ó Zinado, que al juntar nombre y apellido quedó como "Malcocinado". 
De ahí un siglo más tarde se la conoce como plaza de Santa Clara por su cercanía al convento, y más tarde como plaza de la Carnicería de los Abades; sin duda el apellido de sus dueños... Llegando hasta hoy este nombre " Abades".
Aquí confluyen cuatro calles: La calle Osio que rememora a uno de los primeros obispos cordobeses, la de Zapateria Vieja que nos recuerda como estaban ubicados los gremios de la ciudad en el medievo, la de Alfayatas nombre en desuso sobre lo que hoy serían sastras de hombres y  la de la Portería de Santa Clara que como su nombre indica es un lateral del convento que hubo allí.
En esa confluencia se encuentra la plaza Abades y allí se encuentra una diminuta ermita llamada de la
 Concepción.
Su fachada es un "trampantojo "que se asemeja mucho a la fachada del Palacio de la Merced y remata la poca fachada, una minúscula espadaña que ni tan siquiera tiene campana.
Según una leyenda recogida por Ramírez de Arellano en su libro de "Paseos por Córdoba", un albañil, llamado Diego Rocha, se encontraba trabajando en la misma casa donde se encuentra ubicada la misma Ermitilla, en uno de los muros linderos con el convento de Santa Clara que se encuentra situado a la espalda de la plaza, más concretamente en la calle de Rey Heredia, cuentan que al echar un tabique abajo vio una luz al fondo...
Sorprendido porque era un tabique sin salida terminó de romperlo, descubriendo una imagen a la que escoltaba dos faroles que sin tener ni entrada ni salida para poder alimentarlos de aceite, alumbraban a la Virgen.
El hombre quedó tan maravillado tanto de la imagen como del misterio de los dos faroles que pronto se propagó por toda la ciudad la aparición de aquella bella virgen atribuyéndole milagros y favores.
Cuentan que el conde de Valdelagranas quiso costear una ermita aunque antes tuvo que ganarle un pleito a las monjas clarisas del convento que reclamaban la imagen por encontrarse dentro de unos de sus muros; mientras que duró el pleito la virgen estuvo en casa del canónigo D. Lucas Gonzalez de León hasta que se resolvió a favor del conde, y la preciosa virgen llegó a su pequeña ermita el 9 de abril de 1682.

Y allí continuó hasta que el obispo Juan Alfonso de Alburquerque decretara cerrarla en el siglo XIX alegando que era demasiado pequeña.


*Editada día 10/junio de 2021 para incluir fotografías

Fuentes consultadas: 
Paseos por Córdoba de Ramírez de Arellano- Indicador cordobés: o sea manual histórico-topográfico de la ciudad de Córdoba escrito por Luis María Ramírez y de las Casa-Deza- Otra historia de Córdoba- Palestra Sagrada, o Memorial de Santos de Córdoba: Con Notas, Y ..., Volumen 4- 

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