Mientras Navarra, Aragón y Castilla luchaban por los derechos dinásticos, nacía D. Alonso Fernández de Córdoba conocido por "Alonso de Aguilar", muchos historiadores piensa que nació en Córdoba capital, otros aportan que fue en Aguilar de la Frontera, otros que en Montilla como su hermano D. Gonzalo "El gran Capitán"...
El caso es que fue el primogénito de la unión de D. Pedro Fernández de Córdoba y Arellano V señor de Aguilar de la Frontera y de Priego de Córdoba y una de las hija del señor de Pedraza de la Sierra, doña Elvira de Herrera y Enríquez, sobrina de Juana Enríquez segunda esposa del rey D. Juan de Aragón.
Eran muy pequeños los tres hermanos: Alonso, Leonor y Gonzalo cuando sufrieron la perdida de su padre, quedándose doña Elvira con la tutela de sus hijos y de su patrimonio declarándose dueña en nombre de sus hijos de las casas familiares dando poder a Ruy Fernández de Peñalosa para que tomase posesión en su nombre de las Villas de Aguilar, Montilla, Priego, Cañete, Castillo de Anzur, Monturque y Barcas y para instalar en sus Castillos alcaides leales.
D. Alonso con apenas 8 años de edad, tomó posesión directa el 2 de Mayo de 1455 de Montilla y su Castillo con su madre como administradora de las propiedades de la Casa de Aguilar y tutor en su educación su tío D. Pedro Fernández de Cárcamo, señor de Aguilarejo y esposo de su tía materna doña María de Herrera.
Cuando muere su madre doña Elvira apenas tiene 17 años, y se encuentra el señor de Priego y Aguilar con una enorme herencia señorial...
Poseyendo además de las casas de Córdoba, Cañete, Paterna, Aguilar, Monturque, Priego, Castillo de Anzur, Montilla, Víllar de Don Lázaro, Castro Gonzalo, Belvís y Ovieco, grandes olivares, viñedos, y molinos de pan y de aceite, hornos de pan, tintes, tiendas, mesones, ventas, casas, silos, bodegas, lagares, caballerizas, etc... Lo que le hizo tener un gran poder adquisitivo y político.
En aquellos tiempos recaía por ley toda la herencia y bienes en el primogénito de los hijos, en este caso a don Alonso de Aguilar que sabiendo que sus padres faltaban fue generoso con sus hermanos...
A doña Leonor le procuró un buen casamiento con su primo Martín Fernández de Córdoba y de cuyo matrimonio nació Diego, el primer marqués de Comares y también famoso por ser el que capturó a Boabdil "El Chico". Pero eso déjame que te lo cuente otro día.
A su hermano D. Gonzalo con apenas quince años lo envió a la Corte de Ávila sufragando todos sus gastos, le hizo paje del Arzobispo Carrillo que por aquel entonces se encontraba aliado de Isabel la Católica; en la corte de la Princesa Isabel, destacó en los juegos y con las armas y nada hacía prever Gonzalo eclipsaría su trayectoria personal.
El de Aguilar fue hombre de carácter indómito entre otros cargos fue Alcalde mayor y Alcaide de Córdoba, de Alcalá la Real y de Antequera, asimismo participó en todos los hechos más importantes en su época.
Durante toda su vida D. Alonso de Aguilar mantuvo una gran rivalidad, heredada desde luego de su padre con su tío el Conde de Cabra.
Por lo visto la rivalidad comenzó cuando su tío, el hermano de su padre, D. Alfonso IV señor de Aguilar, casado con Leonor de Arellano murió sin descendencia, dejando el señorío de Aguilar en herencia a su padre, D. Pedro, que todavía era un niño y que su tío reclamaba como suyo... Los dos representaban ramas principales de la frondosa casa señorial de los Fernández de Córdoba y llevaban años disputándose villas cordobesas que entendían que eran suyas y no del contrario, y para rematar mucho más la inquina que ambos se tenían, ésta se avivó a causa de un casamiento frustrado...
Don Alonso estuvo a punto de casarse con la octava hija de su tío, llamada doña Francisca Carrillo de Córdoba pero la boda se deshizo por influencias de don Pedro Girón , maestre de Calatrava y al final se casó con doña Catalina Pacheco, hija del Marqués de Villena.
La alianza de Alonso de Aguilar y los Pacheco fue de importancia para la explicación de los conflictos de después vendrían entre las diversas ramas de la Casa de Córdoba.
Un motivo más de enemistad del Conde de Cabra hacia su sobrino ya que había dejado a su hija compuesta y sin novio...
Alonso contrae matrimonio a los 29 años con Catalina Pacheco con quien tuvo cinco hijos: Pedro, que llegaría a ser Marqués de Priego; Francisco, Señor de Almunia; Luisa, de la que no se sabe nada, Elvira y María, ambas religiosas.
Aunque también tuvo varios hijos ilegítimos que los historiadores sepan, al menos cuatro a los que más tarde le daría su apellido, como en el caso de Pedro Núñez de Herrera, hijo bastardo que don Alonso de Aguilar y una esclava morisca que daría mucho que hablar, al llegar a ser el primer Bailío de Lora y dueño de la casa del Bailío. Pero eso, déjame que te lo cuente otro día.
Durante años se cristalizó en intensificadas luchas de poder entre ambos rivales, originando un verdadero estado de guerra entre los súbditos de estos señores los cuales cometieron mutuamente, toda clase de robos y atropellos...
Con los conflictos de sucesión de Enrique IV gran sector de la nobleza descontenta con sus acciones forzaron a éste a proclamar a su medio hermano el heredero y por lo tanto príncipe de Asturias a pesar de desposeer de ese derecho a su única hija Juana de Castilla, llamada por sus enemigos "La Beltraneja" ya que decían que el rey Enrique era impotente y por lo tanto le achacaron el embarazado a Beltrán de la Cueva valido del rey.
A pasar del movimiento del rey la nobleza seguía descontenta y en 1465 las cortes se reunieron en Ávila derrocando a Enrique IV y proclamando a Alfonso que no era más que un niño con apenas doce años.
Y como era de esperar Córdoba, al igual que todo el reino, se dividieron en dos bandos. Siguiendo a Alfonso se encontraba Don Alonso de Aguilar, Luis Méndez de Sotomayor, señor de El Carpio, el Alcaide de los Donceles, y el hijo de Luis Portocarrero, señor de Palma del Rio, además del bando de Don Alonso lo componían representantes de la pequeña nobleza cordobesa, los Cárcamo, de las Infantas, Hoces, Páez de Castillejo, Angulo y parte de los Aguayo con sus escudero y criados.
Quedaron leales a Don Enrique, el Conde de Cabra, el mismo Luis Portocarrero, Martín Alfonso de Montemayor, Señor de Alcaudete, el Obispo de Córdoba, Elga Venegas, señor de Luque y Fernando de los Ríos.
Los "Alfonsistas" controlaban la misma Córdoba, Aguilar, El Carpio, Belmez, Fuenteovejuna, Lucena, Espejo, Chillón y Santa Eufemia.
Lo seguidores del rey Enrique dominaban Cabra, Iznájar, Rute, Zambra, Castro del Río, Montoro, Montemayor, Villa del Rio. Pedro Abad, Almodóvar del Río y Palma del Río.
Entretanto y con motivo de la elección del nuevo Obispo de Córdoba D. Pedro de Córdoba y Solier, aquel que fue hermano de los comendadores que murieron a manos de un marido celoso de lo que ya hablamos hace tiempo en este blog, y que era partidario de Don Enrique IV y por lo tanto rival de la Casa de Aguilar, los hijos del Conde de Cabra, Diego y Sancho, y todos los canónigos que reunidos en el Cabildo estaban festejando la elección del nuevo Obispo D. Pedro.
Al enterarse D. Alonso de la celebración y con la excusa de que el Obispo era partidario del Rey Enrique y el Conde de Cabra, irrumpió en el Cabildo apresó a los hijos del Conde y a algunos canónigos mandando a sus hombres que los llevaran a su fortaleza de Cañete de las Torres.
Al Obispo, D. Pedro de Córdoba y Solier, lo montó en una mula y tomando las riendas lo sacó de la ciudad, mandando que cerrasen las puertas... El Obispo no tuvo otra, que marcharse al convento de Los Jerónimo.
Don Diego de Cabra al conocer la situación de sus hijos, tomó las puertas de la ciudad y puso sitio al Alcázar y la Calahorra únicos lugares ajenos a su autoridad. Movilizando sus fuerzas para atacar Cañete... Don Alonso, carente de recursos con los que sostener ese Castillo por muchos días, trasladó a los prisioneros a Córdoba donde apareció con ellos enjaulados y amenazó al Conde que en ese momento tenía en su poder el Alcázar, que si no entregaba la Calahorra y donde él se encontraba, su hijos y los canónigos, serían utilizados como proyectiles contra los muros del Alcázar...
El Conde de Cabra tuvo que ceder a sus pretensiones, acordándose la entrega de diversas posesiones, lo que otorgó por escrito y firmó junto a sus hijos y otros miembros relevantes de su linaje, entregando el Alcázar y la Calahorra a las gentes de don Alonso y los prisioneros fueron liberados.
De esta hazaña el de Aguilar salió excomulgado por el nuevo Obispo que en su carta daba las causas para la excomunión:
Por haber entrado en armas, por haber prendido a seis canónigos, por haber tenido la iglesia encastillada, por el quebrantamiento y quema de las casas del Obispo, por poner imposición a los Clerigos, por haber maltratado a los criados del Obispo, por haber desterrado al Obispo de la Ciudad, etc, etc...
¡Desde luego el Obispo se cuidó muy mucho de nombrar la mula con la que fue expulsado!
D. Alonso apeló ante el tribunal Arzobispal Toledano que dictó a su favor quedando liberado de la excomunión.
Mientras en Castilla, el descontento de la nobleza no disminuyó y en junio de 1465 la liga nobiliaria se reunió en Ávila, derrocaron a Enrique y proclamaron Rey de Castilla a Alfonso, un niño de tan solo 12 años y que lo hicieron subir al trono, con el nombre de Alfonso XII de Castilla.
Estalló entonces la guerra abierta entre los partidarios de Enrique y los de Alfonso que había instalado su Corte en Arévalo y llegó a reinar de hecho durante los tres años que duró su vida.
A principios de julio de 1468, perdieron los "Aguilaristas" su símbolo nacional, el príncipe Alfonso, con su oscura muerte al parecer envenenado, su hermanastro Enrique IV otorga una amnistía general a la nobleza auspiciando así una etapa de tranquilidad entre ambos contrincantes..
Sin embargo, los enriqueños de la región cordobesa sacaron del Rey algunas ventajas del conflicto, como por ejemplo el conde de Cabra que ganó la posesión legal de Rute, Zambra e Iznájar; Luis de Portocarrero que como premio de su lealtad al rey Enrique, recibía el señorío de La Puebla de los Infantes.
Estás "Recompensas" molestaron mucho a D. Alonso, a pesar que el Rey le había dejado la Rambla y Santaella, le obligó a entregar el Alcázar al Conde de Cabra y la Calahorra al de Alcaudete y Montemayor. Este fue el motivo por la que la calma entre ambos parientes se fue tensando en una paz irreal e inquieta.
Sin embargo el pacto de Guisando del 19 de septiembre de 1468, entre Enrique e Isabel, cambió inmediatamente el giro de la política nacional y también local, hacia una concordia diplomática.
En Córdoba, los dos bandos llegaron a un "teórico acuerdo" a causa de la supuesta reconciliación entre el Rey y el Marqués de Villena.
Enrique IV que vino a Córdoba acompañado del marqués en 1469 para intentar reconciliar a ambos nobles intentando zanjar el problema, el Rey entró en la ciudad acompañado por el conde de Cabra, y propuso una reconciliación formal de los dos familiares enemistados y como prueba ordenó que se devolvieran las villas y fortalezas que entre ellos se habían quitado, consiguiendo que se abrazaran ambos en su presencia en la iglesia de San Francisco en un día del Corpus.
Comenzó el Conde de Cabra que le tuvo que entregar a D. Alonso, Castro del Río y Montoro.
D. Alonso le tenía que entregar al Conde de Cabra, Santaella y la Rambla...
Pero a pesar de que el Conde de Cabra fue el primero que entregó las Villas no hizo lo mismo don Alonso, alegando ante el Rey que esas villas habían sido suyas siempre y que no las iba a entregar...
El pusilánime de Enrique IV, no le interesaba indisponerse abiertamente a Don Alonso, tal vez por su débil carácter o porque se indispondría con Pedro Pacheco gran apoyo para él.
Así, que cuando pasaban los días e incluso semanas el Conde de Cabra se sintió ofendido al ver que el Rey no obligaba a D. Alonso a entregar las villas con las que habían pactado, pero ya no podía echarse atrás en sus entregas pues D. Alonso las había tomado como suyas.
Aunque ¡claro!, el Conde de Cabra no se quedó quieto ante tamaño perjuicio hacía su persona.
El caso es que D. Diego había estado abasteciendo secretamente el Alcázar de gente, armas y municiones por lo que D. Alonso de Aguilar vio peligrar su posición en Córdoba y decidió adelantarse a las maniobras de su rival.
En octubre del año 1469, fiándose de una paz que durante casi un año mantenían su padre, el Conde con el el señor de Aguilar, fue Diego Fernández de Córdoba, hijo del Conde de Cabra, invitado por don Alonso de Ángulo para asistir al acto de toma de posesión de una venticuatria obtenida por el señor de Palma. A ésta acudió don Diego, sin saber que era el de Aguilar el que estaba detrás de todo y en el mismo festín fue preso y conducido a una torre por Diego Carrillo, caballero calatrava y parcial de Don Alonso.
Al cabo de unos meses concedió D. Alonso libertad al preso a cambio del juramento de que volvería a prisión si no convencía a su padre el Conde, de cumplir ciertas estipulaciones pretendidas desde hacía tiempo y era la entrega de Alcalá la Real, el Alcázar con toda el arsenal, que entendía que la usurpaba y la Calahorra.
Las estipulaciones fueron firmadas por D. Diego y por su propio padre, dando incluso fecha de la entrega. Aunque lograda su libertad D. Diego no perdió el tiempo en informar al Rey del agravio que se había cometido en su persona.
Enrique IV se lo tomó bastante mal, liberándolo de ese compromiso y autorizando al Conde de Cabra a no cumplir el juramento y de no tener que volver a la cárcel su hijo imponiendo pena leve a quien exigiese su cumplimiento.
Libre D. Diego del acatamiento, éste da rienda suelta a su enojo y manda una carta a Don Alonso llamándole alevoso y proponiendo un combate de caballero a caballero, a la vez de escribirle al Rey pidiéndole licencia y campo seguro para tal combate.
El Rey le negó la licencia y entonces se dirigió al Rey de Granada solicitando palenque en su corte.
El Granadino entendiendo de honor les preparó a los dos caballeros, ricos aposentos donde alojarse y un espacioso lugar donde realizar el duelo.
D. Diego emplazó entonces a su contrario el de Aguilar con día y hora para la pelea...
Llegó el día crítico y el pueblo y señorío de la corte incluidas doncellas moras e incluso de Rey granadino, acudieron con impaciencia a las gradas del palenque pero no aparecía D. Alonso...
D. Diego armado y montado en un caballo arrogante salió a la hora precisa con gentil postura... Paseó el palenque sin que apareciera D. Alonso y mandó a uno de sus escuderos que lo llamara a viva voz. Y aunque éste lo llamó muchas veces no sonó trompeta que anunciara la llegada del competidor...
Continuaron los llamamientos toda la tarde hasta llegar la noche, en que salió otro escudero pero esta vez con un cuadro en el que Don Alonso aparecía pintado, ató el retrato a la cola del caballo de D. Diego que hincó la espuela al caballo y arrastró con deshonor la figura del señor de Aguilar hasta hacer el cuadro astillas.
Diciendo:
"Este es el alevoso D. Alonso que citándole para un torneo no vino al plazo señalado"
Todos aplaudían y el Rey granadino dio como vencedor al hijo del Conde de Cabra.
Un caballero de los que allí se encontraba y amigo de don Alonso, entregó una carta que poseía de éste a D. Diego, fechada con días anteriores al duelo, en la que le escribía al hijo del Conde, alegando que no se fiaba de la palabra del rey nazarí, indicando que era el enemigo y que por tanto no podía determinarse como juez de tal duelo. Por lo cuál no viajaría a Granada y no se produciría finalmente un combate real considerando que en el caso de que fuera proclamado vencedor por su ausencia, no tendría ningún valor.
Dejando así, con un palmo de narices al rey granadino y al hijo de su gran rival.
En 1470, en que muerto el rey Enrique comienza la pugna por el trono entre la princesa Isabel de Castilla y su sobrina Juana, acontecimientos que avivan nuevamente las rivalidades entre el Conde de Cabra y a D. Alonso.
La facción encabezada por el señor de Aguilar, junto con su cuñado el marqués de Villena que en ese momento había perdido poder con Isabel, toman partido por la Beltraneja, mientras el conde de Cabra con sus seguidores se alineaba en el partido de Isabel.
En 1473 se añadió una dimensión anti-judía entre los dos bandos, D. Alonso había favorecido el acceso de cristianos nuevos a cargos públicos, cosa que sus rivales no estaban dispuestos a consentir, aumentando el odio hacía éstos... Desde luego ya se estaba gestando lo que una década después sucedería en esta ciudad de la mano del inquisidor Lucero.
Don Alonso de Aguilar se vio implicado como el protector de los cristianos nuevos de la ciudad a causa de unas revueltas que hubo contra los conversos, causa que les hizo a sus enemigos de acusarlo de alborotador.
Los hechos ocurrieron cuando una procesión de la Virgen salió del convento de los Franciscanos, cuando bajaba la imagen llevada por los cofrades por la calle de la Feria. Por lo visto una chiquilla echó agua por el balcón sin darse cuenta que iba pasando la imagen en aquel momento y cayendo sobre ella... En aquella casa vivía una familia de "cristianos nuevos" e inmediatamente fueron acusados de herejía siendo la reacción fue inmediata:
Un herrero de la collación de San Lorenzo llamado Alonso Rodríguez se hizo jefe de los indignados cristianos viejos que empezaron enseguida un asalto de las casas de los conversos incendiándolas.
Desgraciadamente la ciudad se dividió en dos bandos: Los "Aguilaristas" a favor de la defensa de los conversos y los "Cabristas" los que estaban a favor de echarlos de la ciudad.
El "Aguilarista" Pedro de Torreblanca con algunos hombres intentó por todos los medios detenerlos pero fue herido por el herrero que se refugió en la misma iglesia de San Francisco, de donde el señor de Aguilar lo sacó y lo mató en la misma puerta.
Durante tres días, los "grupos" que se encargó de alborotar Pedro de Aguayo, un noblecillo de segunda y familiar del Obispo, que en el fondo con aquel pretexto se desquitaba con los Fernández de Córdoba por haber expulsado al Obispo de la ciudad y en tan bochornosa situación como montado en una mula, no dejaran de robar y quemar casas.
Don Alonso de Aguilar y su hermano Gonzalo Fernández de Córdoba, el "Gran Capitán" que se encontraba en la ciudad pues iba a casarse, se sintieron obligados a encerrarse en el Alcázar con los conversos que pudieron llegar allí para defenderlos.
El Conde de Cabra junto con el Obispo Pedro de Córdoba y Solier, Martín Alfonso de Montemayor y Egas Venegas acusaron a D. Alonso de Aguilar de ser "amigo de conversos" y de haber fomentado toda la violencia de los últimos meses, y como consecuencia de todos estos acontecimientos fue la implantación por el Cabildo Municipal de un estatuto de limpieza de sangre, venciendo el bando "Cabrista".
D. Alonso tuvo que acatar las ordenes del Consejo de la Ciudad en el que se desterraba de Córdoba a la mayoría de los conversos, cosa que sin duda el de Aguilar anuló moviendo sus hilos ante los Reyes y recordándoles que sus hombres más leales eran judíos conversos y aunque fue demasiado tarde, fue toda una afrenta para su mayor enemigo el Conde de Cabra.
Como la venganza se sirve fría, el Conde de Cabra no tuvo nada más que esperar que D. Gonzalo se casara, su hermano D. Alonso le regaló la Alcaldía de Santaella, la gente del Conde de Cabra asaltó el Castillo raptando a Gonzalo y su esposa, recién casados, junto a todo su servicio y sus bienes los llevaron encerrándolos en el Castillo de Baena, hasta su liberación por intercesión de la Reina Isabel la Católica.
Ella sabía de antemano, que con la liberación de D. Gonzalo tendría a D. Alonso de su parte.
¡Y así fue! La liberación de su hermano hizo pasarse al bando de la Católica, que la defendió hasta el último día de su vida.
El comportamiento de los Reyes fue decisivo en la pacificación de Córdoba y a punto de finalizar la contienda sucesoria decidieron que había llegado el momento de hacerse con el poder en Andalucía, acabando con las rencillas de los nobles de las ciudades, y para ello emprendieron un viaje a la región, que comenzó con la llegada a Sevilla en julio de 1477.
En ese mismo año, los Reyes Católicos habían dado comisión al Conde de Cabra para que ajustase treguas con el Rey de Granada, nombrándole al mismo tiempo Capitán General del reino de Córdoba.
Como era de esperar, Don Alonso de Aguilar se enfadó mucho con la decisión de los Reyes sobre el privilegio que le habían dado a su mayor enemigo y junto con el enojo que le tenía al Granadino desde que se alió con el hijo de su adversario en aquel duelo en el que nunca se presentó... Cogió a sus hombres y asaltó el feudo granadino quemando todos los campos que encontró a sus paso, de vuelta de la incursión contra los moros pasó por el estado del Conde y nuevo Capitán General, e hizo lo mismo enconando mucho más las antiguas rencillas.
Al saber la reina de estos daños y alborotos mandó a Diego de Merlo como nuevo Corregidor de la ciudad para que apaciguarse a aquellos señores y solicitando a D. Alonso la satisfacción de sus agravios consiguiendo que éste le entregase Monturque por prenda hasta satisfacer al Conde de Cabra.
¡Lo tuvo que hacer! Entregar Monturque pero eso no significó su olvido de las rencillas con su tío ni que el "Tal Merlo" viniera nombrando a nuevo alcalde con la arrogancia y prepotencia a la que era su ciudad.
Pronto pudo satisfacer la antipatía que le ocasionaba el nuevo Corregidor ya que a los pocos meses llevaba el alcalde mayor dos homicidas presos cuando un tumulto de gente salieron a quitárselos.
Al enterarse el nuevo Corregidor Merlo salió al encuentro del disturbio clamando:
-"Favor al Rey y la Justicia"
Pero concurrió tanta gente en defensa de los reos, que para salvar su vida tuvo que refugiarse en la Iglesia de San Lorenzo cerrando las puertas.
Vino D. Alonso a los ecos de la trifulca y viendo que los refugiados no querían abrir las puertas de la iglesia solicitó a la gente que las quebrantasen, aunque la gente opinando que era un sacrilegio no hizo nada...
Así que mandó llamar a setenta de sus criados que las hicieron pedazos, sacando a Merlo al que envió a su Castillo de Aguilar.
La reina se contentó con que le diera libertad a Diego de Merlo y él a cambio consiguió de nuevo Monturque.
Los monarcas enviaron a Córdoba a sus aposentadores y advirtieron a don Alonso que diera las instrucciones precisas para que todo estuviera listo a su llegada...
No obstante, el recelo con que don Alonso acudió a esperarlos era tan grande que decidió vendarse los pies con vendas de tafetán simulando un padecimiento para no tener que descender de la montura al saludarles y poder salir huyendo si la situación lo requería.
Don Alonso de Aguilar vio que los Reyes cumplían su palabra al ofrecimiento que le habían hecho al cambio de su entrega de las torres, lo que le hizo aplacar su arrojo "guerrillero" contra su tío el Conde de Cabra y se mantuvo bajo las ordenes de los Reyes Católicos luchando contra la rebelión de los moros de la Alpujarra y de Sierra Bermeja, donde corrió a manos de infieles la heroica sangre de D. Alonso de Aguilar en 1501. Pero eso, déjame que te lo cuente otro día.
Y aquí acabó la vida de D. Alonso Fernández de Córdoba, señor de Aguilar... Un caballero épico cuya vida trascurrió entre la rebeldía y la bravura cordobesa, revelándose en las crónicas históricas como un hombre intrépido, osado, resuelto, valeroso y a veces por qué no decirlo, insensato... Que pasó a la historia como el hermano mayor de Don Gonzalo Fernández de Córdoba "El Gran Capitán", a pesar de ser uno de los personajes más poderoso de Córdoba en la segunda mitad del siglo XV.
*Rectificación de lugar de nacimiento de D. Alonso 4/11/2021
Fuentes Consultadas:
Diccionario geográfico - estadístico- histórico de España y sus... de Pascual Madoz , P. Sagastis Madoz 1830-En la frontera de Granada por Juan de Mata Carriazo- Descripción genealógica de la Casa de Aguayo (Árbol de Costados de doña Juana de Cárcamo) página 29- La monarquía como conflicto en la corona castellano-leonesa (c. 1230-1504) escrito por José Manuel Nieto Soria pag 233 - Otra historia de Córdoba de Galisteo Roger- Recuerdo y bellezas de España de P. de Madrazo pag 259- Casa de los Aguilar de Rafael Castejón Diario de Córdoba 19/04/1967- El Catálogo de los Obispos de Córdoba - Nobleza y Religión de Johll Edwords- Los Fernández de Córdoba- Revista de Ciencias Sociales y humanidades de la Campiña Alta Cordobesa por John Edwards Universidad de Oxford- El problema converso en Córdoba, el incidente de la Cruz de rastro por Margarita Cabrera Universidad de Córdoba- Cordobapedía y Wikipedia- Fotos recogidas de Internet.
Eran muy pequeños los tres hermanos: Alonso, Leonor y Gonzalo cuando sufrieron la perdida de su padre, quedándose doña Elvira con la tutela de sus hijos y de su patrimonio declarándose dueña en nombre de sus hijos de las casas familiares dando poder a Ruy Fernández de Peñalosa para que tomase posesión en su nombre de las Villas de Aguilar, Montilla, Priego, Cañete, Castillo de Anzur, Monturque y Barcas y para instalar en sus Castillos alcaides leales.
D. Alonso con apenas 8 años de edad, tomó posesión directa el 2 de Mayo de 1455 de Montilla y su Castillo con su madre como administradora de las propiedades de la Casa de Aguilar y tutor en su educación su tío D. Pedro Fernández de Cárcamo, señor de Aguilarejo y esposo de su tía materna doña María de Herrera.
Cuando muere su madre doña Elvira apenas tiene 17 años, y se encuentra el señor de Priego y Aguilar con una enorme herencia señorial...
Poseyendo además de las casas de Córdoba, Cañete, Paterna, Aguilar, Monturque, Priego, Castillo de Anzur, Montilla, Víllar de Don Lázaro, Castro Gonzalo, Belvís y Ovieco, grandes olivares, viñedos, y molinos de pan y de aceite, hornos de pan, tintes, tiendas, mesones, ventas, casas, silos, bodegas, lagares, caballerizas, etc... Lo que le hizo tener un gran poder adquisitivo y político.
En aquellos tiempos recaía por ley toda la herencia y bienes en el primogénito de los hijos, en este caso a don Alonso de Aguilar que sabiendo que sus padres faltaban fue generoso con sus hermanos...
A doña Leonor le procuró un buen casamiento con su primo Martín Fernández de Córdoba y de cuyo matrimonio nació Diego, el primer marqués de Comares y también famoso por ser el que capturó a Boabdil "El Chico". Pero eso déjame que te lo cuente otro día.
A su hermano D. Gonzalo con apenas quince años lo envió a la Corte de Ávila sufragando todos sus gastos, le hizo paje del Arzobispo Carrillo que por aquel entonces se encontraba aliado de Isabel la Católica; en la corte de la Princesa Isabel, destacó en los juegos y con las armas y nada hacía prever Gonzalo eclipsaría su trayectoria personal.
Durante toda su vida D. Alonso de Aguilar mantuvo una gran rivalidad, heredada desde luego de su padre con su tío el Conde de Cabra.
Por lo visto la rivalidad comenzó cuando su tío, el hermano de su padre, D. Alfonso IV señor de Aguilar, casado con Leonor de Arellano murió sin descendencia, dejando el señorío de Aguilar en herencia a su padre, D. Pedro, que todavía era un niño y que su tío reclamaba como suyo... Los dos representaban ramas principales de la frondosa casa señorial de los Fernández de Córdoba y llevaban años disputándose villas cordobesas que entendían que eran suyas y no del contrario, y para rematar mucho más la inquina que ambos se tenían, ésta se avivó a causa de un casamiento frustrado...
Don Alonso estuvo a punto de casarse con la octava hija de su tío, llamada doña Francisca Carrillo de Córdoba pero la boda se deshizo por influencias de don Pedro Girón , maestre de Calatrava y al final se casó con doña Catalina Pacheco, hija del Marqués de Villena.
La alianza de Alonso de Aguilar y los Pacheco fue de importancia para la explicación de los conflictos de después vendrían entre las diversas ramas de la Casa de Córdoba.
Un motivo más de enemistad del Conde de Cabra hacia su sobrino ya que había dejado a su hija compuesta y sin novio...
Alonso contrae matrimonio a los 29 años con Catalina Pacheco con quien tuvo cinco hijos: Pedro, que llegaría a ser Marqués de Priego; Francisco, Señor de Almunia; Luisa, de la que no se sabe nada, Elvira y María, ambas religiosas.
Aunque también tuvo varios hijos ilegítimos que los historiadores sepan, al menos cuatro a los que más tarde le daría su apellido, como en el caso de Pedro Núñez de Herrera, hijo bastardo que don Alonso de Aguilar y una esclava morisca que daría mucho que hablar, al llegar a ser el primer Bailío de Lora y dueño de la casa del Bailío. Pero eso, déjame que te lo cuente otro día.
Durante años se cristalizó en intensificadas luchas de poder entre ambos rivales, originando un verdadero estado de guerra entre los súbditos de estos señores los cuales cometieron mutuamente, toda clase de robos y atropellos...
Con los conflictos de sucesión de Enrique IV gran sector de la nobleza descontenta con sus acciones forzaron a éste a proclamar a su medio hermano el heredero y por lo tanto príncipe de Asturias a pesar de desposeer de ese derecho a su única hija Juana de Castilla, llamada por sus enemigos "La Beltraneja" ya que decían que el rey Enrique era impotente y por lo tanto le achacaron el embarazado a Beltrán de la Cueva valido del rey.
A pasar del movimiento del rey la nobleza seguía descontenta y en 1465 las cortes se reunieron en Ávila derrocando a Enrique IV y proclamando a Alfonso que no era más que un niño con apenas doce años.
Y como era de esperar Córdoba, al igual que todo el reino, se dividieron en dos bandos. Siguiendo a Alfonso se encontraba Don Alonso de Aguilar, Luis Méndez de Sotomayor, señor de El Carpio, el Alcaide de los Donceles, y el hijo de Luis Portocarrero, señor de Palma del Rio, además del bando de Don Alonso lo componían representantes de la pequeña nobleza cordobesa, los Cárcamo, de las Infantas, Hoces, Páez de Castillejo, Angulo y parte de los Aguayo con sus escudero y criados.
Quedaron leales a Don Enrique, el Conde de Cabra, el mismo Luis Portocarrero, Martín Alfonso de Montemayor, Señor de Alcaudete, el Obispo de Córdoba, Elga Venegas, señor de Luque y Fernando de los Ríos.
Los "Alfonsistas" controlaban la misma Córdoba, Aguilar, El Carpio, Belmez, Fuenteovejuna, Lucena, Espejo, Chillón y Santa Eufemia.
Lo seguidores del rey Enrique dominaban Cabra, Iznájar, Rute, Zambra, Castro del Río, Montoro, Montemayor, Villa del Rio. Pedro Abad, Almodóvar del Río y Palma del Río.
Entretanto y con motivo de la elección del nuevo Obispo de Córdoba D. Pedro de Córdoba y Solier, aquel que fue hermano de los comendadores que murieron a manos de un marido celoso de lo que ya hablamos hace tiempo en este blog, y que era partidario de Don Enrique IV y por lo tanto rival de la Casa de Aguilar, los hijos del Conde de Cabra, Diego y Sancho, y todos los canónigos que reunidos en el Cabildo estaban festejando la elección del nuevo Obispo D. Pedro.
Al enterarse D. Alonso de la celebración y con la excusa de que el Obispo era partidario del Rey Enrique y el Conde de Cabra, irrumpió en el Cabildo apresó a los hijos del Conde y a algunos canónigos mandando a sus hombres que los llevaran a su fortaleza de Cañete de las Torres.
Al Obispo, D. Pedro de Córdoba y Solier, lo montó en una mula y tomando las riendas lo sacó de la ciudad, mandando que cerrasen las puertas... El Obispo no tuvo otra, que marcharse al convento de Los Jerónimo.
Don Diego de Cabra al conocer la situación de sus hijos, tomó las puertas de la ciudad y puso sitio al Alcázar y la Calahorra únicos lugares ajenos a su autoridad. Movilizando sus fuerzas para atacar Cañete... Don Alonso, carente de recursos con los que sostener ese Castillo por muchos días, trasladó a los prisioneros a Córdoba donde apareció con ellos enjaulados y amenazó al Conde que en ese momento tenía en su poder el Alcázar, que si no entregaba la Calahorra y donde él se encontraba, su hijos y los canónigos, serían utilizados como proyectiles contra los muros del Alcázar...
El Conde de Cabra tuvo que ceder a sus pretensiones, acordándose la entrega de diversas posesiones, lo que otorgó por escrito y firmó junto a sus hijos y otros miembros relevantes de su linaje, entregando el Alcázar y la Calahorra a las gentes de don Alonso y los prisioneros fueron liberados.
De esta hazaña el de Aguilar salió excomulgado por el nuevo Obispo que en su carta daba las causas para la excomunión:
Por haber entrado en armas, por haber prendido a seis canónigos, por haber tenido la iglesia encastillada, por el quebrantamiento y quema de las casas del Obispo, por poner imposición a los Clerigos, por haber maltratado a los criados del Obispo, por haber desterrado al Obispo de la Ciudad, etc, etc...
¡Desde luego el Obispo se cuidó muy mucho de nombrar la mula con la que fue expulsado!
D. Alonso apeló ante el tribunal Arzobispal Toledano que dictó a su favor quedando liberado de la excomunión.
Mientras en Castilla, el descontento de la nobleza no disminuyó y en junio de 1465 la liga nobiliaria se reunió en Ávila, derrocaron a Enrique y proclamaron Rey de Castilla a Alfonso, un niño de tan solo 12 años y que lo hicieron subir al trono, con el nombre de Alfonso XII de Castilla.
Estalló entonces la guerra abierta entre los partidarios de Enrique y los de Alfonso que había instalado su Corte en Arévalo y llegó a reinar de hecho durante los tres años que duró su vida.
A principios de julio de 1468, perdieron los "Aguilaristas" su símbolo nacional, el príncipe Alfonso, con su oscura muerte al parecer envenenado, su hermanastro Enrique IV otorga una amnistía general a la nobleza auspiciando así una etapa de tranquilidad entre ambos contrincantes..
Sin embargo, los enriqueños de la región cordobesa sacaron del Rey algunas ventajas del conflicto, como por ejemplo el conde de Cabra que ganó la posesión legal de Rute, Zambra e Iznájar; Luis de Portocarrero que como premio de su lealtad al rey Enrique, recibía el señorío de La Puebla de los Infantes.
Estás "Recompensas" molestaron mucho a D. Alonso, a pesar que el Rey le había dejado la Rambla y Santaella, le obligó a entregar el Alcázar al Conde de Cabra y la Calahorra al de Alcaudete y Montemayor. Este fue el motivo por la que la calma entre ambos parientes se fue tensando en una paz irreal e inquieta.
Sin embargo el pacto de Guisando del 19 de septiembre de 1468, entre Enrique e Isabel, cambió inmediatamente el giro de la política nacional y también local, hacia una concordia diplomática.
En Córdoba, los dos bandos llegaron a un "teórico acuerdo" a causa de la supuesta reconciliación entre el Rey y el Marqués de Villena.
Enrique IV que vino a Córdoba acompañado del marqués en 1469 para intentar reconciliar a ambos nobles intentando zanjar el problema, el Rey entró en la ciudad acompañado por el conde de Cabra, y propuso una reconciliación formal de los dos familiares enemistados y como prueba ordenó que se devolvieran las villas y fortalezas que entre ellos se habían quitado, consiguiendo que se abrazaran ambos en su presencia en la iglesia de San Francisco en un día del Corpus.
Comenzó el Conde de Cabra que le tuvo que entregar a D. Alonso, Castro del Río y Montoro.
D. Alonso le tenía que entregar al Conde de Cabra, Santaella y la Rambla...
Pero a pesar de que el Conde de Cabra fue el primero que entregó las Villas no hizo lo mismo don Alonso, alegando ante el Rey que esas villas habían sido suyas siempre y que no las iba a entregar...
El pusilánime de Enrique IV, no le interesaba indisponerse abiertamente a Don Alonso, tal vez por su débil carácter o porque se indispondría con Pedro Pacheco gran apoyo para él.
Así, que cuando pasaban los días e incluso semanas el Conde de Cabra se sintió ofendido al ver que el Rey no obligaba a D. Alonso a entregar las villas con las que habían pactado, pero ya no podía echarse atrás en sus entregas pues D. Alonso las había tomado como suyas.
Aunque ¡claro!, el Conde de Cabra no se quedó quieto ante tamaño perjuicio hacía su persona.
El caso es que D. Diego había estado abasteciendo secretamente el Alcázar de gente, armas y municiones por lo que D. Alonso de Aguilar vio peligrar su posición en Córdoba y decidió adelantarse a las maniobras de su rival.
En octubre del año 1469, fiándose de una paz que durante casi un año mantenían su padre, el Conde con el el señor de Aguilar, fue Diego Fernández de Córdoba, hijo del Conde de Cabra, invitado por don Alonso de Ángulo para asistir al acto de toma de posesión de una venticuatria obtenida por el señor de Palma. A ésta acudió don Diego, sin saber que era el de Aguilar el que estaba detrás de todo y en el mismo festín fue preso y conducido a una torre por Diego Carrillo, caballero calatrava y parcial de Don Alonso.
Al cabo de unos meses concedió D. Alonso libertad al preso a cambio del juramento de que volvería a prisión si no convencía a su padre el Conde, de cumplir ciertas estipulaciones pretendidas desde hacía tiempo y era la entrega de Alcalá la Real, el Alcázar con toda el arsenal, que entendía que la usurpaba y la Calahorra.
Las estipulaciones fueron firmadas por D. Diego y por su propio padre, dando incluso fecha de la entrega. Aunque lograda su libertad D. Diego no perdió el tiempo en informar al Rey del agravio que se había cometido en su persona.
Enrique IV se lo tomó bastante mal, liberándolo de ese compromiso y autorizando al Conde de Cabra a no cumplir el juramento y de no tener que volver a la cárcel su hijo imponiendo pena leve a quien exigiese su cumplimiento.
Libre D. Diego del acatamiento, éste da rienda suelta a su enojo y manda una carta a Don Alonso llamándole alevoso y proponiendo un combate de caballero a caballero, a la vez de escribirle al Rey pidiéndole licencia y campo seguro para tal combate.
El Rey le negó la licencia y entonces se dirigió al Rey de Granada solicitando palenque en su corte.
El Granadino entendiendo de honor les preparó a los dos caballeros, ricos aposentos donde alojarse y un espacioso lugar donde realizar el duelo.
D. Diego emplazó entonces a su contrario el de Aguilar con día y hora para la pelea...
Llegó el día crítico y el pueblo y señorío de la corte incluidas doncellas moras e incluso de Rey granadino, acudieron con impaciencia a las gradas del palenque pero no aparecía D. Alonso...
D. Diego armado y montado en un caballo arrogante salió a la hora precisa con gentil postura... Paseó el palenque sin que apareciera D. Alonso y mandó a uno de sus escuderos que lo llamara a viva voz. Y aunque éste lo llamó muchas veces no sonó trompeta que anunciara la llegada del competidor...
Continuaron los llamamientos toda la tarde hasta llegar la noche, en que salió otro escudero pero esta vez con un cuadro en el que Don Alonso aparecía pintado, ató el retrato a la cola del caballo de D. Diego que hincó la espuela al caballo y arrastró con deshonor la figura del señor de Aguilar hasta hacer el cuadro astillas.
Diciendo:
"Este es el alevoso D. Alonso que citándole para un torneo no vino al plazo señalado"
Todos aplaudían y el Rey granadino dio como vencedor al hijo del Conde de Cabra.
Un caballero de los que allí se encontraba y amigo de don Alonso, entregó una carta que poseía de éste a D. Diego, fechada con días anteriores al duelo, en la que le escribía al hijo del Conde, alegando que no se fiaba de la palabra del rey nazarí, indicando que era el enemigo y que por tanto no podía determinarse como juez de tal duelo. Por lo cuál no viajaría a Granada y no se produciría finalmente un combate real considerando que en el caso de que fuera proclamado vencedor por su ausencia, no tendría ningún valor.
Dejando así, con un palmo de narices al rey granadino y al hijo de su gran rival.
La facción encabezada por el señor de Aguilar, junto con su cuñado el marqués de Villena que en ese momento había perdido poder con Isabel, toman partido por la Beltraneja, mientras el conde de Cabra con sus seguidores se alineaba en el partido de Isabel.
En 1473 se añadió una dimensión anti-judía entre los dos bandos, D. Alonso había favorecido el acceso de cristianos nuevos a cargos públicos, cosa que sus rivales no estaban dispuestos a consentir, aumentando el odio hacía éstos... Desde luego ya se estaba gestando lo que una década después sucedería en esta ciudad de la mano del inquisidor Lucero.
Don Alonso de Aguilar se vio implicado como el protector de los cristianos nuevos de la ciudad a causa de unas revueltas que hubo contra los conversos, causa que les hizo a sus enemigos de acusarlo de alborotador.
Los hechos ocurrieron cuando una procesión de la Virgen salió del convento de los Franciscanos, cuando bajaba la imagen llevada por los cofrades por la calle de la Feria. Por lo visto una chiquilla echó agua por el balcón sin darse cuenta que iba pasando la imagen en aquel momento y cayendo sobre ella... En aquella casa vivía una familia de "cristianos nuevos" e inmediatamente fueron acusados de herejía siendo la reacción fue inmediata:
Un herrero de la collación de San Lorenzo llamado Alonso Rodríguez se hizo jefe de los indignados cristianos viejos que empezaron enseguida un asalto de las casas de los conversos incendiándolas.
Desgraciadamente la ciudad se dividió en dos bandos: Los "Aguilaristas" a favor de la defensa de los conversos y los "Cabristas" los que estaban a favor de echarlos de la ciudad.
El "Aguilarista" Pedro de Torreblanca con algunos hombres intentó por todos los medios detenerlos pero fue herido por el herrero que se refugió en la misma iglesia de San Francisco, de donde el señor de Aguilar lo sacó y lo mató en la misma puerta.
Durante tres días, los "grupos" que se encargó de alborotar Pedro de Aguayo, un noblecillo de segunda y familiar del Obispo, que en el fondo con aquel pretexto se desquitaba con los Fernández de Córdoba por haber expulsado al Obispo de la ciudad y en tan bochornosa situación como montado en una mula, no dejaran de robar y quemar casas.
Don Alonso de Aguilar y su hermano Gonzalo Fernández de Córdoba, el "Gran Capitán" que se encontraba en la ciudad pues iba a casarse, se sintieron obligados a encerrarse en el Alcázar con los conversos que pudieron llegar allí para defenderlos.
El Conde de Cabra junto con el Obispo Pedro de Córdoba y Solier, Martín Alfonso de Montemayor y Egas Venegas acusaron a D. Alonso de Aguilar de ser "amigo de conversos" y de haber fomentado toda la violencia de los últimos meses, y como consecuencia de todos estos acontecimientos fue la implantación por el Cabildo Municipal de un estatuto de limpieza de sangre, venciendo el bando "Cabrista".
D. Alonso tuvo que acatar las ordenes del Consejo de la Ciudad en el que se desterraba de Córdoba a la mayoría de los conversos, cosa que sin duda el de Aguilar anuló moviendo sus hilos ante los Reyes y recordándoles que sus hombres más leales eran judíos conversos y aunque fue demasiado tarde, fue toda una afrenta para su mayor enemigo el Conde de Cabra.
Como la venganza se sirve fría, el Conde de Cabra no tuvo nada más que esperar que D. Gonzalo se casara, su hermano D. Alonso le regaló la Alcaldía de Santaella, la gente del Conde de Cabra asaltó el Castillo raptando a Gonzalo y su esposa, recién casados, junto a todo su servicio y sus bienes los llevaron encerrándolos en el Castillo de Baena, hasta su liberación por intercesión de la Reina Isabel la Católica.
Ella sabía de antemano, que con la liberación de D. Gonzalo tendría a D. Alonso de su parte.
¡Y así fue! La liberación de su hermano hizo pasarse al bando de la Católica, que la defendió hasta el último día de su vida.
El comportamiento de los Reyes fue decisivo en la pacificación de Córdoba y a punto de finalizar la contienda sucesoria decidieron que había llegado el momento de hacerse con el poder en Andalucía, acabando con las rencillas de los nobles de las ciudades, y para ello emprendieron un viaje a la región, que comenzó con la llegada a Sevilla en julio de 1477.
En ese mismo año, los Reyes Católicos habían dado comisión al Conde de Cabra para que ajustase treguas con el Rey de Granada, nombrándole al mismo tiempo Capitán General del reino de Córdoba.
Como era de esperar, Don Alonso de Aguilar se enfadó mucho con la decisión de los Reyes sobre el privilegio que le habían dado a su mayor enemigo y junto con el enojo que le tenía al Granadino desde que se alió con el hijo de su adversario en aquel duelo en el que nunca se presentó... Cogió a sus hombres y asaltó el feudo granadino quemando todos los campos que encontró a sus paso, de vuelta de la incursión contra los moros pasó por el estado del Conde y nuevo Capitán General, e hizo lo mismo enconando mucho más las antiguas rencillas.
Al saber la reina de estos daños y alborotos mandó a Diego de Merlo como nuevo Corregidor de la ciudad para que apaciguarse a aquellos señores y solicitando a D. Alonso la satisfacción de sus agravios consiguiendo que éste le entregase Monturque por prenda hasta satisfacer al Conde de Cabra.
¡Lo tuvo que hacer! Entregar Monturque pero eso no significó su olvido de las rencillas con su tío ni que el "Tal Merlo" viniera nombrando a nuevo alcalde con la arrogancia y prepotencia a la que era su ciudad.
Pronto pudo satisfacer la antipatía que le ocasionaba el nuevo Corregidor ya que a los pocos meses llevaba el alcalde mayor dos homicidas presos cuando un tumulto de gente salieron a quitárselos.
Al enterarse el nuevo Corregidor Merlo salió al encuentro del disturbio clamando:
-"Favor al Rey y la Justicia"
Pero concurrió tanta gente en defensa de los reos, que para salvar su vida tuvo que refugiarse en la Iglesia de San Lorenzo cerrando las puertas.
Vino D. Alonso a los ecos de la trifulca y viendo que los refugiados no querían abrir las puertas de la iglesia solicitó a la gente que las quebrantasen, aunque la gente opinando que era un sacrilegio no hizo nada...
Así que mandó llamar a setenta de sus criados que las hicieron pedazos, sacando a Merlo al que envió a su Castillo de Aguilar.
La reina se contentó con que le diera libertad a Diego de Merlo y él a cambio consiguió de nuevo Monturque.
A Córdoba no llegaron los Reyes hasta el otoño del año 1478, pero desde la ciudad cercana fueron ordenando ciertas medidas, que demostraban sus propósitos e ir apaciguando los ánimos del Aguilar...
Así, el 4 de octubre de 1477 dirigieron una real cédula a don Alonso en la que le ordenaban entregar el Alcázar y la Calahorra a su enviado Pedro del Castillo, a cambio le ofrecieron que no tendrían en cuenta ningún hecho delictivo que hubiera ocurrido durante el reinado de Enrique IV o años posteriores, cosa que al final aceptó Don Alonso poniéndose a disposición de los Reyes.Los monarcas enviaron a Córdoba a sus aposentadores y advirtieron a don Alonso que diera las instrucciones precisas para que todo estuviera listo a su llegada...
No obstante, el recelo con que don Alonso acudió a esperarlos era tan grande que decidió vendarse los pies con vendas de tafetán simulando un padecimiento para no tener que descender de la montura al saludarles y poder salir huyendo si la situación lo requería.
Don Alonso de Aguilar vio que los Reyes cumplían su palabra al ofrecimiento que le habían hecho al cambio de su entrega de las torres, lo que le hizo aplacar su arrojo "guerrillero" contra su tío el Conde de Cabra y se mantuvo bajo las ordenes de los Reyes Católicos luchando contra la rebelión de los moros de la Alpujarra y de Sierra Bermeja, donde corrió a manos de infieles la heroica sangre de D. Alonso de Aguilar en 1501. Pero eso, déjame que te lo cuente otro día.
Y aquí acabó la vida de D. Alonso Fernández de Córdoba, señor de Aguilar... Un caballero épico cuya vida trascurrió entre la rebeldía y la bravura cordobesa, revelándose en las crónicas históricas como un hombre intrépido, osado, resuelto, valeroso y a veces por qué no decirlo, insensato... Que pasó a la historia como el hermano mayor de Don Gonzalo Fernández de Córdoba "El Gran Capitán", a pesar de ser uno de los personajes más poderoso de Córdoba en la segunda mitad del siglo XV.
*Rectificación de lugar de nacimiento de D. Alonso 4/11/2021
Fuentes Consultadas:
Diccionario geográfico - estadístico- histórico de España y sus... de Pascual Madoz , P. Sagastis Madoz 1830-En la frontera de Granada por Juan de Mata Carriazo- Descripción genealógica de la Casa de Aguayo (Árbol de Costados de doña Juana de Cárcamo) página 29- La monarquía como conflicto en la corona castellano-leonesa (c. 1230-1504) escrito por José Manuel Nieto Soria pag 233 - Otra historia de Córdoba de Galisteo Roger- Recuerdo y bellezas de España de P. de Madrazo pag 259- Casa de los Aguilar de Rafael Castejón Diario de Córdoba 19/04/1967- El Catálogo de los Obispos de Córdoba - Nobleza y Religión de Johll Edwords- Los Fernández de Córdoba- Revista de Ciencias Sociales y humanidades de la Campiña Alta Cordobesa por John Edwards Universidad de Oxford- El problema converso en Córdoba, el incidente de la Cruz de rastro por Margarita Cabrera Universidad de Córdoba- Cordobapedía y Wikipedia- Fotos recogidas de Internet.
Genial
ResponderEliminarMuchas gracias.
EliminarUn saludo
No nació en Montilla.
ResponderEliminarNo nació Montilla, se cree que nació en Córdoba o en Aguilar, pero no en Montilla, no hay ningún documento que lo acredite, al igual que su hermano Gonzalo. En cualquier caso, felicidades por la entrada. Un saludo.
ResponderEliminarNo hay documentos que acredite que nació en Montilla. Esa parte es inventada. Por la importancia del personaje, se piensa que nació en Córdoba o en la cabeza del señorío, Aguilar de la Frontera.
ResponderEliminarRectificado. Estaré al tanto si encuentro el documento donde leí que su lugar de nacimiento fue Montilla.
ResponderEliminarMaravilloso me encanta como as plasmado la historia, espero más, saludos
ResponderEliminarMuchas gracias Almeda Imagen.
ResponderEliminarBienvenid@ a mi blog