martes, 24 de enero de 2012

Leyenda de la calleja del Toril








Corría el siglo XVI cuando en nuestra ciudad se distinguía entre la gente de vida libertina y relajada D. Clemente de Cáceres.
Éste se entregaba a continuos galanteos y amoríos sin importarle arrollar todo lo que se oponía al logro de sus deseos...


Las mujeres le temían, los maridos le odiaban y los padres hierros ponían en las ventanas, temerosos que a sus hijas pudiera ser deshonradas por este miserable.
Alardeaba de mujeres que habían caído a sus pies ya fueran solteras, casadas o viudas. Y las apuestas corrían entre sus amigos a ver que señora caía esta vez en sus redes. 
Muchas fueron las personas ofendidas por sus frivolidades y se hizo de muchos enemigos en la ciudad, profesándole el odio más encarnizado aguardando la ocasión para poder vengarse.

Una noche, de las muchas que salía en busca de conquista, iba por la plaza Cedaceros dirección a la calle del Toril sin escuchar más ruido que el roce de sus armas con su ropa, cuando advirtió dos embozados de larga capa que al parecer salieron de la calle Juramento.
Cuando ya se había adentrado en el Toril, se oyó un silbido y de pronto aparecieron dos hombres que entraron al Toril por la Plaza de la Almagra... 
Comprendiendo don Clemente que se trataba de una emboscada, aceleró el paso para salir por la plaza Corredera sin saber que allí mismo le esperaban dos embozados más.
Calleja del Toril
Calleja del Toril























Plegaria a la Virgen que se encuentra
encima del arco
Eran seis los hombres armados que acechaban al joven y sin salida se arrinconó en el quicio de la puerta de la Ermita.
Allí mismo se preparó don Clemente, que sacando su espada se dispuso a vender su vida a cambio de matar a cuantos pudiera... ¡No le quedaba otra! En sus oídos se agolparon los latidos de su corazón acelerado, los minutos se hicieron horas y su vida pasó ante sus ojos... Una vida llena de todos los agravios que había cometido. Mientras, la luz de la luna se encargaba de dar el brillo a los seis aceros que se preparaban a hundir sus puntas en su pecho.
Apoyando su espalda en una puerta que caía a la Ermita de los Ángeles, en el mismo callejón y viendo su muerte segura, gritó:

"Ven en mi socorro, Madre del alma" 

Acordándose de la pequeña imagen que tantas veces había visto al pasar sin prestarle atención...

La puerta de la Ermita se abrió por arte de magia cayendo de espaldas dentro... A la vez, sin saber como ni por qué la puerta se cerró en el momento en que las seis espadas, al unísono, se iban a clavar en su torso, clavándose en la puerta.
Quedó solo en la Ermita, mientras sus asesinos quedaron en la calleja que al encontrarse burlados intentaron abrir la puerta...Una vez forzada y abierta vieron que la hermosa imagen lo amparaba con su manto.
Nada hicieron ya, estaba acogido en sagrado, bajo la protección de la iglesia.
Ermita dela Virgen del  Socorro
El libertino joven don Clemente de Cáceres, viendo lo que había ocurrido y que la Virgen le había dado una oportunidad de cambiar, convirtió esa vida licenciosa por la de un hombre honrado.
Fundando la hermandad de Nuestra Señora del Socorro en Córdoba, siendo uno de los más fervorosos cofrades.



Fuentes Consultadas:
(Entrada editada para modificar fotos 08/08/2018)
Documentada en Paseos por Córdoba en texto de Ramírez de Arellano- Óleo de Lorenzo Valdés- demás fotografías propiedad del blog las cuales he puesto señal de agua por verlas que otros las han copiado sin indicar de donde las han cogido.

6 comentarios:

  1. Un Don Juan cordobés con suerte.
    Gracias, Chiquita.

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  2. ¿Verdad, leyenda? Una bella página de la historia de Córdoba que no ponemos en valor, como todo lo nuestro.

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  3. Pues lleva razón. Los cordobeses no le damos valor a la historia de nuestra tierra. Una gran pena

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  4. Córdoba, hermosa tierra de poetas, pintores, bañada por el Guadalquivir y protagonista de sin fin de historias y leyendas acaecidas en las angostas callejas de la Sultana judería.

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  5. Pues si... Muchas leyendas.
    Bienvenid@ a mi blog

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Muchas gracias por sus comentarios.