viernes, 25 de junio de 2010

Abderramán III.

El primer Califa cordobés



"...Y en todo este tiempo, he contado los días de pura y genuina felicidad que he vivido: Montan un total de catorce... No cifréis por tanto vuestras esperanzas en las cosas de este mundo."

                                                 Abderramán III.




Nació en el Alcázar cordobés un jueves del mes de Enero, veintiún días antes de la trágica muerte de su padre Muhammad.
Desgraciadamente su padre fue asesinado a golpes por su tío al-Mutarrif por las intrigas palaciegas.
¿Los motivos? Lo que siempre ocurría cuando un Emir proponía como heredero a uno de sus hijos, las envidias y las traiciones que siempre existieron en la Corte Omeya.
Al parecer, el Emir Abd Allah y padre de ambos, había propuesto a Muhammad como heredero suyo por sus méritos, lo cual irritó a Mutarrif, que era de sangre real por parte de madre, al contrario que Muhammad, que era hijo de una esclava cristiana... 
Así que Mutarrif, que se sintió despreciado por su padre al no ser su favorito, tendió una emboscada a su medio hermano y lo acusó ante el Emir por desobediencia...
Abd Allah mandó encarcelar a Muhammad, pero no castigó a Mutarrif porque en el fondo temía que alguno de sus hijos conspirara contra él, así que decidió que era bastante escarmiento y mandó poner en libertad a Muhammad que fue asesinado en la misma celda por Mutarrif, el cual fue ejecutado por orden de su padre.
Parte de la arqueta de Leire
en el que se representa al Califa
El destino de Abderramán siendo un bebé de días era incierto con la muerte de su padre y los tiempos que corrían, así que su abuelo el Emir, probablemente acuciado por problemas de conciencia por la muerte de su hijo, cobijó bajo su protección en Palacio tanto a la madre, una esclava de origen vasco llamada Muzayna que en árabe significa Lluvia, como al bebé que todavía no tenía ni tan siquiera la cuarentena. 

El azar es a veces caprichoso y el destino lo llevó a ser lo que nadie supo presagiar, el más célebre de aquella dinastía, el octavo y último Emir y primer Califa Omeya.

Abdalá, le tomó un especial aprecio que no ocultó a los ojos de los demás, pronto aquel niño fue el nieto preferido, al que llegada su adolescencia y mediante gestos tales como el que en alguna fiesta le hiciera sentar en el trono mientras él ocupaba un estrado a su lado, o que a la vista de todos se quitase su anillo para ponerlo en el dedo del nieto, destinó a que fuera su sucesor.
¡La infancia de Abderramán no fue nada fácil! A pesar de transcurrir en el harén de su abuelo conviviendo con su madre y sus tíos menores de edad además con las esposas y concubinas de su abuelo y con un buen número de servidores y eunucos, al frente del harén estaba su tía,  a la que llamaban al-Sayyida, es decir "La Señora" que para desgracia del pobre muchacho era hermana uterina del infante Al- Mutarrif, el asesino de su padre.
Ésta, se encargó de la crianza y educación del niño; lo que no le hizo la vida nada fácil al pequeño que según cuentan los cronistas lo trató con bastante dureza llegando al maltrato...

Tal vez ese fue el detonante que forjó esa personalidad, era cortés y benevolente para los que acatasen sus órdenes, pero extremadamente duro y cruel con quien se rebelase contra él.
Desde luego nunca olvidó y perdonó a su tía por el trato que tuvo con él y cuando sucedió a su abuelo la expulsó del Alcázar y la princesa tuvo de refugiarse en la casa noble de los Banu Hudayr, visires del Emirato... Muriendo dieciocho años después de la entronización de su sobrino y sin ser reconocida como parte de la Corte.

El joven Abderramán que siempre vivió en la Corte cordobesa, situación que no gozaron los propios hijos de su abuelo, tuvo una esmerada educación y demostró poseer la constancia y astucia propia de los Omeya, junto al valor personal y acertado sentido de la realidad, poseía además una inteligencia ágil y aguda. 
De indudable inclinación al conocimiento de las materias que entonces se consideraban imprescindibles en la formación de un hombre, que como él, estaba llamado a ocupar el más alto puesto en la sociedad en la que había nacido.
El Califa era de piel clara, sus ojos azules y su cabello rubio tirando a pelirrojo que intentaba ocultar usando tintes de alheña.
De corta estatura y complexión fuerte, tenía un aspecto atractivo, señorial y majestuoso que destacaba sobre todo, cuando iba a lomos de su caballo, a pesar de que los estribos no bajaban un palmo de la silla debido a la reducida longitud de sus piernas, sin embargo cuando iba a pie resultaba bajo para la talla media de los de su raza.

Sucedió a su abuelo a la edad de veinte años heredando un Emirato más nominal que real... 
Los Omeyas atravesaban el peor momento de la historia, con rebeliones de árabes, bereberes y muladíes, que junto con la desunión de los señores locales que controlaban las ciudades reducían el control efectivo del Emir a los territorios aledaños.
La expansión del califato Fatimí de Egipto, además amenazado por cada vez más poderoso rey de León.  
No tuvo más remedio que dedicarse a sofocar todas las rebeliones y a unificar los territorios lo que tardó alrededor de tres meses a la vez que redujo a Ibn Hafsun a la necesidad de traer mercenarios de Tanger y recluirse en Barbastro donde murió ese mismo año, aunque el todavía Emir tardaría más de diez años en derrotar a los hijos de éste. 


Las guerras son continuas, unas veces por la parte norte y otras por la parte de África porque ni la sumisiones eran duraderas, ni los cristianos dejaban descansar al cordobés por los continuos intentos de invasión. 

Y los reinos cristianos, ¿A que dedicaban el tiempo libre? Pues la verdad que tiempo libre poco. 
Mientras, Ramiro de León resolvía unos "problemillas dinásticos" que junto con sus hermanos tenían.
Veréis el lío: 
A la muerte de su padre Ordoño fue Fruela II que ya era rey de Oviedo, el que se quedó con el trono, dejando sin ningún derecho a sus tres sobrinos.
¡Pero poco le duró! Fruela murió a poco más de un año de lepra quedando una lucha interna entre el hijo de éste, un tal Alfonso al que llamaron "el jorobado "que apoyaban para subir al trono los asturianos y por otro lado los tres hijos de Ordoño: Sancho Ordoñez, Alfonso el que sería llamado "El Monje" y el propio Ramiro al que más tarde sería llamado "El Grande" que eran apoyados por los gallegos y portugueses.
Ramiro actuó rápido, pactando con Sancho I Garcés  e incluso casándose con la hija de éste llamada Urraca Sánchez... Aunque para ello tuvo que repudiar a su primera esposa a pesar de tener dos hijos con ella, para unir lazos con el pamplonés.
La victoria estuvo de parte de los hijos de Ordoño que echaron al intruso del trono dividiendo el reino de su padre en tres:
León se lo quedó Alfonso, Galicia hasta llegar al río Miño para Sancho y lo que hoy en día sería el norte de Portugal para Ramiro que sumiría el reino de Galicia a la muerte de su hermano y que una vez afianzado ordenó cegar a todos los miembros de la familia de Fruela para no tener de nuevo luchas internas. Comenzando un proceso de expansión territorial que no le gustó nada al cordobés, que había oído que se había aliado además del pamplonés con el wali de Zaragoza que estaba resentido con el Califa por haber mandado matar a un hermano suyo, entre ambos le tocaron tanto las narices a Abderraman III acercándose tanto a sus fronteras que no tuvo más remedio que declarar "La guerra ". 
A la proclama del Califa todo el mundo musulmán se puso en movimiento... ¡El punto de reunión! Los campos de Salamanca.

Cuentan los cronistas que el Califa salió de Córdoba acompañado de su guardia y lo mejor de su ejercito y a orillas del Tormes se montó un gran campamento en que se concentraron todos los musulmanes disponibles para hacer la guerra.
Era primavera del 939 cuando pasan el Duero sin apenas resistencia, talaron campos, incendiaron poblaciones y haciendo, según las crónicas, los estragos de las tempestades.
Los cristianos no tuvieron más ocasión que encerrarse en Zamora, aunque no era más que una treta ya que el cordobés supo que el rey Ramiro pretendía darle el gran golpe por la espalda.
Así que deja a gente cercando la ciudad y junto con sus mejores hombres marchan río Duero arriba en busca del ejercito leonés, encontrándose ambas huestes cerca de Simancas.
En el momento de entrar en batalla un eclipse solar oscureció el día que llenó de terror a los soldados de ambos bandos.
Que tanto cristianos como musulmanes presagiaron como una señal y más de dos días se tiraron tanto un ejercito como otro sin hacer movimiento alguno esperando ¡no sabían realmente el qué! hasta que al tercer día sonaron trompetas que anunciaban el combate.
Como clave de la batalla el no querer aceptar el ejercito musulmán ordenes de otros grupos de musulmanes que se habían unido a la llamada de la "Campaña del Supremo Poder" del Califa.
¿ Que qué hacían los cristianos? Bien atrincherados en las murallas de Simancas, todos juntos: Guerreros de León, de Galicia, de Asturias junto con refuerzos recién llegados de Castilla, Aragón y Navarra... 
Todos unidos por la cruz frente a la media luna, hizo que el ejercito más valiente y fuerte de Al Áldalus se retira con bastantes pérdidas e incluso el propio Califa herido ¡Vamos que le dieron una buena paliza!  
Una vez llegado a Córdoba Abderraman mandó ejecutar a los generales que le quedaron por no haber estado a la altura en el campo de batalla. 



Abderramán III fue el primer Emir que tomó el título de Califa a imitación de los de Bagdad y los pueblos para manifestarle su afecto le dieron los títulos de Imán de Al-Nasi-Ledin-Alla, el amparador de la ley de Dios, hasta estos momentos los soberanos cordobeses habían acuñado las monedas con las mismas leyendas que utilizaban los Califas de Oriente pero Abderramán puso ya sus nombre y títulos.
Mandó construir en la ciudad cordobesa nuevos palacios, ensanchó la gran Mezquita por la creciente población y dotó a la ciudad de agua potable, construyendo muchas fuentes y baños públicos.

Una vez asentado su reino y su poder, quizá como desquite a la austeridad de la juventud junto a su tía, relajó sus costumbres.
Entregado al vino y los placeres, su crueldad y prepotencia se acrecentaron, haciéndole protagonista de sucesos deleznables...
Según el historiador Omeya, Ibn Hayyan, su carácter se volvió tan duro que utilizaba los leones que le habían regalado unos nobles africanos para castigar con más saña a los condenados a muerte, pero esa crueldad solo se quedaba en la batalla o para escarmiento... 




Según cuentan bajo su mandato, la ciudad de Córdoba alcanzó el millón de habitantes una cifra demasiado exagerada, que para mi entender serían menos, cuentan que disponía de seiscientas mezquitas, trescientas mil viviendas, ochenta mil tiendas, innumerables baños públicos, setenta bibliotecas, una universidad, una escuela de Medicina y otra de traductores.
Amplió la Mezquita -Aljama incluida la reconstrucción del alminar y ordeno edificar la ciudad más bella del mundo envuelta en una bella historia de amor, Madinat Al Zarha.

Cuentan que para alimentar a toda la gente que vivía en la Madinat Al Zahra se necesitaban trece mil libras de carne diarias, además de aves, pescados, cereales, hortalizas, frutas, que llegaban a la Madinat en hileras de animales de carga que medían varios kilómetros.
Se calcula que el número de intelectuales protegidos por el Califa estuvo entre cinco mil y ocho mil...
El harén del Califa llegó a albergar seis mil trescientas mujeres y que por alguna de ellas, sintió tal ardor que "Abandonaba la batalla para correr a sus brazos".
Así sucedió con la primera, Fátima al-Qurasiyya, hija de su tío abuelo el Emir al-Mundir. La cual, debido a su rango llevaba el título de al-Sayyida al-Kubra, "La Gran Señora". Hasta una noche en que la solicitó y Maryam le compró la visita a la Sayyida y fue ella en su lugar a las estancias del Califa...
Apareció bajo los velos, procurándole tal agrado a Abderramán, que cuando descubrió el engaño en lugar de castigarle, la convirtió en su favorita durante años.
Luego llegó Mustaq, que fue la favorita del Califa en los últimos años de su vida y le dio el último de sus hijos, al-Mughira.

Apasionado por el lujo y la pompa, fue censurado públicamente por el Cadí porque dejó de cumplir sus deberes religiosos en la Mezquita Aljama tres viernes seguidos cuando dirigía con entusiasmo las obras del "Gran Salón del Califa" en Madinat Al Zahra.
No fue la única vez que fue censurado por el Cadí:
Una vez, quiso comprar un terreno para una de sus favoritas... Paseando, le gustó la casa que habían heredado unos niños huérfanos, que como tales estaban bajo la tutoria del Cadí.
Abderramán ordenó al albacea que se la valorase a la baja.
Cuando se enteró el Cadí, contestó al Califa que la venta de los bienes de los huérfanos sólo era posible por tres motivos:
- Por necesidad
- Por ruina grave
- O para obtener un beneficio para los niños.
Como ninguna de estas tres condiciones se cumplían y conociendo como conocía al Califa, ordenó derribar la casa y obtuvo por el material de derribo más de lo que ofrecía el Omeya



La corte de Abderraman III


Tenía Abderramán muchos hijos, pero de todos solo dos eran los que brillaban, uno se llamaba Abdalá y el otro Alhaken.
Abdalá era poeta, astrólogo y filósofo e incluso había escrito una historia de los Abbasidas,; y a pesar de que el Califa sabía que estaba bien preparado para reinar,  Abderramán al que más amaba era a su hijo Alhaken que lo educó con esmero proporcionándole los mejores maestros de todo el reino.
Su padre lo había declarado "Wali alahdi" príncipe heredero, ante todos las personalidades del reino...
Abdalá que sufrió como un desprecio hacía él que su padre escogiera a su hermano para sucederle el día que muriera y aconsejado por su entorno pensó en rebelarse contra su padre para arrebatarle el poder, posiblemente mal aconsejado por su entorno, guiados tal vez por su propia ambición, le decían que todos los cordobeses estaban resentidos de la preferencia de su padre por su hermano.
Así que tomó partidarios para su causa y estando en el intento de la conjura, el Califa se enteró del movimiento que quería hacer su propio hijo.
Mandó apresarlo y enviarlo al palacio de Al Zahra donde lo tuvo encerrado en una mazmorra durante más de una semana sin comida ni comunicación alguna.
Al cabo de estos días Abdalá fue presentado frente a su padre que le preguntó:
-¿Te tienes por ofendido porque no reinas?
Abdalá solo tuvo lágrimas por repuesta...
Abderramán III lo sentenció a muerte el día de las Pascua de las victimas, el señalado para estallar la conspiración.
Cuentan que Alhaken pidió a su padre el perdón de su hermano y que Abderramán le respondió: 
Bien está de tu parte interceder por tu hermano y si yo fuera un hombre privado y pudiera escuchar solo los sentimientos de mi corazón desde luego que accedería tus súplicas... 
Pero soy Califa así pues, ni tu desconsuelo ni las lágrimas de toda nuestra casa, pueden librar a mi desgraciado hijo a la pena debida a su crimen... 
Durante la Fiesta de los Sacrificios, Abdalá fue llevado a la musallá, oratorio al aire libre, donde fue degollado delante de la multitud...
Cuentan que esa vez fue la única que vieron llorar al Califa. 

Durante sus últimos años Abderramán, había dejado en manos de su hijo Alhakem la gestión del Califato, permaneciendo recluido en su ciudad dorada de Madinat al-Zahra.
En su estancia favorita, aquella con el suelo cubierto de arena en que tuvo lugar la novelesca audiencia a la embajada franca... Allí permanecía la mayor parte del día y sólo un contado número de personas tenían libre acceso.
Entre los escasos privilegiados estaba Hasday Ibn Saprut, su médico personal, quizá el único hombre que jamás le tuvo miedo, posiblemente porque conocía su más profundo y bien guardado secreto:
El obsesivo terror que sentía a morir envenenado a causa de la mordedura de una serpiente...

En la primavera de 961, el frío de la sierra cordobesa en Madinat al-Zahra hizo enfermar al Califa... Se temió que fuera una pulmonía, pero una vez más Hasday consiguió una curación sorprendente, llegó el verano y con el buen tiempo el régimen de vida y audiencias de Abd al-Rahman volvieron a su ritmo normal.
Sin embargo, con el retorno de los frescos otoñales la salud de anciano monarca empeoró nuevamente y en esta ocasión el judío sabía que, ni su depurada ciencia podía hacer nada por él... Y un martes del mes de octubre del año 961, tras cincuenta años en el poder y a los setenta de edad, dejando en el mundo once hijos, dieciséis hijas, la ciudad más hermosa y rica del mundo, Abd al-Rahman III murió pasando con todo merecimiento a figurar en las inmortales páginas de la Historia.


El día que fue enterrado el Califa, el patio exterior del Alcázar de Zahra presentaba un aspecto deslumbrador y armonioso, los guardias vestidos con los más vistosos y magníficos trajes se hallaban simétricamente colocados en la avenida de Palacio detrás de ellos una filas de esclavos negros de África, cubiertos con trajes blancos.
El salón Rico estaba rodeado con filas de guardias eslavos que tenían en una de sus manos las cimitarras desnudas y en la otra sus escudos... Los cadíes vestidos de blanco en señal de luto, los capitanes de la guardia y finalmente todos los destinatarios se encontraban frente al trono erigido en el centro del grandioso y bello salón.
En él, se encontraba sentado su hijo, que si no resultaba tan majestuoso como su padre si de presencia regia, y rodeado de sus hermanos y primos recibió el juramento de fidelidad el nuevo Califa Al Hakem II.

Pero eso, déjame que te lo cuente otro día.



Fuentes consultadas: 
Por qué  Abd Al-Rahman III sucedió a si abuelo el Emir Abd Allah  de Maribel Fierro Instituto de Filología, CSIC. Madrid - Abderraman III engrandeció la Mezquita por Juan Domingo Sanchez Diario de Córdoba 17/04/1960- Semblanza de Abderraman III por En-nuguairi Diario de Córdoba 14/10/1961- Recuerdos y Bellezas de España de P. de Madrazo- Historia de los musulmanes en España de Reinhart Dozy - Saladino por Julio Reyes Rubio- Breve historia de Andalucia de Manuel Peña Diaz- Wikipedia- El Islam y Al Andalus- Crónicas de la provincia de Córdoba de Manuel Gonzales Llana- La otra Córdoba de Galisteo Roger- Foto recogida de internet Retrato Abderramán de Juan Cantabrana

sábado, 19 de junio de 2010

D. Sebastián de Belalcázar

El cordobés fundador de Quito




Cuando Colón abrió la puerta hacía un Nuevo Mundo hubo algunos cordobeses que probaron suerte en aquella aventura...
Como Sebastián Moyano Cabrera nació en Belalcázar, provincia de Córdoba, hacia 1480.
Homenajeando su localidad natal, entró en la historia con el nombre de Sebastián de Belalcázar.
Fue el menor de tres hermanos, de familia muy humilde.
Sus padres eran labradores, quedó huérfano muy pequeño, quedando bajo la protección de su hermano mayor.
Durante su adolescencia corrían tiempos donde las aventuras de "Aquella nueva ruta hacía las Indias" eran contadas por todos y Sebastián albergó la esperanza de algún día ir a buscar fortuna...
Otros, contaban que en una de las "Correrías" de muchachos en su pueblo mataron un burro y que temiendo al castigo huyó y se dedicó a andar de pueblo en pueblo hasta que llegó a Sevilla
Fuera como fuere, lo cierto es que se encontraba allí para alistarse cuando Colón iba a emprender su tercer viaje...

Según refieren las crónicas, el fundador de Quito cruzó el Atlántico desembarcando en La Española, donde por un tiempo se quedó y amancebado con una india tuvo a su primer hijo al que llamó Sebastián de Belalcázar el cuál casaría con María de Cabrera años más tarde...
Volvió a España y luego regresó a América, a las órdenes de D. Francisco Fernández de Córdoba, el ya capitán Belalcázar colaboró en 1524 en el proceso de conquista de Nicaragua.
Esa fue asimismo la fecha en que se fundó la ciudad de León, donde ejerció como alcalde.
Allí se asentó por un tiempo que compartió con una india bautizada con el nombre de Catalina Mateos con la que tuvo un hijo, Lázaro, del que no sabemos nada y varías hijas con los nombres de  María Magdalena de Belalcázar que, más tarde casaría con el general Alonso Díaz de Fuenmayor, Catalina de Belalcázar (Que casó con Hernando de Cepeda uno de los conquistadores de Perú) e Isabel (Casó con el General Gabriel Roxas)
Las ansias de conquista le hizo seguir cumpliendo labores de guía en el istmo de Panamá, presenciando la fundación de la ciudad...
Y como era de suponer el cordobés de nuevo se amanceba con una india panameña llamada Leonor con la que tuvo: A Francisco Javier de Belalcázar (Que casó con María de Cabrera y Herrera de Sarmiento), Alonso, Catalina (Que casó con el capitán Lorenzo Paz) y Felipe
Incansable, de nuevo dejó atrás sus posesiones panameñas y se alistó en la expedición conquistadora de Francisco Pizarro, a quien había conocido en el Darién.
Pizarro, Almagro y Belalcázar vivieron experiencias de gran dureza en el Perú...
Al mando de la caballería, el cordobés luchó en Cajamarca contra los hombres de Atahualpa. Posteriormente, llegó a Piura con el cargo de Teniente gobernador, y más adelante, decidió poner en marcha una expedición hasta Quito, destruida por Rumiñahui... Llevando a cabo la fundación de San Francisco de Quito en nombre del rey Carlos I de España.
Al año siguiente partió de Quito con un ejército de 200 españoles y 6.000 yanaconas con los que fundaría Santiago de Cali...Cuentan que por aquel entonces hubo una gran hambruna entre los indígenas, y que Belalcázar relató con suma crudeza de como más de 100.000 nativos murieron de hambre.
Pero a medida que Belalcázar se alejaba del Perú y de su Gobernación de Quito, y comprendía la extensión y la riqueza de las tierras que iba conquistando, más se exaltaban en él la ambición y el deseo de hacerse dueño de aquellos territorios trató de consolidar el dominio español sobre el territorio colindante, a la vez que se dirigió hacia la actual Colombia, penetrando en el valle del río Cauca en busca del mítico El Dorado y fundando varios núcleos como Ampudia, Santiago de Cali, Popayán y Guayaquil .
Pero sus aventuras aún le dejaron tiempo para amancebarse con otra indigena de la cual se desconoce el nombre y de la que solo sabemos que era de Anserma (Colombia) que le dio un varón al que llamó Antonio Moyano de Belalcázar.
Pero tampoco hizo que estuviera mucho tiempo asentado en el mismo lugar y en 1539 cruzó el valle del río Magdalena, junto a Gonzalo Jiménez de Quesada y el alemán Nicolás Federman, atravesando las alturas centrales colombianas y entrando en Bogotá
En mayo de 1540, el rey Carlos I de España lo nombró adelantado de España, otorgándole el cargo de gobernador de Popayán y de un amplio territorio ubicado en las actuales Ecuador y Colombia. Obedeciendo el protocolo de la conquista, Sebastián de Belalcázar dispuso la exploración del nuevo territorio. Ese impulso colonizador se advierte en el mapa de nuevas fundaciones: Ampudia, Popayán, Santiago de Cali y Santiago de Guayaquil.
Tras su encuentro con Jiménez de Quesada, se mantuvo junto a éste durante la entrada en Santa Fe de Bogotá, y también embarcaron a un tiempo rumbo a España, adonde viajaron para establecer la legalidad de sus derechos como conquistadores.

Posteriormente, Belalcázar se vio inmerso en las disputas entre las familias de Pizarro y Almagro en Perú, ayudando al Licenciado Pedro de la Gasca a vencer a Gonzalo Pizarro.
En 1546 ordenó la ejecución de Jorge Robledo, un gobernador provincial vecino, declarándole traidor, usurpador y opresor de la real justicia, y le condenó por bando a que se le diera garrote, en unión de tres de sus oficiales.
La sentencia se cumplió el 5 de Octubre y con ella, Belalcázar manchó su memoria con aquella sangre derramada inútilmente, y no pasó mucho tiempo sin que la divina Providencia le castigase por tal acto.
Los amigos que le habían sido fieles en su prosperidad, se hicieron entonces a un lado, y poco a poco se fue viendo abandonado por los que antes le adulaban ¡¡Había caído en desgracia!!

Es posible suponer que el juez Briceño que lo condenó a muerte, no obrara con parcialidad, cuando no mucho después se desposó con la viuda de Robledo.
Otorgandole, sin embargo, al Adelantado la apelación ante el Rey de España.
Belalcázar murió en Cartagena de Indias dicen que de unas fiebres, antes de emprender el viaje de vuelta a España para apelar la decisión del tribunal.
En su testamento Belalcázar designó a su hijo Sebastián de Belalcázar  y en defecto de éste a su yerno, Capitán Alonso Díaz Fuenmayor, para gobernar la Provincia de Popayán, el remanente de sus bienes debían entregarse a sus  herederos, sus hijos don Francisco Javier, Lázaro, Antonio, Alonso y Felipe.

Y así terminó la historia de un cordobés aventurero y que quizás fue víctima de su propia ambición.



Fuente: 
Ensayo de investigación biográfica del adelantado Sebastián de Belalcazar por Octavio Nogales Hidalgo- Las maravillas de America del Sur- Las tres Platas-Wikipedia- Sebastian de Belalcazar , gobernante, conquistador y fundador de ciudades por Eugenio Solis Diario de Córdoba 05/07/1959- Colombia fue descubierta y conquistada por dos ilustres cordobeses por Navarro Diario de Córdoba 10/09/1963-

sábado, 12 de junio de 2010

La historia de un Alminar que se hizo Campanario


Córdoba es una mezcla de culturas que han marcado la ciudad y su arquitectura es fiel reflejo mostrando una amalgama de estilos superpuestos.
El campanario de nuestra Mezquita-Catedral no puede ser menos... Edificado en sus comienzos como el Alminar de la Mezquita mayor, terminó siendo campanario de la Catedral.
Se alza junto a la puerta del Perdón contemplando a Córdoba la bella...
Con sus 54 metros de altura equivalente a un edificio de 12 plantas que son salvadas por 203 escalones donde llegaríamos a la tercera sala de campanas tiene una historia de siglos.

Cuando el Emir Abderramán I mandó construir la Mezquita Aljama ésta carecía de Alminar, el almuédano llamaba a la oración desde un edificio aledaño...
Fue su hijo Hixem I el encargado de levantar el primer alminar de la Mezquita, de planta cuadrangular y cuentan que tenía una altura de 40 brazas.
Desde ése mismo Alminar Abbás Inb Firnas saltó con su planeador, historia que hemos contado en este blog.
En tiempos de Abd al Rahman III y con motivo del incremento de los fieles, la Mezquita vivió numerosas ampliaciones y transformaciones hasta llegar al estado actual y junto a ella el Alminar que edificó otro mucho más grandioso sustituyendo el de Hixen.
El gran alminar que mandó construir el primer Califa cordobés, fue el gran faro de Occidente, el edificio más alto y atrevido de Córdoba, siendo copiado por otros minaretes musulmanes como la Giralda de Sevilla o el Koutubia en Marraqueth
Para dar estabilidad a tan elevado artificio, se le dio planta rectangular en dos torres unidas, con dos núcleos centrales alargados en el centro de cada caja de escalera.
Dicen que el Alminar estaba construido con sillares aparejados a soga y tizón, tenía una altura de 22 metros y el primer cuerpo llevaba al exterior ventanas de herradura en los lados Norte y Sur y trilobulares en el Este y Oeste.
Lo coronaba almenas dentadas y por encima tenía un cuerpo con la cúpula para los almuédanos, rematada con un mástil de esferas doradas

Con posterioridad, y tras la conquista cristiana, dicho Alminar es utilizado como Campanario, eliminando el cuarto donde se llamara al rezo y colocando una campana. - según el Boletín de la Real Academia de Córdoba de Ciencias, Bellas letras y nobles Artes editado en 1956- dándole solo más altura con un capitel que fue realizado por Francisco de Herrera y costeado por d. Luis Fernández de Córdoba, Deán en tiempos del Obispo Fernando Pacheco.   

Sus características principales eran ser de forma piramidal y cubierto de hoja de lata, con unas bolas o esferas de cobre colocadas en la cúspide, de las que salía la veleta; bolas que vinieron a sustituir los elegantes y gallardos lirios de seis pétalos que se abrían sobre seis esferas, que ostentó el antiguo alminar.
Según Pascual Madoz en su diccionario, dio trazas para elevar el campanario Hernán Ruiz el que murió en 1547, que solo aumentó por la parte posterior el grueso de los muros de la torre árabe, hasta que el 4 de Marzo de 1583, el Cabildo acordó arreglar la Torre según el proyecto presentado por el maestro mayor de la Catedral Hernán Ruiz, nieto del anterior, aumentando por la parte exterior el grueso de los muros de la torre árabe de 120 pies de altura sobre los 105 que se conservaron.
En 1589- Según el libro de catalogo de los Obispos de Córdoba- 

"cuando se estaba realizando la obra del Crucero de la Catedral, la torre amenazaba ruina y se libró 1.500 ducados de las fábricas de la Iglesia, fue de ciento veinte pies de alto, los sesenta desde el suelo hasta la cantería que encerraba como caxa. Lo antiguo de la torre que podía conservarse y los otros sesenta hasta lo alto que había que tener. de este modo se empezó la obra  y para su firmeza por la obra nueva que se había de hacer, fueron llamados Asencio de Maeda , maestro Mayor de la Iglesia de Sevilla y otros oficiales que aprobaron la obra y firmeza que llevaba y así a 24 de julio se mandó construir"

Hasta que en 1593 el cabildo decide elevarlo obra que no quedó concluida hasta en las vísperas de San Andrés de febrero de 1599 subieron el cuerpo de la primera sala de campanas, cuya construcción se suspendió por entonces para acudir a la obra de la Capilla Mayor. 
La fabricación- según P. Madoz- de esta torre es de sillares de piedra franca a excepción del zócalo en que se asienta que es de jaspe azul y su planta es cuadrada y tiene un ancho por cada frente de su parte inferior 40 pies y medio mientras que su altura es de 225.
El primer cuerpo está adornado de pilastras embellecidas y de entrepaños con los escudos del obispo D. Antonio Valdés y de la iglesia en la parte inferior y en el exterior con éste último y el del Obispo D. Francisco Alarcón. 

Sobre este cuerpo corre una cornisa con mochilones con una anchura suficiente para andar sobre ella cómodamente, adornando los ángulos de este cuerpo cuatro pilastras octógonas terminadas en una bola.
En1616- Según el Catalogo de los Obispos de Córdoba- el licenciado Juan de Mora, capellán de sangre, había dejado 1.000 ducados al cabildo para hacer el banco del retablo, pero el Obispo ya se había ofrecido a costear él todo el gasto, por lo tanto se determinó que ese dinero donado tan generosamente por éste hombre se utilizara para seguir con la obra del campanario y según- el mismo libro- es cuando Juan Sequero, maestro de cantería, construye el segundo cuerpo de ladrillo para el reloj,- continua d. Rafael Aguilar Priego- cubierto por una media naranja, asimismo de ladrillo adornado de bolas a más de cuatro escudos del prelado en la balaustrada de este cuerpo, de los que hoy solo se conservan los correspondientes a los lados Este y Oeste. 
El tercer cuerpo tiene una balaustrada que le rodea por la parte exterior pero sin vuelo alguno y en cada frente tres arcos: los laterales adintelados y sobre ellos unos vanos ovalados, el del centro de medio punto; en los cuales están colocadas doce campanas. A primeros de abril de 1618, se hizo el encalado de toda ella por el maestro albañil Miguel de Morales, que fueron terminados en junio... 
El cuarto cuerpo que disminuye al igual que la planta tiene su correspondiente balaustrada y en cada ángulo un arbotante adornado con pilastras, en este cuerpo están colocadas las dos campanas del reloj.
La que da la hora tiene la siguiente inscripción Año de MCCCCXCV años se hizo esta campana siendo Obispo Iñigo Manrique
El quinto cuerpo es redondo con balaustrada, de cuyo pedestales salen ocho pequeños arbotantes pareados que terminan en el cornisamiento entre los cuales hay arquitos adintelados, en uno de ellos -dice P. Madoz- está colocada la pequeña campana que vulgarmente se llama la esquila.

                              EL SAN RAFAEL DE LA CATEDRAL

Según un articulo de prensa de Ortiz Villatoro- desde años anteriores se había tenido mucha fe al Arcángel San Rafael, lo que le pareció bien a nuestro Obispo sustituir aquella cruz por una imagen de éste, por acuerdo del Cabildo en el siglo XVII, concertando la ejecución el día 1 de Junio de 1663 entre D. Francisco de Clavijo receptor de la obra de la fabrica de la Catedral.  
Fotografía propiedad del Cabildo

A tal fin se otorgó el trabajo a Pedro de Paz y Bernabé Gómez del Río, maestros escultores y vecinos de la collación de San Lorenzo por la que éstos se obligaron a hacer la imagen de piedra para remate de la torre de las campanas. 
La piedra sería de las canteras de Luque y la escultura debía de tener tres varas de altura más peana. Se ajustó en precio de 2.400 reales, la que darían acabada en tiempo de cuatro meses. 
Se terminó toda esta obra en Mayo de 1664, y el día 24 se colocó como coronamiento la imagen labrada de San Rafael, custodio de la ciudad, que fue subida a cuerda y en tres trozos.
Lleva en el pecho una lámina de bronce con una inscripción:

"El 24 de mayo de 1664 reinando en España  Felipe IV y siendo Obispo de Córdoba D. Francisco de Alarcón y obrero mayor D. Marco Antonio de Amaya, canónigo de esta santa Iglesia, se colocó aquí San Rafael y se reparó esta torre por Gaspar de la Peña, arquitecto de S.M."

Mientras se subía la imagen, las campanas estuvieron tocando a plegaría para excitar a los fieles a que rogasen a Dios por el feliz arribo, y una vez que estuvo en su sitio se hizo un solemne repique, todo de acuerdo con la propuesta que en el Cabildo del día 19 había hecho don Marcos Antonio de Amaya, Canónigo obrero de la Iglesia. 

A primeros de Noviembre de 1755, Córdoba sufrió uno de los más grandes terremotos que jamás se han conocido. La torre, sufrió tales vaivenes que después de haberse desplomado una gran cornisa, un barandal y diferentes piezas de su adorno, se abrió por los cuatro frentes del cuerpo de campanas, rasgándose las claves de los arcos, claraboyas y ventanas.
Comenzó la obra en 1755 y se terminó en 15 de Agosto de 1763, como consta en una lápida de jaspe encarnado colocada en el cuerpo de campanas con la siguiente inscripción:

"Esta torre, célebre por su preciosa arquitectura, estuvo para arruinarse con los estremecimientos y vaivenes del gran terremoto padecido en esta Ciudad a las diez del día primero de Noviembre de 1755, y habiendo quedado toda ella muy quebrantada, abiertas sus principales claves y sin muchos adornos que se desplomaron, se emprendió y siguió su reedificación con cuanto acierto, felicidad y firmeza cabe en el arte, y se acabó el día de la Asunción de María Santísima, titular de esta Santa Iglesia, a 15 de Agosto de 1763, siendo obispo de ella el Ilustrísimo Sr. D. Martín de Barcia, su Deán el Sr. Dr. D Francisco Xavier Fernández de Córdoba, su Obrero mayor el Sr. Dr. D. Pedro de Cabrera y Cárdenas, canónigo. Empezó y concluyó esta obra el maestro primero de albañilería de la fábrica, Luis de Aguilar". 

En 1803 la escultura fue reparada por Jerónimo Butt y en 1804 se pensó en dorar la imagen de San Rafael por Manuel Camacho, costó 1.050 reales de vellón invertidos en 70 libras de oro que hizo falta y la correspondiente mano de obra.


La Catedral de Córdoba contiene tres grupos específicos de campanas, ubicados en lugares distintos y con un uso muy diferenciado y especializado. Están las campanas de señales, las campanas de la torre, organizadas a su vez en campanas fijas o de martillo y campanas de volteo o de repique, y las campanas del reloj.
Las matracas, que sustituyen a las otras campanas durante la Semana Santa, constituirían, por su uso, una especie más de campanas litúrgicas.
Tres son las salas de las campanas que son las siguientes:

                                   
                      UBICACIÓN DE LAS CAMPANAS 

SALA PRIMERA DE CAMPANAS

Las campanas más antiguas aparte de los campanillos que fueron fundidos en 1550 y 1605 son :
1. La Esquila: Esta es bastante reciente,posible copia de una anterior, fue fundida en 1981 y pesa 308 kilogramos

2. La Campana del Santísimo Sacramento:  Fundida en el año 1765 y pesa 1302 kilogramos

3. La campana de la Asunción: Fundida en 1911 pesa 319 kilogramos

4. La Campana de Nuestra señora de la Concepción: Fundida en el año 1765 con un peso de 545 kilogramos

5. La Campana de San Zoilo: Fundida en el año 1762 y pesa 1425 kilogramos

6. La Campana de San Antonio: Fundida en el año 1885 con un peso de 545 kilogramos

7. La Campana de Santa Victoria:  Fundida en el año 1769, con un peso de 319 Kilogramos. 
Actualmente ha sido repuesta por otra de igual dimensiones y que se exhibe a pié de calle en el postigo de la Leche.


8. La Campana del Alba: Fundida en el año 1691 y pesa 2372 kilogramos

9. La Campana de Santa María de la Paz: Fundida en 1644  y pesa 633 kilogramos

10. La Campana de San Pedro: Fundida en el año 1893 con un peso de 1104 kilogramos

11. La Campana de Santa María o la gorda:  Fue fundida 1517 y pesa la 3265 kilogramos lleva un texto en latín que traducido dice "Que suene mi voz". Y primeramente fue colocada, junto con la campana de Santa Agueda, la de los cuartos y los campanillos en el Alminar del Califa hasta que se realizaron las obras para trasformarlo en Campanario.

12. La Campana de San Rafael: Fundida en 1915 y su peso es de 597 kilogramos


SALA SEGUNDA DE CAMPANAS

Consta de cinco campanas:

1. La Campana de Santa Agueda: o campana de las horas fundida en 1495 y pesa 1051 kilogramos.

2. La Campana de los cuartos: fundida en el año 1605  y pesa  60 kilogramos.

3. La Campana Beato juan XXIII: Esta es muy reciente, fundida en 2002 y pesa 81 kilogramos

4. Campana Santa Rafaela María: También muy reciente porque se fundió en 2002 y tiene un peso aproximado de 113 kilogramos

5. La Campana San Pío X: Fundida en 2002 con un peso de 207 kilogramos

SALA TERCERA DE CAMPANAS

De sus tres campanas

1. La Campana de San Juan de Ávila: tiene 54 cm de diámetro y pesa 91 kilogramos

2. La Campana de San Eulogio: tiene 61 cm de diámetro y pesa 131 kilogramos

3. La Campana de San Pelayo: tiene 67 cm de diámetro y pesa  174 kilogramos

Las vistas desde el Campanario son maravillosas, la visita es hasta la segunda sala de campanas. La tercera además de pequeña estaría por rehabilitar, según el personal que te acompaña a la visita.
El Patio de los Naranjos desde la torre

                                                                          Bonita vista
                    
                                                    Los tejados de la Mezquita Catedral

                               Desde la segunda sala de Campanas se puede ver toda Córdoba.


Fuentes consultadas: 
Catalogo de los Obispos de Córdoba volumen 2- Historia y arte de las catedrales de España de Narciso casas- Inventario de las Catedrales de España- Indicador cordobés ó sea resúmen dë las noticias necesarias a los viajeros- Foto del campanario y ubicación de las mismas recogida de campaners.com- Demás fotografías realizadas por Hablando de Córdoba.-Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus ... Volumen 6 Escrito por Pascual Madoz,P. y Sagasti Madoz (A., (Madrid) El S. Rafael de la torre de la Catedral por Antonio Ortiz Diario de Córdoba 20/10/1954- 

lunes, 7 de junio de 2010

La campana gorda de la Catedral, la Santa María









Si alguna campana es definitoria de la Catedral de Córdoba, es la que popularmente llamamos "La Gorda".
Se encuentra situada en la sala primera de campanas  y fue fundida en el año 1517 ¡¡Que ya son años!! pesa 3265 kilos y  tiene un diámetro de 178 centímetros.

Según el minucioso trabajo realizado por A. Muñoz y otros, tiene una resonancia perfecta y un sonido impresionante.
La adorna una imponente inscripción en minúscula gótica, propia de las campanas antiguas, con su invocación latina típica de las campanas del XIV y de principios del XV.

La indicación del Obispo, D. Alonso Manrique del que hablaremos más tarde, de los Reyes doña Juana "La loca" y su hijo Carlos I de España y V de Alemania y del Obrero, así como la fecha de fundición, aunque falta el nombre del fundidor.
La campana está adornada con dos grandes cruces y sendos escudos episcopales así como la escena de la entrega de la casulla por la Virgen a San Ildefonso. 
El estilo gráfico como el de los grabados, de muy poco relieve para lo que es usual en el XVI, es similar al del Campanillo del Altar Mayor.
La inscripción reza así:
                                                                          +


"ihs maria vox mea sonetmentem santam spontaneam honorem et patrie lyberacionem. el ylustre y muy manifico señor don alonso manrique ovispo de cordoba capellan mayor de la reina doña juana y del rey don carlos su fylo nros senores mado faser esta canpana año de m dxvii años siendo obrero juan lopez del rio canonigo." 


Según nos cuentan en su trabajo de las campanas de la Mezquita CatedralA. Muñoz y otros, la campana se encuentra en magnífico estado, aunque ya fue girada un cuarto de vuelta, debido al uso de los dos lados de toque, con lo que ambas cruces, interior y exterior, se encuentran ubicadas ahora hacia los lados de la ventana.
Curiosamente la campana, que siempre ha estado fija, tiene desgaste en los cuatro puntos, y quizás también de manera circular, lo que denota un uso continuado, y la búsqueda de otras sonoridades.
Pende de vigorosos ejes, los cuales sujetan, como en las otras Gordas, también al yugo de madera, que conserva parte de la pintura roja original que servía para protegerlo.
Las fijaciones emplean cuñas de madera, lo que denota la antigüedad e interés de las mismas.





Fuentes consultadas: 
Autores de fotos de la Campanas y parte de la información de ÁLVARO MUÑOZ, Mari Carmen; LLOP i BAYO, France -Diccionario geográfico estadístico histórico de España Volumen 6 por Pascual Madoz,P. y Sagasti Madoz- Monografía Histórico-Médica de los Hospitales de Córdoba POR German Saldaña Sicilia Boletin de la Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba 1935- El Catalogo de los Obispos de Córdoba