Cuando los cordobeses creyeron haberse desecho de la dinastía Hammudí con el asesinato de Alí ben Hamud, buscaron a un nuevo pretendiente Omeya para el cetro cordobés...
Desde tiempos del Califa Hisham II, muchos fueron los Omeyas que se retiraron de la corte cordobesa, buscando un exilio dorado en otras partes de Al Andalus.
Entre ellos, Abderramán ben Muhammad que en un principio no tenía ningún deseo de volver a la Capital que tanto esplendor le dio su bisabuelo Abd al-Rahman III.
Pero de nuevo quiso ponerse Córdoba en manos Omeyas, así que todos los nobles cordobeses en connivencia con Jayran de Almería y Mundhir ben Yahya de Zaragoza e incluso el Conde de Barcelona que envió para que dispusiera de ellas un importante contingente de hombres, y así poder organizar un ejercito disponible con el objetivo de derrocar a la dinastía hammudí reinante en Córdoba.
Aunque su interés no era sólo la de alzar a un Omeya al gobierno cordobés, querían un Omeya lo bastante sumiso para poder manejarlo...
Las fuerzas rebeldes se concentraron en Játiva, lugar al que acudió el pretendiente Omeya para encabezar el grueso del ejército que debía dirigirse a Córdoba, pasando primero por Jaén para conquistarla y establecer una cabeza de puente que controlara los accesos y rutas hacia el sur.
Al frente de un poderoso ejército, cuando Abderramán se disponía a marchar contra Córdoba, tras haber conquistado Jaen, cuando conoció la noticia de que Alí ben Hamud había sido asesinado y que sus partidarios habían reclamado al hermano de éste, Qasim, para que ocupara el trono vacante.
Los seguidores de los Omeyas reaccionaron, proclamando a Abderramán como séptimo Califa de la dinastía Omeya, adoptando el título de al-Murtada "El que goza de la satisfacción divina".
Abderramán IV, tenía que jugar bien sus cartas y se dirigió hacia Granada para obtener aliados y sumisión de su gobernador Zawi, pero éste se niega a aceptarlo...
Dos veces le niega la entrada y cuando Abderramán ordena el asalto, sus mismos seguidores le traicionaron y le abandonaron en la batalla, quizás al comprobar que no era tan manejable como habían supuesto.
Posteriormente, el desventurado ni tan siquiera pudo llegar a Córdoba fue asesinado en las cercanías de Guadix y de nuevo la ciudad quedaba en manos Qasim.
Pero eso, déjame que te lo cuente otro día.
Fuentes consultadas:
Recuerdos y Bellezas de España de P. de Madrazo- Historia de los musulmanes en España de Reinhart Dozy - Breve historia de Andalucia de Manuel Peña Diaz- Wikipedia- El Islam y Al Andalus- Crónicas de la provincia de Córdoba de Manuel Gonzales Llana- La otra Córdoba de Galisteo Roger- Foto recogida de internet-
Desde tiempos del Califa Hisham II, muchos fueron los Omeyas que se retiraron de la corte cordobesa, buscando un exilio dorado en otras partes de Al Andalus.
Entre ellos, Abderramán ben Muhammad que en un principio no tenía ningún deseo de volver a la Capital que tanto esplendor le dio su bisabuelo Abd al-Rahman III.
Pero de nuevo quiso ponerse Córdoba en manos Omeyas, así que todos los nobles cordobeses en connivencia con Jayran de Almería y Mundhir ben Yahya de Zaragoza e incluso el Conde de Barcelona que envió para que dispusiera de ellas un importante contingente de hombres, y así poder organizar un ejercito disponible con el objetivo de derrocar a la dinastía hammudí reinante en Córdoba.
Aunque su interés no era sólo la de alzar a un Omeya al gobierno cordobés, querían un Omeya lo bastante sumiso para poder manejarlo...
Las fuerzas rebeldes se concentraron en Játiva, lugar al que acudió el pretendiente Omeya para encabezar el grueso del ejército que debía dirigirse a Córdoba, pasando primero por Jaén para conquistarla y establecer una cabeza de puente que controlara los accesos y rutas hacia el sur.
Al frente de un poderoso ejército, cuando Abderramán se disponía a marchar contra Córdoba, tras haber conquistado Jaen, cuando conoció la noticia de que Alí ben Hamud había sido asesinado y que sus partidarios habían reclamado al hermano de éste, Qasim, para que ocupara el trono vacante.
Los seguidores de los Omeyas reaccionaron, proclamando a Abderramán como séptimo Califa de la dinastía Omeya, adoptando el título de al-Murtada "El que goza de la satisfacción divina".
Abderramán IV, tenía que jugar bien sus cartas y se dirigió hacia Granada para obtener aliados y sumisión de su gobernador Zawi, pero éste se niega a aceptarlo...
Dos veces le niega la entrada y cuando Abderramán ordena el asalto, sus mismos seguidores le traicionaron y le abandonaron en la batalla, quizás al comprobar que no era tan manejable como habían supuesto.
Posteriormente, el desventurado ni tan siquiera pudo llegar a Córdoba fue asesinado en las cercanías de Guadix y de nuevo la ciudad quedaba en manos Qasim.
Pero eso, déjame que te lo cuente otro día.
Fuentes consultadas:
Recuerdos y Bellezas de España de P. de Madrazo- Historia de los musulmanes en España de Reinhart Dozy - Breve historia de Andalucia de Manuel Peña Diaz- Wikipedia- El Islam y Al Andalus- Crónicas de la provincia de Córdoba de Manuel Gonzales Llana- La otra Córdoba de Galisteo Roger- Foto recogida de internet-