miércoles, 18 de noviembre de 2009

Cuesta de Pero Mato

Un rincón de serenidad donde se esconde un crimen machista

Fotografía de Córdobaestáentí
Nombre de la Cuesta
Muy cerca de la plaza de las Tendillas y al comienzo del barrio de la Catedral, se encuentra la calle Alta de Santa Ana formada sobre el adarve de la ciudad romana que fundó el cónsul Cayo Lucio Marcio en el año 206 a. d. C, prolongando ese campamento romano 50 años después por el Pretor Marco Claudio Marcelo en el 152 a. d. C según Plinio, y que va a terminar en la cuesta de PeroMato o Pedro Mato, la calle con más pendiente que existe en toda Córdoba... 
A mediados del siglo XIV se denominaron las dos callejas las de doña Urraca de Saavedra por delimitar parte de sus casas con esa callejas, casas que dos siglos después se fundara en ellas el convento de Santa Ana con monjas de la orden dominica
Fotografía propiedad de CórdobaEstáenTí

Cuesta en la actualidad
Esta calleja compuesta su gran parte por escalones por discurrir por el desnivel 
del antiguo teatro romano y que podemos apreciar desde el Museo Arqueológico.
Es a partir de 1553 que cambia su nombre por mudarse a esa calleja un médico de cierto prestigio que vivía con anterioridad en la calle San Felipe.
Aunque más allá de su ciencia pervive el recuerdo de uno de los más lastimosos sucesos que registra la historia de nuestra ciudad y que fue recogido por D. Teodomiro Ramírez de Arellano de los romances tradicionales de la ciudad.
La cuesta que nace en la misma plaza de Jerónimo Páez asciende escalonada entre encaladas paredes que corresponden al lateral del Museo Arqueológico, el convento de Santa Ana y el colegio de Santa Victoria.
Esta calleja que estuvo cerrada y casi destruida hasta que en los años 50 por el alcalde don Antonio Cruz Conde, pretendiendo dar una nueva entrada desde el centro de la ciudad al nuevo Museo Arqueológico que fue trasladado desde la antigua calle del tesorero, hoy llamada Samuel de los Santos y Gener, donde se encontraba ubicado desde 1923 hasta su traslado en 1957.
El doctor Pedro de Pero Mato, médico de la ciudad, compró dos casas en las referida calleja, era la última casa de la acera izquierda, que forma rincón y que llevaba el número 3

Escritura que otorgó Alonso Perea de Castro en nombre y con poder de D. Gonzalo Martel y Francisca de Mendoza vecinos de Sevilla, vendiendo al doctor Pedro de Pero Mato, médico y vecino de la collación de San Nicolás de la Villa por el precio de 94.000 maravedíes, dos pares de casas en la de Santo Domingo, que fueron de Don Diego Gutiérrez de los Ríos  fallecido en Indias. Colindantes a las de don Luis Páez de Castillejo.

Se mudó junto con su esposa doña Beatriz Cano y sus dos preciosas hijas fruto de su entrañable amor.
En la casa del rincón
que está detrás del convento,
casi frontera á la cuesta
ó más bien despeñadero,
para llegar á la plaza
de los Páez de Castillejo,
tranquilamente vivía
un acreditado médico;
Pedro Mato, portugués,
de gran saber y respeto,
con su mujer Beatriz Cano 
en hermosura modelo, 
de carácter irascible, 
irreflexivo y ligero. 
Los cuidaba una sirviente 
a ella idéntica en el genio, 
si bien de gran confianza 
por tenerla largo tiempo, 
y querer mucho a dos niñas 
que estos esposos tuvieron. 
De esta familia, oh lector, 
he aquí un sucinto bosquejo. 

(Romance recogido por Ramírez de Arellano)

.
Así permanecieron, hasta que Juan Páez hijo de Luis Páez de Castillejo que habitaban en la casa solariega, empezó a fijarse en la esposa del doctor que hasta entonces había demostrado una intachable conducta se fijó también en su galanteador e interviniendo una codiciosa criada, tomaron aquellas ilícitas relaciones una importancia causa de un gran desastre.
la tradición nos relata
que Castillejo fijó
sus atrevidas miradas
en Dª Beatriz de Cano
con gran empeño y constancia
desde la estrecha azotea
remate de su fachada.
Hombre al fin adinerado
buscó a la antigua criada
poniéndola de su parte
con esplendorosas dádivas.
Ella explicó á su señora
de aquel galán la demanda
y aunque fueron mucho tiempo
desoidas sus palabras,
fueron tantas las finezas,
fueron tantas las instancias,
que al fin de su tierno esposo
el honrado lecho mancha 

El carácter de la señora le hizo cometer la imprudencia de reñir demasiado a la criada y dueña de su secreto y ésta, vengativa en extremo, reveló al doctor Pedro Mato el horroroso engaño de que era víctima...
Ofendida la sirviente
le juró tomar venganza;
mas no la creyó Beatriz
capaz de tan gran infamia.
Con sorpresa aquella tarde
vio de su esposo en la estancia
entrar la sirviente, oyendo
como infame la delata
si bien callando la parte
que en tales hechos tomara

Viendo la esposa que su marido sabía de su "affaire" corrió a refugiarse en el convento de Santa Ana, donde se constituyó en clase de depositada, enterándose del escándalo toda la ciudad.
El Obispo Fresneda como otros muchos amigos del doctor, apoyados en la negativa de doña Beatriz en regresar a su casa, empezaron a disuadirlo de la idea de venganza, suplicándole que por el amor que tenía a las dos niñas perdonase la ofensa y recogiese de nuevo a su esposa, dando palabra de no ofenderle temerosos como estaban, tanto por el fuerte carácter del médico como por lo mucho en que estimaba su honor.
Consiguiéndolo al fin, la señora volvió a la casa conyugal, donde empezó a hacer una vida tan recogida que no salía ni a misa, puesto que ésta la oía en un oratorio que al efecto le costeó su propio marido... Así continuaron muchos meses, hasta que un día, cuentan que la criada en venganza por haberla despedido, colocó una noche sobre la puerta de la casa una cuerda llena de cuernos, como indicando la paciencia con que el esposo llevaba su deshonra.

Cuando ya se iba olvidando
y nadie pensaba en Córdoba
en el lance que nos da
hoy motivo a nuestra historia,
tal vez la infame sirviente
o algunas otras personas,
de la fama del doctor
villanamente envidiosas,
recogieron varios cuernos
que atados en una soga
y unidos por sus extremos
formó grotesca corona.
Sobre el dintel de la puerta
de Pera Mato colocan
aquel signo ignominioso
recuerdo de su deshonra 

Cuando por la mañana salió Pero Mato y se encontró con aquel insulto quedó parado sin saber qué determinación tomar. 
Su primera intención fue vengar el ultraje en doña Beatriz, pero al mismo tiempo recordó la palabra de no herirla dada al Obispo y demás amigos intermediarios en el asunto, quitó la cuerda y siguió su camino, batallando en su mente con la idea de la venganza.
Ya un tanto tranquilo volvió a su casa, donde al ver a su esposa le arrojó a la cara la cuerda que quitó de la puerta, la agarró por los cabellos y sin darle más tiempo, la ahogó con una toalla que encontró en aquella estancia.
Cuando a su casa tornó, 
se entró cerrando su alcoba
 y viendo que no salía, 
Beatriz, que la causa ignora, 
se decidió a preguntarle,
 y en cuanto a la puerta asoma, 
como herido por un rayo 
Pera Mato se trastorna, 
la tira con furia al suelo, 
veloz la toalla toma,
 le echa un lazo a la garganta 
y en un instante la ahoga. 

Seguidamente recogió el dinero y alhajas y corrió a refugiarse en la iglesia de la Compañía, por aquel entonces colegio de los Jesuitas, de donde lo sacó la justicia, siguiéndole rápidamente su proceso y condenándole a muerte...
Como se encontraba antiguamente
Apelando la sentencia ante el canciller de Granada en 1674 conmutándole la pena a prisión perpetua en uno de los presidios de África; de allí es indultado por influencia del duque de Medina Sidonia que lo lleva consigo como su médico particular a cuya protección se acogió, puesto que luego figuró en Sanlúcar de Barrameda con gran fama, casándose en segunda nupcias.
Después se establece en Sevilla permaneciendo en la ciudad hasta 1599 ya que por esa fecha le es consultado, junto a otros médicos, sobre la naturaleza de la epidemia de landre.
De sus hijas se sabe que una murió muy joven, otras dos entraron como religiosas en el convento de Nuestra señora de la Encarnación aquí en nuestra ciudad y la otra se casó en Sevilla dándole su padre de dote cincuenta y cinco mil ducados.
De la monja - y según D. Antonio Cruz Casado- hay datos documentales que prueban que en 1576 concede a su abuela materna doña Francisca de Murillo el derecho a todos sus bienes y herencia, reservándose solo el valor de su dote para entrar en el convento, cantidad que ascendía a ciento cincuenta mil maravedíes, más el ajuar y los gastos de velo. 
El suceso referido fue muy ruidoso en esta ciudad, escribiéndose de él varios romances y cantares, de los que ha llegado a nosotros el siguiente:

"Pedro Mato
mató a su mujer;
físolo tarde,
mas físolo bien"

Desgraciadamente de aquellos tiempos a estos la historia de muertes de mujeres por celos no han cambiado mucho... La calle quedó con el nombre de Pero Mato.... 

Si por mí fuera yo le quitaría el nombre de Pero Mato que aunque hayan pasado siglos no deja de ser un asesino y le pondría el nombre de su esposa doña Beatriz Cano.

*Editada para cambio de algunas fotos 29/9/2019



Fuentes consultadas: 

Paseos por Córdoba de Ramírez de Arellano- Cordobapedía- Boletín de la Real Academia de Córdoba de Ciencias, Bellas letras y Nobles Artes  Julio/diciembre 1962  Palacio de los Páez de Castillejo por Miguel Muñoz Vázquez 31/247 pag- Romances Históricos y tradicionales de Córdoba por Teodomiro Ramírez de Arellano- Del medico de su honra y su posible fuente por Antonio Cruz Casado Académico de Boletín de la Real Academia de Córdoba de Ciencia, bellas Letras y nobles Artes

4 comentarios:

  1. Muy buena a mi me suena haberla oido contar

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  2. Hola me podría decir de quien es el romance????

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    1. Hola Anónimo, el romance como he dicho en la entrada son recogidos por D. Teodomiro Ramirez de Arellano, su verdadero autor anónimo
      Saludo

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Muchas gracias por sus comentarios.