miércoles, 26 de agosto de 2009

El Emir Abdalá I

El intrigante abuelo del primer Califa





Ya se lo vaticinaron los astrólogos...
De un mismo hombre nacería el día y la noche,
 curiosamente, el Emir Muhammad, 
jamás supo interpretar aquellas palabras...



En el harén del Emir Muhammad I, dos esclavas, una cristiana llamada Ailo y otra vascona llamada Ushar coincidían, quizá por los caprichos divinos, en estar embarazadas.
Ailo, fue la primera en parir una criatura prematura a la que impusieron el nombre de Al-Mundhir.
El niño nació sietemesino lo que hacía disminuir las posibilidades de Ushar en convertirse en la madre del heredero. Esta situación desataba la ira de ésta que veía peligrar su posición en el harén, aunque mantenía la esperanza que aquel niño no sobreviviera en los primeros meses de vida y que fuera el hijo que estaba gestando el que fuera el heredero del Emirato.

Pero el príncipe Al Mundhir era tan fuerte como la esperanza de Ailo de verle algún día como madre del futuro Emir cordobés.
La otra esclava, Ushar, tuvo dos meses después a su hijo al que le impusieron de nombre Abú Muhammad Ábd Allah, pasando a la posteridad como Abdalá el último Emir.
Ambos niños crecieron, al igual que los otros 32 príncipes y sus 23 hermanas entre las mujeres del Alcázar Omeya. 
Lo que conllevaba ser influenciados desde muy pequeños por las tramas y las ansias de poder de sus madres en el harén.
Los niños fueron diferentes tanto en su forma de vida como en su aspecto físico, Al Mundhir era moreno de piel, ojos negros y de pelo ensortijado, mientras que Abdalá era de piel blanca y pecosa, de cabellos rubios y con grandes ojos azules.
Mientras que Mundhir desde muy pequeño, fue educado y formado para gobernar y capitanear los ejércitos de su padre contra los insurrectos, como verdadero heredero del Emir. Abdalá se trasladaba a vivir entregándose a otros placeres en la finca Almunia de la Noria.
El entorno de la quinta, levantada por él, se convirtió pronto en un vergel hermoso, ampliamente delineado que pobló de árboles y plantas y luego de embellecerla y delimitarla, proclamó públicamente su compra y tomó posesión de ella.

Cuando el 4 de agosto del 886 murió el Emir Muhammad I, Al- Mundhir que se encontraba en las mismas puertas de Bobastro, la atalaya malagueña inexpugnable del rebelde Umar ben Hafsún, recibió allí la noticia de la muerte de su padre, volviendo a Córdoba para darle sepultura al Emir en la Rawda, el panteón de sus mayores y tomar posesión de su Emirato.
Su reinado fue escaso ya que duró apenas dos años, los mismos que dedicó a combatir sin éxito al insurrecto caudillo muladí.
Al Mundhir encontró la muerte un 29 de Junio en las mismas puertas de Bobastro, que apenas dos años antes habían escuchado la noticia de la muerte de su amado padre…
Sobre Abdalá recayó la sospecha del asesinato de su hermano, de la pócima se culpa al médico de la Corte, que participando en las intrigas de Abdalá por el poder, lo sangró con una lanceta envenenada.
Abdalá, de la misma edad que su hermano, 44 años, y preocupado porque pudieran heredar el trono sus sobrinos, actuó con la piedad y discreción que regía su vida pública.
Vino de Bobastro, trayendo el cuerpo de su “querido” hermano a Córdoba, donde se ocupó de la oración fúnebre al pie del panteón de los Omeyas levantado junto al Alcázar, y ocupó el trono con el nombre de Abdalá I.

A pesar del deseo de poder, no supo reinar y su gobierno se vio alterado por las constantes guerras entre tribus árabes, beréberes y muladíes.
Su poder como Emir se limitó a las tierras cordobesas, pues el resto de provincias estaban gobernadas por familias rebeldes que no acataban su autoridad... Las provincias no mandaban contribuciones, el Tesoro estaba tan vacío como los zocos, y el pan se había convertido casi en un lujo.
Aunque dejó fama de creyente fervoroso, atento con el pueblo y los mandatarios, fiel cumplidor de las cinco oraciones diarias y asiduo de la Mezquita, construyendo el Sabat, el pasadizo secreto desde su residencia hasta la Mezquita para que la gente no lo viera pasar.
Muy interesado en la justicia mandó construir la puerta de la Justicia Bab Al´Adl en su Palacio, donde aplicaba directamente a aquellos que venían buscando justicia.
Los intentos de dejar su imagen pública impoluta, no le eximieron de quedar en la Historia como un Emir de cuya debilidad y cobardía murmuraban las tropas:
¡Destetaba la guerra!
Con el temible Ben Hafsún acosando Córdoba el Emir rogaba la paz y, en lugar de las armas, se recluía en sus estancias escribiendo versos como estos:

"Todas las cosas de este mundo son transitorias, (…) Dentro de poco estarás en la caja y echarán tierra húmeda sobre ese rostro tan hermoso".

Abdalá se recompone y logra organizar un ejercito de cerca de 14.000 soldados entre los cuales había unos 4.000 voluntarios, mientras que Umar Ibn Hafsún le doblaba en hombres... Pero el Emir ideó minar las fuerzas de el de Bobastro, dejándole sin partidarios.

Así que dirigió sus tropas contra la fortaleza de Karkabuliya, Carcabuey, que estaba bajo el poder del insurrecto Saíd Ibn Mastana aliado de Hasfsún que fue derrotado pidiendo perdón a Abdalá y rindiéndole sumisión.
Cuando el Emir le dio el perdón solo le impuso una condición, la destrucción total del Castillo de Karkabuliya...
Viéndose con pocos apoyos Hasfsún, decidió proponer un arreglo de paz al Emir Abdalá, éste aceptó pues estaba muy interesado en mantener Al Andalus unido.
A cambio del perdón, le ordenó a Umar que le enviara a uno de sus hijos para mantenerlo como rehén en Córdoba y así saber que no rompería su palabra, así que el hasta entonces líder de Bobastro, accedió a la petición pero le envió a un joven que había adoptado para la ocasión... Cuando la Corte cordobesa descubrió el engaño, le obligaron a que entregara a uno de sus verdaderos hijos, cuando el joven llegó ante Abdalá, fue degollado allí mismo y su cabeza enviada a su padre.

Mientras, se temían las revueltas dentro y fuera de la acosada Córdoba... La Corte cordobesa no dejaba de ser insegura para cualquier Omeya que se encontrara en el poder.
Cuando eligió a su hijo Muhammad para sucederlo en el trono, que había tenido de una de sus esposas, la que era hija del rey de Navarra, Oneca Fortúnez, a la que le dio el nombre de Durr.
El complot de nuevo se hizo en el harem... Guizlam, esposa también de Emir y de sangre real aspiraba que su hijo Mutarrif fuera el nuevo Emir.
Instigado por su madre y partidarios, Mutarrif asesinó a su medio hermano Muhammad, quien lo golpeó hasta causarle la muerte, la victima dejó un primogénito llamado Abderramán de veintiún días, que la mala conciencia del Emir había de convertirlo en su protegido.

El Emir no castigó a Mutarrif por este crimen, en el fondo justificó el asesinato esgrimiendo la desobediencia y rebeldía de Muhammad, o tal vez lo vio reflejado en su misma historia... Pero el karma hace que pagues tus acciones y las mismas acusaciones pesaron luego sobre Mutarrif, a quien unos años más tarde, el propio Emir ordenó ejecutarlo temiendo que se hubiese aliado con los rebeldes sevillanos.

El último Emir de Córdoba murió con 68 años y 24 años de reinado dejando a pesar de tener 15 hijos a su nieto más querido, el hijo de Muhammad y que llegaría a ser el primer Califa cordobés, Abderraman III 


Pero eso, déjame que te lo cuente otro día




Fuentes Consultadas:
Historia de España: Escrito por Juan Cortada- Recuerdo y Bellezas de España de Madrazo- Crónicas de la provincia de Córdoba por Manuel Gonzalez Llana-  Historia de España antigua y media de Luis Suarez Fernández-Europa e Islam de Michel Bernardini- Al Andalus sociedad e instituciones-Atlas Histórico de España: La dinastía Omeya en España vol 1 por Enrique M. Ruiz, Consuelo Maqueda etc- Foto recogida de Internet no corresponde con el personaje-Wikipedia-

miércoles, 12 de agosto de 2009

Abderraman I, el Inmigrado






Un joven príncipe Omeya, estaba predestinado a dar esplendor a su linaje, resurgiendo en Al Ándalus, en la bella Córdoba, a la que llamaba la perla.




Abd Ar-Rahman ibn Mu´awiya ibn Hisham ibn Abd al-Malik, que así se llamada al que conocemos por Abderramán I, cuando nació en la corte de su abuelo ni el mejor astrólogo podría presagiar lo que su futuro le depararía. Hijo del príncipe Mu´awiya y una concubina bereber de la tribu Nafza, llamada Rah, pasó una placida infancia en palacio. 
Instruido y dirigido por su abuelo Hisham, el gran Califa de Damasco, que controlaba celosamente la educación de su nieto favorito.

Eran tiempos de guerra entre los musulmanes, una confrontación fratricida donde imperaba la visión beduina de Bagdad fomentar el islam y destruir a los acomodados Omeyas, a los que acusaban que no practicaban con suficiente tesón la fe musulmana...
Abderramán era muy joven cuando su familia fue derrocada del Califato de Damasco por los Abasídes de Bagdad , que no contentos de pasar a cuchillo a la gran mayoría de la familia Omeya, abrieron sus tumbas y borraron todo resto que pudiera estar relacionado con ellos.
Para el joven Abderraman y su hermano Yahya, tuvo que ser tremendo la terrible matanza de sus parientes, escaparon de las manos de la gente de los Abasíes, y junto con algunos seguidores, se refugiaron en Egipto, en el desierto, donde anduvieron errantes socorridos por algunas tribus.
Después de un tiempo Abderramán descubrió que su vida estaba amenazada de nuevo y huyó aún más lejos, refugiándose entre las tribus bereberes de Mauritania, más concretamente en  la tribu de los Nafza a la que pertenecía su madre.
Cuenta la leyenda que su tío abuelo Maslama, le profetizó que él restablecería de nuevo la fortuna de su familia y que entraría en una ciudad con un precioso caballo blanco, desposaría a una conversa, la cual le daría al verdadero heredero para que brillara de nuevo la dinastía y el esplendor Omeya.

De nuevo fueron perseguidos sin piedad por los abasíes, que en una de las revueltas mataron a su hermano, mientras que él quedó herido salvándose  huyendo al norte de África.
Así que Abderramán, acompañado por algunos leales, marchó en busca de esa profecía, con apenas 20 años se fijó en una tierra que desde más de cuarenta años se encontraba bajo la dominación árabe, era... Al Andalus y como objetivo más concreto Qurtuba, la Corduba romana y visigoda donde había residiendo muchos sirios, clientes de los Omeyas y donde posiblemente apoyarían su causa.
Era allí donde levantaría un Emirato independiente de Bagdad.
Llegó a Ceuta, y desde allí durante cuatro años buscó aliados enviando agentes a la Península Ibérica para buscar apoyos de su familia, que eran numerosos en la provincia de Elvira, actualmente Granada.
Al Ándalus, estaba en un estado de confusión debido al débil liderazgo del Gobernador Yusuf, dependiente de los abasies y una simple marioneta en manos de tribus árabes...
Esto dio al príncipe Abderramán, la oportunidad y bajo invitación de sus partidarios llegó a Nerja, desde allí marchó directamente a Granada, donde en el castillo de Turrush, y apoyado por tropas Yemenies y tropas Sirias que ambas seguían siendo aliados de los Omeyas, y sobre todo los bereberes que odiaban a Bagdad, tanto o más que él, formó un ejercito con el cual asaltar posteriormente el poder.

Durante un tiempo Abderramán ganó muchas batallas lo que su mayor enemigo, el gobernador Yusuf, comenzó negociaciones con Abderramán, ofreciéndole a una de sus hijas en matrimonio y muchas tierras de dote, siempre y cuando, él le rindiera sumisión…
Pero el príncipe perseguía otro sueño mucho más importante que desde luego no iba a compartir con él.
Así que rechazó las negociaciones pretextando la insolencia de uno de los mensajeros de Yusuf, que ultrajó a uno de sus jefes leales a la causa Omeya, mofándose de su incapacidad de escribir bien en árabe. A causa de esta provocación hacia unos de su leales, Abderramán sacó su espada y lo mató.


En Mayo de 756 ambos bandos, el de Yusuf y Abderraman, se medían las fuerzas en las cercanías de Córdoba, ambos estaban determinadas a luchar hasta el fin... 
¡Morir o ganar!
Las flechas surcan el cielo en ambas direcciones y la carga a caballo era dura y casi paralela en fuerza en ambos bandos. 
Uno, no podía perder el gobierno y el apoyo de Bagdad, el otro perseguía el sueño de un Emirato independiente y la venganza ¡Por qué no decirlo! de lo ocurrido con su familia...
El futuro de Al Ándalus estaba en juego y fue el príncipe Abderraman y sus tropas las que logran vencer a las de Yusuf, que huyó mientras que sus hombres fueron masacrados casi en su totalidad .

Las tropas de Abderramán se dispusieron para entrar en aquella Corduba que tanto perseguía y que se rindió ante el Omeya...
El príncipe entró en la ciudad en un caballo blanco, color que fue simbólico a partir de entonces para todos los Omeyas, no tenía bandera y se improvisó una con un turbante verde y una lanza.

Con 25 años se auto-proclama Emir independiente, haciendo a Al Ándalus independiente de Bagdad.
Inmediatamente después, liberó de la esclavitud a una visigoda llamada Halul conversa al Islam a la que desposó. Ella, fue la madre de Hisham I.
A pesar de tener diez hijos más, dos hijos de mayor edad que el joven Hisham, que pretendían sucederle, Suleimán y Abdallah... Abderramán tomó la decisión de elegir al hijo de la visigoda, por su enorme parecido que tenía con él y por la profecía que años atrás le habían contado.

                                             "Su heredero sería hijo de una conversa"

Por lo tanto… La profecía ya estaba cumplida.

Abderramán era alto y delgado, rubio y barbilampiño... Cuentan los cronistas que era ciego del ojo izquierdo y que lo caracterizaba un lunar en la cara.
Llevaba dos trenzas que le sujetaba el pelo, vestía siempre de blanco y usaba turbante.

Era elocuente, gran orador, buen poeta y de pluma fácil. 
Actuaba en política con prudencia en un constante tira y afloja, porque era muy precavido. A pesar de ser osado y resuelto, no vacilaba en ir al encuentro de sus enemigos, incansable e inquieto.
Fue un gran genio militar y un magnifico gobernante, en sus 32 años de gobierno favoreció y estableció las bases oportunas para que los Omeyas permanecieran en el poder mucho tiempo.
Controló e impuso su ley en Al Ándalus con ayuda de un primer ministro o Hachib, y bajo éste los visires de cada provincia y en cada ciudad de importancia estableció cadies o jueces que gobernaban la ciudad.
Procuró la integración de las diferentes etnias que vivían en el Al Ándalus. Muchos cristianos se convirtieron al islamismo a los que llamaban mulaidies, otros conservaron su fe a cambio de un tributo, al igual que los judíos.
Se proclamó príncipe de los creyente y acuñó moneda propia, eliminando cualquier mención a Bagdad, en sus monedas solo aparecía un nombre "Al Ándalus".


Pero su reinado no fue tranquilo y se enfrentó a muchos peligros, así que su prioridad fue crear un ejercito profesional que entrenaba él mismo... Campaña tras campaña fue afianzando su poder.
Guerreó contra el gobernador Yusuf  que en la primera huida se marchó a Mérida y desde allí y haciéndose con un ejercito de más de 10.000 bereberes hizo varios intentos de enfrentarse de nuevo al ya Emir Abderramán...
Nunca lo consiguió, en la última escaramuza, Yusuf tuvo que retirarse a Toledo, donde gobernaba un primo suyo llamado Hisham, y donde fue asesinado por sus propios hombres.
El Emir Omeya se hizo con Toledo en el 761, la cual sitió hasta derrotarla... 
Para mantener el control, firmó un tratado cometiendo el error de dejar al mismo gobernado a pesar de que sabía que era partidario de los Beni Abbas y sabiendo que era familia del malogrado Yusuf.
A cambio, se llevó como rehén al hijo de éste, con eso pensó que se aseguraba su obediencia.
A pesar de saber que su propio hijo podría morir, Hisham desafió al Emir en cuanto se levantó el cerco a Toledo. Abderramán, sitió de nuevo la ciudad, decapitó al hijo del gobernador  y catapultó la cabeza dentro de la ciudad.
Tres años tardó el Emir en doblegar y apoderarse de nuevo de Toledo, pero esta vez tanto Hisham como sus comandantes fueron crucificados.
Le había costado, desde que pisó suelo de la península, 8 años terminar con la amenaza de Yusuf y sus partidarios.

Pero aquí no acabaron los problemas de Abderramán, ya que su siguiente adversario era un gobernador que había mandado el propio Califa Abaside, quería por todo los medios matar al usurpador que gobernaba Al Ándalus, como un Emirato independiente y entregarlo de nuevo bajo el gobierno de Bagdad.
El nuevo gobernador se instalo de Veja, Portugal, y reclamó el poder para el Califa.
La buena maniobra del Emir hizo fracasar al nuevo gobernador, ya que Abderramán no trató de enfrentarse a las tropas en campo abierto, ni tampoco esperó en Córdoba para defendedla. Esta vez ideó un gran plan instalándose en la fortaleza de Carmona, preparándose a resistir un asedio que resistió dos meses, hasta el momento oportuno de hacer una salida y cogiendo al enemigo por sorpresa, capturados los principales comandantes, hizo que les cortaran la cabeza llenándolas de sal y alcanfor para luego enviárselas al Califa a Tunez que en esos momentos estaban bajo el mandato de Bagdad, como advertencia y así hacerlos desistir de sus intenciones de atacar Córdoba.

El Emir, luchó también contra los Carolingeos, por el control de la marca norte consiguiendo el control de Zaragoza.
También hizo frente a los reinos cristianos, primero exigiendo tributo al Reino Astuleonés, que se tuvo que ver obligado a pagar al Omeya a pesar de haberse aliado con los Banu Quasi, en consecuencia y aunque le costó, toda la península rendía tributo y vasallaje al Emir.

Tanto esplendor tenía que tener una gran obra, que recordara la supremacía del mundo musulmán de aquel tiempo.
En el año 785 el Emir mandó edificar una gran Mezquita,  la antigua mezquita ya no tenía capacidad suficiente para albergar a todos, y resultaba muy pequeña.
Así que le compró  la parte restante a los mozárabes de la basílica visigoda dedicada a San Vicente y decidió aprovecharse del material de ésta, para iniciar la construcción de la gran Mezquita de Córdoba, que había de convertirse en la Gran Mezquita- Aljama del occidente islámico, gran prodigio arquitectónico de su tiempo, serían sus herederos los que fueron ampliándola.

Aunque Abderramán siempre se consideró un extranjero en su propio reino. 
Por ello, una vez afianzado el Emirato, fue la de crearse una residencia que le evocara a su Siria idolatrada edificando en la sierra cordobesa, a unos 3 km. al norte de la capital, la hermosa finca Al-Rusafa, en la que pretendió reflejar a la de Damasco.
Decían que una sobrina, hija de su propia hermana Umm al-Asbag,  que sobrevivió a la matanza al ser una bebé, consiguió seguir viviendo en Damasco.
Y una vez establecido mandó que le enviara cuantas especies vegetales necesitó para dar realismo al paraje. Sobre todo le pidió palmeras que fueron las primeras que llegaron a España…
Allí pasó gran parte de su vida en sus descansos entre batalla y batalla.

Cuando Abderramán ya contaba unos 54 años de edad, y teniendo pruebas que ya había consumido sus energías vitales en su constante lucha por la existencia y el poder, ordenó restaurar el Alcázar Omeya e hizo de él su morada habitual hasta el fin de sus días...
Y en un mes de noviembre  del 788, a los 56 años, Abderramán hijo de Moavia, hijo de Hixem ibn abd el Malek que vino de Damasco ahuyentado de la negra bandera de los Beni Abbas. 
Y que después de muchas batallas plegó sus alas en la perfumada orilla del Guadalquivir.
En los apartados harenes hoy no se escucha ni la dulce música ni la algarabía de las risas de las mujeres, hoy le suceden llantos y desgarradores lamentos... 
Los médicos más afamados han agotado los recursos de la ciencia y entregan cabizbajos al ilustre moribundo a los brazos de la sultana, la hermosa Halul, la de los ojos negros, madre de Hixem.
Ella es la que con ternura lava su cuerpo y los amortaja en siete blancos y finísimos lienzos, ungiendo su cuerpo con preciosos aromas y asistida por sus esclavos lo depositan en su lecho mortuorio.
Allí yace en una de las estancias del Alcázar, cubierto con las misma vestiduras blancas distintivo de su linaje, el valeroso, el afamado Abderramán llorado por la ciudad que jamás sintió suya. 
Mientras el que Abderraman eligió como su sucesor, Hixem el hijo de la conversa se encontraba en Merida fue allí mismo notificado y jurado  allí mismo con toda pompa por las calles de la ciudad.


Pero eso, déjame que te lo cuente otro día.


Fuentes consultadas: 
AL.MULK Anuario de Estudios Arabistas Suplemento al "Boletín de la Real Academia de Córdoba" año 1959/60 Abderraman I por M. Ocaña - Recuerdo y Bellezas de España de Madrazo- Crónicas de la provincia de Córdoba por Manuel Gonzalez Llana- Wikipedia- Historia de España antigua y media de Luis Suarez fernández- Atlas Historico de España: La dinastía Omeya en España vol 1 por Enrique M. Ruiz, Consuelo Maqueda etc- La mezquita de Abderraman I por Manuel Salcines Diario de Córdoba 02/07/1955- Abderraman por R.M. Diario de Córdoba 10/01/1960- Los nombres de Abderraman por F.G. 02/10/1966- Wikipedia- Indicador Cordobés: Osea manual histórico- topográfico de la ciudad de Córdoba por Luis María Ramirez de las Cazas Deza- Primer dibujo de Juan Landa


miércoles, 5 de agosto de 2009

La leyenda de los siete infantes de Lara en la casa de las Cabezas





Córdoba es capaz de mantener el misterio y embrujo que todos aquellos que aquí dejaron su paso convirtiéndola en una auténtica metrópoli de leyenda, una ciudad con mil historias por contar.
La Judería, como uno de los símbolos de Córdoba, se ha convertido con el paso de los años en testigo de esta realidad. Y es que ese mar de confusas calles de blanco encalado se halla en el poder de un sinfín de rincones casi inimaginables y llenos de un terrible encanto. Cada recóndito lugar ampara un enigma distinto y sin resolver.
Callejón de los Arquillos
Existe entre las calles Caldereros y Portillo uno de esos rincones cautivadores y llenos de misterio...
Uno de esos lugares, en los que la leyenda toma tal fuerza que fascina y llega a sentirse como real.
Se trata de la calle Cabezas, en la que se halla la Casa- Museo Luis de Góngora y Argote y la calleja de los Arquillos, antes llamada de los Siete Infantes gracias a la historia que allí se forjó.

              La Leyenda
Cuentan que cuando en Córdoba todavía se vivía del esplendor que supo darle el abuelo del inepto Califa Hixem II, la ciudad estaba en manos de su lugarteniente Almanzor, un dictador que supo arrebatarle el trono a un niño al que secuestró en Madinat al Zahra.
Mientras, en la ciudad de Burgos, Garci Fernández conde de Castilla preparaba las boda a su prima carnal, doña Lambra de Bureba, la casaba con el Alcayde Mayor de todas sus tierras, Rodrigo Velázquez.

(...) ya se trataban sus bodas
con la linda doña Lambra
Las bodas se hacen en Burgos,
las tornabodas en Salas,
las bodas y tornabodas
duraron siete semanas; 

A la boda acudió doña Sancha hermana del novio, casada con Gonzalo Custioz señor de Lara, acompañada de sus nada más y nada menos que siete hijos al enlace.


Helos, helo por do viene
por aquella vega llana
sálelos a recibir 
la su madre doña Sancha
Bien vengades los mis hijos
buena sea vuestra llegada
Norabuena estéis señora
nuestra madre doña Sancha

Las fiestas fueron fastuosas, hubo banquetes y juegos durante cinco semanas y hasta torneo donde Garci Fernández hizo pregonar que daría un premio cuantioso para el caballero que ganara.


(...) después de que hubieran comido
pidieron juegos de tablas
si no fuera por Gonzalvivo
que su caballo demanda,
y muy bien puesto en la silla
se sale por la plaza

Comienza el torneo y entre todos los caballeros hay uno que destaca sobremanera, se trata del caballero de la Bureba, don Alvar Sánchez, primo de la desposada y también del conde don García, quien sin el menor recato presume de superioridad, con gran alegría por parte de su prima doña Lambra que dice:
doña Lambra que esta vido
de esta manera le hablaba:
Amad, señoras, 
cada cual en su lugar
que más vale un caballero 
de Bureba la preciada 
que no setenta y siete 
de los de la flor de Lara".

Al oír semejante provocación, doña Sancha, hermana del novio y madre de los infantes, le recrimina sus ofensivas palabras:
Calléis, Lambra, calléis, 
no digáis tales palabras, 
porque aun hoy os desposaron 
con mi hermano de alma.

Pero doña Lambra no calla y sigue hostigando verbalmente a su nueva cuñada en presencia de numerosos invitados:
Cállese vos doña Sancha
que tenéis por qué callar
pues paristeis siete hijos
como puerca en muladar

Tanto, que Gonzalo el más joven de los siete hermanos, al enterarse de las palabras de su tía política contesta:
Golzalvico que esto oyera
esta repuesta le da
yo te cortaré las faldas
por vergonzoso lugar
por cima de la rodilla
un palmo y mucho más

Doña Lambra fuera de sí marcha en busca de D. Rodrigo para decirle:


donde don Rodrigo estaba
en entrado por la puertas
a voces se querellaba:
"Quejome a vos señor
viuda me he de llamar,
mal me quieren en Castilla
los que me han de guardar, 
los hijos de doña Sancha
mal abaldonado me han
que me cortarían las faldas
por vergonzoso lugar
y cebarían sus halcones 
dentro de mi palomar
 y me forzarían mis damas, 
casadas y por casar. 
Si d’esto no me vengáis 
yo mora me he de tornar
y a ese buen rey Almanzor
tengo que irme a querellar


Con estas palabras se desencadena la tragedia... Rodrigo, el hermano de doña Sancha ya no piensa en sus sobrinos; ni tan siquiera en su hermana. Sólo piensa en vengar a su esposa doña Lambra
Calledes, la mi señora
vos no digades atal
De los infantes de Lara
bien os pienso vengar
telas le tengo ya urdidas
presto se la he de tramar
nacidos y por nacer de ello
por siempre hablaran

Pasados ya unos meses don Rodrigo Velázquez vio la oportunidad de vengarse, enviando al padre de los siete infantes y cuñado suyo,  pidiéndole a Gustioz que parta para Córdoba para hacerle entrega de un mensaje al famoso Almanzor, con una nota escrita en árabe, en la que pide que se mate al portador e indica dónde puede encontrar a los hijos del Señor Gonzalo, ofreciéndole la vida de éstos en señal de amistad.
Gonzalo Gustioz llegó a Córdoba, se dio a conocer como emisario a los guardias de las murallas y fue conducido a palacio de Al Zahira, residencia del caudillo.
Allí, Almanzor lo recibió con muchos honores, y habiéndole preguntado cuál era su embajada, Gonzalo Gustioz le entregó una carta...
El semblante del caudillo se ensombreció:

-¡Ah Gonzalo Gustioz!-dijo Almanzor-Mala hora que trajisteis esta carta. En ella me pide Ruy Velázquez que os de muerte.
-¡ Muerte! señor, -dijo Gonzalo estremecido- y comprendiendo que había sido traicionado, y así se lo hizo ver a Almanzor que no quiso prestarse a tan infame treta, y le dijo al cristiano:


" No haré lo que se me pide;
y no te quitaré la vida, 
pero he de retenerte aquí. 
Estarás en la cárcel 
hasta tus últimos días".

Don Rodrigo Velázquez aprovechó esta circunstancia para engañar a sus sobrinos con ellos quiere atacar al moro de Alicante y llevarlos a una trampa mortal, ya que al dejarlos solos son capturados y asesinados allí mismo... 

En las sierras de Altamira, 
que dicen del Arabiana, 
aguardaba don Rodrigo 
a los hijos de su hermana: 
no se tardan los infantes 
y el traidor mal se quejaba; 
grande jura estaba haciendo 
sobre la cruz de su espada, 
quien detiene a los infantes 
él le sacaría el alma.   
(...)Alá traen por apellido, 
a Mahoma a voces llaman;
tan altos daban los gritos, 
que los campos retemblaban: 
¡Mueran, mueran, van diciendo
los siete infantes de Lara! 
¡Venguemos a don Rodrigo, 
pues que tiene de ellos saña.


El moro Alicante se presenta en la corte de Córdoba llevando como trofeo las cabezas de los siete infantes, más la de su ayo Nuño Salido. 
Almanzor ordena colocar las cabezas en la prisión donde se encuentra Gonzalo Custioz colgadas en los siete arcos para que desde la celda donde se encontraba pudiera verlas, el padre se lamenta:
"Llorando de los sus ojos 
dixo entonces a Almançor
Bien conozco estas cabezas 
por mis pecados, señor;
conozco las siete, 
que de los mios fijos son,
la otra es de Muño Salido, 
su amo que los crió"

El pobre hombre al ver como habían terminado sus hijos sufre un inmenso dolor que cae enfermos y Almanzor, conmovido, por la perdida de todos sus hijos; envía a su hermana Axa para que lo cuide.


La casa de las Cabezas
que sirvió de prisión al desdichado Gustioz
Durante su cautiverio, D. Gonzalo se enamora de la mora y tiene un hijo con ella…
Enterado Almanzor de la historia de amor y viendo que su querida hermana lo amaba, lo libera y le pide que se marche ya que un cristiano no debe casarse con una árabe...

Cuando se marcha Gustioz y sabiendo que Axa estaba embarazada de él, le entrega a la princesa una sortija que será para su hijo que va a nacer en señal de reconocimiento y garantía de su identidad.

Pasaron los años, y el hijo de Gonzalo Gustioz y la mora, al que llamaron Mudarra González creció en el harem de Almanzor entre los hijos de éste.
Hasta que un día, enferma su madre, Axa, le contó toda la historia de su padre y la alevosía con la que había actuado contra sus hermanastros, Rodrigo Velazquez, le entregó el anillo y le dijo que había llegado el tiempo en que había de marchar a la cristiandad para conocer a su padre y vengarle.
Museo-Mobiliario que se encuentra en la casa
Cuentan las crónicas que Mudarra marchó a Burgos el día que enterró a su amorosa madre, buscó a su padre, se dio a conocer con el anillo y se ganó el corazón de doña Sancha, la madre de sus medios hermanos, quien con triste llanto le contó al cordobés por donde estaba pasando:
"Triste yo que vivo en Burgos
ciega de llorar desdichas
sin saber cuándo el Sol sale, 
ni si la noche es venida, 
si no es que con gran rigor 
doña Lambra mi enemiga 
cada día que amanece
hace que mi mal reviva: 
pues porque mis hijos llore 
y los cuente cada día, 
sus hombres a mis ventanas
las siete piedras me tiran"

Tanto compadeció a aquella mujer, esposa de padre y madre de sus medio hermanos que le juró vengar las muertes de aquellos sietes hermanos que había parido tan excepcional mujer, que lo quería como si fuera hijo propio. Cuentan, que doña Sancha lo adoptó, lo llevaron a bautizar a la iglesia de Santa María, en donde, vestida con camisa de once varas, lo metió por una manga y lo saco por la otra, convirtiéndolo así en su hijo; si bien se negó él a que le cambiaran el nombre.
Al fin, una tarde encontró Mudarra a un caballero reposando debajo de un árbol... Le saludó preguntándole su nombre, a lo que el caballero contestó:


"A mí dicen don Rodrigo, 
cuñado de Gonzalo Gustios
y hermano de doña Sancha;
 por sobrinos me los hube 
los siete infantes de Lara"


A lo que le dice Mudarra:
" Si a ti te dicen don Rodrigo 
tío de los de Lara, 
a mí Mudarra González,
hijo de una renegada, 
de Gonzalo Gustios hijo 
y amado de doña Sancha; 
por hermano mes lo hube 
los siete infantes de Lara". 

A lo que le contestó Rodrigo Velázquez:
" Todos los moros sois, 
hombres de poca valía... 
Que viendo que vais a ello 
a huir luego echarían"

Don Rodrigo- contestó Mudarra: 
¡¡Traidor, el mayor que se podría !! 
A tus sobrinos infantes a la muerte 
los traías y mientras que el mundo dure, 
durará tu alevosía... 
Pero un "moro expósito" 
te matará por tu bellaquería. 

Dándole muerte allí mismo, sin que el traidor pudiera defenderse.
Su cuerpo quedó allí sin sepultura, cubierto de piedras que los castellanos echaron sobre él; y desde entonces todos los que pasaban por aquella pedrera, en vez de rezar un padrenuestro, echaban otra piedra maldiciendo el alma del traidor.
Y así se cumplió la venganza del sobrino de Almanzor por la traición de que fueron objeto sus hermanastros, los siete Infantes de Lara.
Se cuenta que cumpliendo los deseos de doña Sancha, Mudarra se convirtió en el heredero de sus bienes, que casó con una señora de alto linaje y prolongó la dinastía de los Lara con un hijo al que llamó Nuño González de Abalos.


Patio de recibo de la casa
Y aquí termina la leyenda y ahora empieza la historia:
Lo cierto es que no sabemos cuanta parte de verdad según la tradición fue una de las casas de Almanzor, y la prisión del padre de los infantes de Lara en cuyo callejón le colgaron las cabezas de sus siete hijos...
Interior de la Casa
Lo cierto es que esta casa, como nos cuenta su actual propietario D. Manuel Ramos Gil, fue propiedad de Juan de Córdoba, un rico mercader de la familia de los Membreque que en tiempos de la inquisición y del miserable y depravado inquisidor Diego Rodriguez de Lucero, estuvo acusado de judaizante.
Aljibe o restos del Mikvé de lo que sería la Sinagoga
Un estudio realizado por el actual propietario ha descubierto que la casa fue una antigua sinagoga ya que en el sótano de la casa se han encontrado restos de un antiguo "Mikvé" lugar donde se purificaban los judíos antes de la oración. ¿Y sabéis una cosa? Yo he tenido la gran suerte de tocar ese agua mucho antes de que esa casa fuera rehabilitada.

Otro dato muy curioso es que los equinoccios  un rayo de sol rompe la penumbra del sótano a través de una saetera original de la casa 


¿Cuándo se díó origen a la falsa leyenda de que las cabezas estuvieron colgadas en la Calleja de los Arquíllos? A nuestro juicio hacía el año 1566, cuando uno de los vecinos de la calle referida, nombrado Rodrigo Jurado, deseando perpetuar de forma plástica aquel hecho histórico de la presentación de las cabezas de los Infantes de Lara a su padre Gonzalo Gustíos, pide autorización al Cabildo Municipal de esta ciudad, para que le autorízase a hacer una portada en su casa y pintar siete cabezas que digan que son las cabezas de los Infantes de Lara, y se le dió licencia para que lo pudiera hacer sin pena alguna (



*Editado: 
Febrero de 2012
Marzo de 2018

Fuentes consultadas: 
Leyenda de los siete Infantes de Lara -Leyendas Épicas españolas de Rosa Castillo- Cantares de Gesta- Fotos recogidas de Internet- Romance anónimo recogido de la Biblioteca virtual universal- El misterioso rayo de sol de la casa cabezas de Córdoba por P. Gárcia Barquero ABC Córdoba 24/03/2017-