viernes, 17 de abril de 2020

Capilla de San Acacio de la Mezquita Catedral












Situada en el muro sureste de la Mezquita está la capilla de la que hoy estamos hablando, de planta rectangular y cubierta semiesférica con adornos de yesería.
En su interior podemos ver una maravillosa cúpula y el retablo de madera dorada fechado en el año 1714, ambos ejecutados por el por el granadino Teodosio Sánchez de Rueda. 
En el centro, hay una escultura del titular de la capilla bajo la cual vemos una hornacina que alberga un Ecce Homo; ambos proyectos se contratan en 27 de julio de 1714.
Parte de los lienzos que completan el retablo son atribuidos al pintor y músico Juan Pompeyo, violinista y pintor que sirvió en ambos oficios a la Catedral de Córdoba en el siglo XVIII
A la izquierda, está representada la Anunciación; a la derecha, la Visitación; y arriba, San Pedro y San Pablo. En la parte superior, vemos en el centro a la Inmaculada, a cuyos lados están las imágenes de San Juan de Dios y de Santa Catalina. 

La capilla de San Acacio también conocida como la capilla de la sangre porque según cuenta la leyenda: 
"que cuando se celebraba una procesión en jueves Santo en 1483 para poner al santísimo en el monumento, mucha gente observó que de un zapato del tesorero de la catedral salía sangre...
Por lo que lo avisaron de lo que le ocurría, al ver que se quedó sin poder articular palabra lo entraron a la capilla para descalzarlo hallando la sagrada forma que había consagrado en el zapato"
Esta leyenda se basó en la anécdota de carácter fantástico sucedida al tesorero Pedro Fernández de Alcaudete, quien en realidad fue juzgado y condenado por la Inquisición el 28 de febrero de 1484.

Como cuenta M. Jordano- También fue conocida  bajo la Advocación de S. Acacio y Compañeros y Santa Úrsula y las Once mil Vírgenes y que se encuentra citada por primera vez en 1396


Preciosa Cúpula adjudicada a Teodosio Sánchez
La  Capilla fue fundada por el obispo de Córdoba D. Fernando González Deza colaborador y unos de los fundadores del Real Monasterio de San Jerónimo de Valparaíso, con el producto de las prestameras de S. Pedro de Espiel y Baena.
La capilla pasó a cargo de su sobrino nieto el chantre Fernán Ruiz de Aguayo, hijo de D. Fernán Ruiz de Aguayo, vasallo del rey, Sr. de los Galapagares, y de Dña. Elvira Fernández de Gahete, su primera mujer... El seis de Enero de 1460 dotó de doces memorias por el alma de su tío
Entre 1463 y 1464 el chantre rehabilitó la capilla de su tío y decoró:
"se labra en Sta. M. de Guadalupe un retablo de pintura llana» para la capilla, que costaría, puesto en Córdoba, 120.000 mrs. Así mismo, «ornó de barras de fierro e de techunbre dorada e de suelo de azulios"

En su testamento otorgado en 1467, D. Fernán dispuso que le enterraran junto a su tío, el obispo González Deza, la madre de éste, la madre y hermanos del otorgante y una tía de su padre.
Murió dos años más tarde destinando 3000 maravedíes anuales para obras en la puerta de la Catedral que sale a la capilla de S. Miguel para la cual debió estar junto a la puerta del mismo nombre, para "el/adarve que está aderredor de la dicha capilla», para la techumbre o para la obra de la Catedral".
Sin embargo, la puerta de S. Miguel no fue concluida hasta el episcopado de D. Juan Daza, cuyo escudo figura en ella.


San Acacio en el altar
Según Ramos que reproduce las disposiciones testamentarias del chantre: 
" fue tanta su piedad, que apenas tendrá semejante en las magníficas y copiosas fundaciones que hizo en diversas iglesias de Córdoba. En 6 de enero de 1460 dotó doce memorias por las almas de su tío D. Fernando, su padre y hermanos, el arcediano de Castro, Gutierre, Juan y Gómez, que había de cumplirse en la capilla de S. Acacio, donde instituyó después en 22 de septiembre de 1466, con bula del Papa Pío II, seis capellanías de a setecientos ducados cada una, y dos sacristanías de más de ciento y cincuenta ducados de renta. 
En la capilla de S. Pedro dotó doce memorias en 10 de enero de 1467 por Dña. María Carrillo y Dña. Leonor de Bocanegra, su prima.  
En el Sagrario de la Catedral, un cirio de cera, para que ardiese perpetuamente de noche y día. También dejó renta competente para que en la procesión del día de las once mil vírgenes se llevase con solemnidad y decencia la cabeza de Santa Ursula. "

No satisfecha con esto su piedad, fundó otra considerable memoria para redención de cautivos, casamiento de huérfanas, y socorro de mujeres arrepentidas, con otra no menos rica para dote de sus parientas, que quisieran tomar estado, y un legado que se distribuyese en las beatas de la Magdalena, en las de Cárdenas, en las Emparedadas de la ciudad y de Sta. María de las Huertas, con la obligación de que rogaran a Dios por su alma, encargando al obispo, deán y cabildo de Córdoba el cumplimiento de estas memorias; y que de lo contrario, era su voluntad que pasasen al monasterio de San Jerónimo de Valparaíso, extramuros de dicha ciudad, a quien también había dado diferentes posesiones, que rinden hoy más de tres mil ducados anuales. 
Para todas estas memorias dejó a la Catedral las dehesas de Zuheros, con sus pertenencias, las de Dos Hermanas, el Encinarejo, la que llaman de Doña Elvira, la Cabeza de las Cornudas y las Boedillas (qüeg"ozaban privilegio de cerramiento por merced del rey Juan 11 de 4 de octubre de 1439 que confirmó después el rey Enrique IV en 1455). Casas, lagares y censos y otros bienes, que en estos tiempos producen más de 12.000 ducados de renta.



Fuentes consultadas:
Cordobapedía- Linajes de Córdoba en las capillas funerarias Medievales de la Mezquita Catedral por María de los Ángeles Jordano Barbudo Universidad de Córdoba- Con ellos solos no, pero sin ellos tampoco: Los poderosos en el origén y formación de las instituciones cenobíticas según el Monasterio Jerónimo cordobés de Valparaiso por Soledad Gómez Navarro Universidad de Córdoba- Descripción genealógicas de la Casa de Aguayo por A. Ramos-