jueves, 25 de junio de 2009

Isabel la Católica y la ley de las Holgazanas







Contaba D. Teodomiro Ramírez de Arellano, autor del libro de "Paseos por Córdoba" que fue la Reina Isabel la Católica cuando tenía su residencia en Córdoba a la que le llamó mucho la atención, la cantidad de mujeres que frente al Alcázar que pasaban todo el día esperando por si la Reina se asomaba por alguna de las ventanas para poder verla.
Así que la Ilustre señora mandó a uno de sus sirvientes para preguntarles a que se dedicaban y si le ayudaban a sus maridos a sostener las cargas familiares.
La respuesta de las cordobesas fue que no, ya que para eso tenían a sus maridos para que se ocuparan como mandaba la ley.
La Reina Isabel se enojó muchísimo al oír dicha respuesta dijo: 

¡¡Pues si no ayudan a ganarlo, tampoco deben disfrutar de ello!!

Dictando en una de las salas del mismo Alcázar la llamada:
"Ley de las holgazanas" en la cual decía que toda mujer casada en Córdoba no tendría derecho a los bienes gananciales a la muerte de sus marido.
Aunque se dice que en cada ley hay una trampa, y durante mucho tiempo las cordobesas se casaban en Alcolea, un pueblo muy cercano a la capital y que hoy es un barrio, para poder disfrutar de los bienes gananciales de sus esposos una vez que hubieran muerto.

Sigue contando Ramirez de Arellanos que se derogó esta ley gracias a un vecino de Santa Marina:
"Vivía en el Barrio de Santa Marina un hombre que con mucho esfuerzo y ayuda de su mujer, lograron reunir un capital considerable a lo largo de los años; capital que, de morir él, pasaría a sus hijos. 
Viendo cuán injusta era la situación, pues había sido su mujer y no los hijos quienes ayudaron a ganarlo, resolvió ir a la capital y pedir favor ante el rey. - Prosigue- Aunque no era un hombre de leyes, supo explicar el caso tan bien al rey que éste, conmovido por el gesto de aquel hombre justo, decidió revocar la ley de las holgazanas, siendo así que a partir de entonces todas las mujeres cordobesas pudieron heredar de sus maridos."
Exterior del Alcázar

Todo esto no deja de ser una leyenda que nada tiene que ver con la realidad.
Es cierto que la Ley como tal y con ese nombre existió, pero realmente ni saben de donde vino, ni si tan siquiera fuera la Reina quien la dictara por un hecho que solo refleja en su libro Ramírez de Arellano. Teorías, muchísimas y algunos estudios han aparecido para poder dilucidar de donde provenía esa ley. 

Aunque lo cierto es que en Córdoba en la Edad Media han existido oficios solo para mujeres, y para nada ni han sido ociosas ni mucho menos holgazanas.
Los mismo Reyes Católicos lo comprobarían cuando permanecieron en la ciudad de Córdoba largo tiempo ya que desde aquí se dirigieron las acciones para la reconquista de Málaga y Granada.
La presencia de los monarcas hizo contratar en la ciudad al personal femenino que necesitaba... Y desde luego eran cordobesas las que trabajaban en los trabajos exclusivos para las mujeres de aquella época.
Según consta en "La vida cotidiana de la mujeres en Córdoba en la Edad Media"- trabajo recogido por la Junta de Andalucía- Los Reyes, durante su larga estancia en Córdoba, contaron con dos panaderas, Isabel Rodríguez y su hija pastelera una tal María, mujer de Juan de la Huerta que percibían por su trabajo en 1498 un jornal de 5.400 maravedíes, mientras que la hija cobraba 4.320.

En aquellos tiempos era oficio del sexo femenino la elaboración del pan y en la Córdoba de la Edad Media existían varios hornos de donde las trezeneras o vendedoras ambulantes que vendían el pan, iban a cargadas con sus cestos que se colocaban en la cabeza. 
De hecho se tienen testimonios de Isabel Diaz compró el horno de pan de cocer llamado horno de la Juera y otra mujer viuda de Pedro Rodríguez tomó en arrendamiento un horno que existía en la collación de San Andrés llamado de "de Morillo" debiendo pagar 2.500 maravedíes anuales y dejando que el arrendador pudiera hornear su pan él mismo.

Otros trabajos como las  hilanderas o tejedoras que abundaban en Córdoba, donde muchas de estas profesiones femeninas aparecen documentadas en testamentos muy antiguos con mandas testamentarias para recuperar tejidos y paños que habían dado a las Alfayatas que habitualmente les cosían los ajuares y ropas de casa.
Por ejemplo uno de Catalina Rodríguez que debía de entregar unas sábanas, unas mangas y un cuerpo a una mujer que se las había dado a coser. En Córdoba existe una calle con ese nombre, sin duda para recordar al gremio de mujeres sastras que había en la ciudad. 

¿Pero, de dónde viene realmente esta Ley?

La teoría principal que se ha barajado es que esa antigua ley podría venir del derecho musulmán,  J. Luis Fernández Castillejo hace referencia en su articulo en el Boletín de la Real Academia de Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba de 1944, donde argumenta que esta costumbre no pudo ser impuesta por la Reina doña Isabel la Católica como castigo... Y que vendría de una costumbre musulmana de la no comunidad de bienes entre los esposos.

Y como bien afirma Gema Pérez de Villar, por esa regla de tres el origen de estas costumbres puede hacerse depender del Derecho Romano, cuando siendo Córdoba una muy importante ciudad del mundo romano, ya Séneca apuntaba que los bienes castrenses por ser de adquisición personal, son de absoluto dominio del que los gana, es decir del marido que es quien lucha en la guerra, aunque- prosigue G. Pérez de Villar- según los estudios en leyes no pueden dar una fecha del origen pues se trata de una costumbre y que como tal se fue gestando lentamente en una sociedad que tenía unas circunstancias particulares.

Así que nadie sabe de donde viene esa "tenebrosa" Ley de las Holgazanas" 

Lo que si sabemos que no se levantó hasta el reinado de Carlos IV.
Y como consta en el libro titulado Novísima recuperación de las leyes Españolas Libro VIII y I X  página 27 y dice así:


Por resolución a cons. de 17 de Abril, y provis. de 16 de Junio de 1801 para Córdoba, y circ. del consejo de 1802.
Derogación de la ley ó costumbre prohibitiva de que las mujeres cordobesas participen de los gananciales adquiridos durante el matrimonio

Por lo tanto abolimos en cuanto sea necesario la supuesta ley , costumbre o estilo que ha gobernado hasta ahora en la ciudad de Córdoba, de que las mujeres casadas no tengan parte en los bienes gananciales adquiridos durante el matrimonio. En su consecuencia queremos y mandamos, que la ley general de la participación de los gananciales en los matrimonios sea extensiva a las mujeres cordobesas de todo aquelo reino, según y como se práctica en Castilla y en León. Y en esta conformidad mandamos al Corregidor de la expresada ciudad de Córdoba, a los alcaldes mayores de ella, y donde a quienes corresponda, observen, manden y cumplan la citada Resolución de nuestra Real Persona, haciéndola observar, guardar y cumplir en todo y por todo, según como en ella se contiene; y a fin de que esta Real resolución tenga puntual observancia en todo el Reyno, se comunique a las Chancillerias, Audiencias, Corregidores y Justicia de él.



Fuentes consultadas:
Los gananciales y la Mujer cordobesa de J. Luis Fernández de Castillejo Boletín de la Real Academia de Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba octubre a diciembre de 1944 -Los Reyes Católicos permanecieron largos años en Córdoba de R. G. Diario de Córdoba 12/10/1951- Las costumbres holgazanas de Córdoba de Gema Pérez de Villar Herranz- Paseos por Córdoba de R. de Arellano- Las costumbres de las holgazanas en Córdoba de G. Perez de Villar-Elogio de la Reina Católica Doña Isabel de Diego Clemencín- La Época de la ilustración de Córdoba de A. C.- Novísima recuperación de las leyes de España: Libros VIII y IX- Cuadro- Fotos recogidas de internet

viernes, 19 de junio de 2009

La Calleja del Pañuelo y la plaza de los rincones de oro...






El comienzo de la calle






Escondida, a pocos metros de la Mezquita-Catedral se encuentra uno de los rincones más peculiares de la ciudad, la calle más estrecha de Córdoba.

Se trata de la Calleja Pedro Ximénez, cuentan que allí es donde vivió el soldado, el tal Pedro, que trajo de la guerra de Flandes las primeras cepas de uva de donde sale nuestro maravilloso vino.
Termina en una minúscula plaza sin más entrada ni salida que la también diminuta calle de estilo morisco, llamada " El Pañuelo" 
Toma su nombre por ser un pañuelo extendido en diagonal la medida del ancho de la calleja... 

Tras estrangularse al paso de una sola persona, se expande terminando en una placita de apenas quince metros cuadrados y con un encanto muy especial...

Nos adentramos a la plaza



La plaza de los rincones de Oro

La llaman así porque, los rayos del sol bañan con su luz las aristas de sus viejos rincones.
Aunque la leyenda cuenta que allí vivía en tiempos de los árabes un comerciante de sedas muy reconocido por tener las mejores telas de todo el Califato...
Eran tan bellas y finas sus telas, que fueron comparadas con el material más preciado... el oro.
Una vez dentro de la placita, tienes la sensación de haber violado un lugar íntimo, el patio privado de una familia.


La placita con su fuente

Sintiéndote en soledad...
donde solo reconoces tu propia respiración.
Dos naranjos cierran con sus copas la techumbre de la plaza; de una fuente mural de origen árabe cae un hilo de agua.
Las paredes están encaladas y, a la caída de la noche, la plaza se convierte en un lugar mágico, poseído por las bondades que le otorga la luz del farol, el olor de la arboleda y el sonido del agua cayendo sobre el pequeño estanque.
En su humildad, la plaza de los Rincones de Oro tiene la virtud de resumir las sensaciones que hacen de Córdoba una ciudad muy distinta a cualquier otra.
Aquí reina el silencio que tanto alabó Séneca, la desnuda claridad que iluminó a Averroes y las trémulas sombras que inspiraron a Julio Romero de Torres en sus cuadros.


Fuentes Consultadas: 
Paseos por Córdoba de Ramírez de Arellano- Conoce tus fuentes- Wikipedia - Fotos recogidas de Internet donde cada una tiene el nombre de su autor-

jueves, 4 de junio de 2009

La Plaza del Potro y su fuente




(....)
Si por unos ojos bellos,
que se los dio el cielo dados,
quieren ellas más ducados
que tienen pestañas ellos,

y busquen otro,
que yo soy nacido en el Potro.
(....)
Si la del dulce mirar
ha de ser con presunción
que ha de acudir a razón
de a veinte mil el millar,
pues fue el mío de al quitar,
busquen otro,
que yo soy nacido en el Potro.
(....)


 Si las damas de la corte. 
Góngora





Pocas plazas cordobesas han sido tan nombradas como la Plaza del Potro, ya que constituyó el centro de comercio de la baja Edad Media. Pintores, músicos, poetas y escritores la han popularizado para ser la plaza más emblemática de la ciudad y desde 1924 esta plaza junto con la posada del potro fueron declaradas monumento histórico artístico de interés nacional.


La fuente se halla en el entorno desde el siglo XVI, más concretamente en 1577, como indica el erudito historiador D. Luis María Ramírez de las Casas Deza en su "Indicador cordobés" más tarde el mismo escritor publicó un articulo en el periódico el Museo Universal de Madrid (16/07/1856) en el que decía que fue reconstruida por el corregidor Francisco Zapata "pues ya existía una pequeña fuente con el potro en aquel entorno" y d ahí el origen del nombre debido a que este entorno era el lugar destinado a la venta del ganado caballar, otros mantienen que el nombre lo toma del Potro que corona la fuente.
En un principio fue instalada en el extremo opuesto de la plaza, lo más próximo a la calle Lucano, aunque ya en 1844 se proyectó trasladarla al lugar donde se encuentra ahora, verificándose el traslado tres años después siendo objeto a su vez de algunas reparaciones... 

La plaza no estaba abierta a la ribera y se encontraba encajonada con casas a todo lo largo de lo que hoy es la calle Lineros, anteriormente llamada de los Mesones, por encontrarse allí varios de ellos.

Así que por el año 1860 se empieza a pensar que se le debía dar una salida por la ribera aunque para ello se tuvieran que derribar varias casas, como un mesón al que se le llamaba de la Madera y la casa colindante, ambas en estado ruinoso y que pertenecían al por entonces duque de Rivas D. Enrique Ramírez de Saavedra y Cueto. 
Por cierto, D. Teodomiro cuenta en sus Paseos por Córdoba que cerca de éste Mesón existía un cuadro de una virgen dela Concepción obra del pintor D. Antonio del Castillo que no se sabe donde se pueda encontrar...

A lo que íbamos: 
El Ayuntamiento le requirió al Duque que tirara ambas casas por el peligro de derrumbe cosa que el aristócrata ni se dignó en contestar a los requerimientos, aunque si se puso en contacto por medio de su letrado cuando fue el propio Ayuntamiento cuando ordenó la demolición de las casas ruinosas. ¡Para pedir una indemnización por supuesto!

Preciosa la fuente del Potro
Cinco años ¡Nada más y nada menos, que estuvieron de litigios el duque con el consistorio! El cual le fue desestimado al señor duque era ya 1896 y del que solo se le tuvo que pagar la cantidad de la expropiación de ambos solares.
El Triunfo de San Rafael
¡¡¡Treinta y seis años batallando eran demasiados años y lo que quedaba para poder ver ese tramo terminado!!! No es hasta siete años después, en 1903, cuando por fin es abonado el importe al aristócrata y se le da salida a la plaza.


El triunfo de San Rafael realizado por Verdiguier y que se encontraba en la plaza del Ángel en la iglesia de San Hipólito, fue trasladado a la plaza del Potro por iniciativa de Enrique Romero de Barros pintor, conservador y director del Museo de Bellas Artes aunque viene muy mutilado- dice Solís en su artículo- pues ha perdido la esculturas alegóricas de la fe, la perseverancia y la devoción que enriquecía su base.

La fuente de la plaza data del reinado de Felipe II, y fue mandada a construir por el corregidor Garci Suárez de Carvajal,  segundo señor de Peñalver y Alhóndiga, caballero del hábito de Santiago, con el objetivo de mejorar el abastecimiento de la zona.

A este corregidor se le debe lo que hoy es Capitulares o casa del consistorio, según en "Paseos por Córdoba" cuando él llegó a la ciudad, el ayuntamiento tenía sus casas en lo que era fonda de Rizzi, al ver que se necesitaba más espacio y entonces el corregidor le compró por escritura del día 21 de Enero de 1575 a D. Pedro Venegas y doña Beatriz de Haro, señores de Luque, unas tiendas conocidas por los de Arcolados con otras y empezó la obra en 1594 faltando dinero y con la autorización de Felipe III se tomaron de la cantidad de quinientos ducados destinada para reparación el puente, pero tampoco bastó y de nuevo pidió la autorización de otros quinientos ducados dejando el edificio aunque sin adornos hasta 1614 que se dio otra autorización para coger ciento cincuenta ducados con destino al aderezo de la sala capitular.

¡Bueno que me voy a otra cosa, sigamos con la fuente!

En origen la fuente estuvo emplazada donde hoy se encuentra el monumento a San Rafael, pero fue trasladada al otro extremo de la plaza en 1847.
Es de estilo renacentista, tiene un pilón octogonal y una taza superior circular coronada con un piñón y un potro que se sostiene en el escudo de Córdoba.
Consta de cuatro surtidores en la parte superior, y cuatro en su parte inferior.
Al estar tan altos los caños, los vecinos utilizaban cañas largar que permitía llevar el agua hasta el cántaro o botijo para llenarlo de agua.
Se nutría del agua extraída del Manantial de Maimón, situado a las afueras de la ciudad, antiguo acueducto romano de época del Emperador Augusto.

Entrada de la famosa Posada del Potro

En esta plaza la famosa Posada del Potro, citada por Miguel de Cervantes en "El Quijote", y donde en la misma plaza hay inclusive una placa realizada de azulejos donde recuerda al escritor, ya que sus abuelos eran de aquí y en su niñez recorrió todo estos lugares; además del Museo de Bellas Artes y el Museo Julio Romero de Torres.




Fuentes Consultadas: 
Catalogo de bienes protegidos del conjunto artístico de Córdoba- Córdoba en el siglo XIX  Modernización de una trama histórica de Cristina Martin López- Antiguos mesones de Córdoba  Boletín de la Real Academia de Ciencia de Córdoba por Enrique Romero de Barros- -Conoce tus fuente- -Plaza del Potro por Eugenio Solís Diario Córdoba diciembre de 1953- Paseos por Córdoba de D. Teodomiro Ramírez de Arellano